Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección ARTÍCULOS

Interpretación poética de don Quijote

Jesús Diéguez García

Jesús Diéguez García

Nació en Villagarcía de Arosa en 1947 y reside actualmente en Madrid. Licenciado en Filología Románica (Universidad de Salamanca) y en Ciencias de la Educación (UNED) ha compartido su profesión educadora como profesor de Lengua española y Literatura con su afición por la escritura. Sus últimas creaciones literarias se han centrado en una TRILOGÍA de la «Antología novelada» (así ha nombrado esa técnica narrativa nueva) con los títulos El gran plagio medieval, Salamanca o Antología romántica novelada y Las citas cervantinas.

jesdieg@gmail.com

 

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Resumen / Abstract

Resumen.

Breves presentaciones de una selección de poemas (la mayoría no se reproducen de forma completa) que algunos famosos poetas han dedicado a los protagonistas de El Quijote.

Palabras clave: poesía, soneto, escritores del 98, del modernismo y del 27, poetas hispanoamericanos.

Don Quixote’s poetic interpretation

Abstract.

Selected poems that famous poets have dedicated to Don Quixote’s main characters (mostly not completely show on the article).

Keywords: Sonnet, poems, Generation of '98 writers, Modernist writers, Generation of '27 writers, hispanic poets.

 

0. Presentación

Este artículo reproduce casi literalmente el apartado titulado Versos de la Adenda que los socios de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid pueden consultar al final de esta Revista bajo el título Don Quijote y Sancho cabalgan por otras artes.

Como otras grandes obras de la literatura universal, El Quijote fue rápidamente traducido a otros idiomas: antes del siglo XX se contabilizaban 156 traducciones inglesas (la primera es de 1612) y 155 francesas (la primera de 1614). Además está traducido al latín clásico y al macarrónico y a casi todos los idiomas vivos, incluidos algunos tan minoritarios como el provenzal, el euskera, el bable, el quechua, el guaraní, el yiddish o el esperanto. También es la primera obra «traducida» a texto predictivo: cambio de palabras por números para que los móviles que tienen la aplicación T9 puedan transformar los números en palabras.

Otro síntoma del éxito de la novela cervantina radica en las numerosas continuaciones de su argumento, tanto en libros como en obras teatrales y cinematográficas, así como los abundantes poemas, pinturas y esculturas que se dedican a sus protagonistas.

Se ofrece al lector una escogida antología de poemas, aunque la mayoría no se reproducen de forma completa. Está demostrado el afecto de Cervantes por el arte de la poesía (Juan Ramón Jiménez afirmaba que el autor comenzó a escribir El Quijote en verso) pues considera que

aunque la poesía es ciencia menos útil que deleitable, no es de las que suelen deshonrar a quien la posee (El Quijote, II)

para confesar, no sabemos si con toda convicción, en el Viaje del Parnaso

Yo que siempre me afano y me desvelo

por parecer que tengo de poeta

la gracia que no quiso darme el cielo

además de autodefinirse como

Yo, socarrón; yo, poetón ya viejo.

A esto añade en el prólogo de sus Entremeses:

me dijo un librero que él me las comprara (las obras de teatro) si un autor de título no le hubiera dicho que de mi prosa se podía esperar mucho, pero que del verso nada

con cuya frase se ratificaría la que puso en boca del cura en el capítulo 6 de El Quijote I:

muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos.

 

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1. Versos contemporáneos de la novela

Los primeros poemas que se dedican a don Quijote, y a otros personajes de la obra, aparecen al inicio de la Primera parte de la novela; son sonetos, en su mayoría, que Cervantes pone en boca de personajes de los libros de caballería, como Amadís de Gaula, Belianís de Grecia, Oriana, Gandalín, Orlando, el caballero del Febo o ¿Solisdán? También, en el capítulo 26, Cervantes convierte al propio Quijote en autor de sus versos en alabanza de Dulcinea. Al final de esta Primera parte se incluyen varios sonetos más y epitafios de «Los académicos de Argamasilla».

Retrato de Miguel de Cervantes, atribuido a Juan de Jáuregui

Retrato de Miguel de Cervantes, atribuido a Juan de Jáuregui.

El propio Cervantes cita a su personaje en los versos finales de su Entremés del vizcaíno fingido al burlarse de la mujer que presume de saber y leer mucho. Veamos un fragmento:

La mujer que más presume

de cortar como navaja

los vocablos repulgados

entre las godeñas pláticas;

la que sabe de memoria

a Lofraso y a Diana,

y al Caballero del Febo

con Olivante de Laura;

la que seis veces al mes

al gran don Quijote pasa,

aunque más sepa de aquesto,

o sabe poco, o no nada.

Y en el Viaje del Parnaso (capítulo IV) presume:

Yo he dado en Don Quijote pasatiempo

al pecho melancólico y mohíno,

en cualquiera sazón, en todo tiempo.

También, tras el prólogo de la continuación atribuida a Alonso Fernández de Avellaneda, se incluye el siguiente soneto, escrito por un supuesto Pero Fernández:

Maguer que las más altas fechorías

homes requieren doctos e sesudos,

yo soy el menguado entre los rudos,

de buen talante escribo a más porfías.

 

Puesto que había una sin fin de días

que la fama escondía en libros mudos

los fechos más sin tino y cabezudos

que se han visto de Illescas hasta Olías,

 

yo vos endono, nobres leyenderos,

las segundas sandeces sin medida

del manchego fidalgo don Quijote,

 

para que escarmentéis en sus aceros;

que el que correr quisiere, tan al trote,

non puede haber mejor solaz de vida.

Conocida es la enemistad literaria de Cervantes con Lope de Vega (1562-1635). Este ofende al autor de El Quijote con los siguientes versos barriobajeros, en respuesta a los irónicos y truncados que Cervantes incluye en el prólogo de la primera parte del Quijote:

Yo que no sé de la, de li, de le,

no sé si eres, Cervantes, co ni cu;

solo digo que es Lope, Apolo, y tú

frisón de su carrera y puerco en pie.

Para que no escribieses, orden fue

del cielo que mancases en Corfú.

Hablaste buey, pero dijiste mu.

¡Honra a Lope, polilla, o guay de ti!,

que es sol, y si se enoja, lloverá;

y ese tu don Quijote baladí

de culo en culo por el mundo va

vendiendo especias y azafrán romí,

y, al fin, en muladares parará.

Poco después de aparecer la novela, Luis de Góngora (1561-1627) usaba a sus protagonistas en un soneto satírico con motivo de la visita del embajador inglés. Reproduzco el primer cuarteto y el último terceto:

Parió la reina: el luterano vino

con trescientos herejes y herejías;

gastamos un millón en quince días

en darle joyas, hospedaje y vino […]

quedamos pobres; fue Lutero rico.

Mandáronse escribir estas hazañas

a don Quijote, Sancho y su jumento.

No muchos años después, otro contemporáneo, Francisco de Quevedo (1580-1645), escribe un romance satírico que titula El testamento de don Quijote. Reproduzco algunos fragmentos iniciales.

De un molimiento de huesos,

a duros palos y piedras,

don Quijote de la Mancha

yace doliente y sin fuerzas […]

viendo al escribano cerca,

ansí, por falta de dientes,

habló con él entre muelas: […]

A la tierra mando el cuerpo;

coma mi cuerpo la tierra,

que, según está de flaco,

hay para un bocado apenas. […]

Podríamos ampliar este trabajo si incluyéramos los versos que aparecen sobre don Quijote y Sancho en obras teatrales. De esta época, por ejemplo, entresacaríamos poemas de los entremeses o comedias de Guillén de Castro o Francisco de Ávila. No es de extrañar la ausencia de poemas en castellano dedicados a don Quijote durante el siglo XVIII. Más curioso resulta que, en el XIX, especialmente durante la época romántica en que fue tan ensalzada la novela, no haya podido hallar ni una sola poesía con tema quijotesco, si exceptuamos los versos que pueden leerse en algunas obras teatrales y zarzuelas (también existen en el siglo anterior). Sí he encontrado un autor del romanticismo portugués, Almeida Garret, que en su libro Viagens na minha terra utiliza en varias poesías, generalmente satíricas, las figuras del Quijote. Así finaliza, por ejemplo, un poema escrito en 1843:

Recóndito poder, forças tamanhas,

que o que nao pode de Quixote a lança,

nao puderam suas ínclitas façanhas,

pode vencé-lo o cu de Sancho Pança.

 

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2. Poemas del siglo XX

Al menos cinco poetas han publicado durante el siglo XX, con mayor o menor acierto, versiones de El Quijote versificado. En 1901, Mariano Carrillo de Albornoz; veinticinco años más tarde aparece el Romancero del Quijote, original de Federico Lafuente; en 1953, José Molina publica Don Quijote de la Mancha en romance; en 1998 se edita Don Quijote versificado, de Jordi Marti y, en el año 2000, ve la luz El Quijote en verso, de Enrique del Pino, esta vez escrito en décimas. Véase el inicio de la obra de José Molina:

En un lugar de la Mancha

de cuyo nombre acordarme

no puedo, por la razón

de que lo olvidó Cervantes,

vivía un hidalgo pobre,

enjuto y seco de carne,

lo cual probaba que era

en el ayuno constante.

Se llamaba don Quijano

pero dio él en llamarse

don Quijote de la Mancha

que es nombre más rimbombante…

2.1. Generación del 98

Los escritores del 98 y del Regeneracionismo centraron muchos de sus libros y ensayos en la novela cervantina. De la generación del 98, el autor más comprometido con los personajes cervantinos (siempre con interpretaciones muy personales) es Miguel de Unamuno (1864-1936), que, además de su Vida de don Quijote y Sancho, tiene numerosas referencias en sus artículos a don Quijote. Leamos el primer cuarteto de un soneto, sin título, que aparece en su libro De Fuerteventura a París (1925):

Tu evangelio, mi señor don Quijote,

al pecho de tu pueblo cual venablo

lancé, y el muy bellaco en el establo

sigue lamiendo el mango de su azote;

Otras referencias cervantinas en los sonetos unamunianos aparecen en No consigo soñar, ¡qué pesadilla! cuyo segundo cuarteto dice:

¡Y fue mi historia sueño! ¡Ancha es Castilla!

Soñé, cual don Quijote, al pie del leño

de encina en flor, bajó dulce beleño

por las noches a mi alma en maravilla.

El último terceto de ¡Ay, triste España de Caín! finaliza con los conocidos versos contra el gobierno militar:

Gobierno de alpargata y de capote,

timba, charada, a fin de mes el sueldo,

y apedrear al loco don Quijote.

Apedreamiento ya imaginado con anterioridad en otros versos:

Mañana –lo sé ayer–

don Quijote, mi señor,

me apedrearán los galeotes,

¡sea todo por tu amor!

Unamuno. Cuadro de Juan Echevarría (1930)

Unamuno. Cuadro de Juan Echevarría (1930) en el Reina Sofía.

El Cancionero de Unamuno, escrito entre 1928 y 1936, subtitulado Diario poético, permaneció inédito en vida del escritor. Contiene muchos poemas, con referencias al Quijote, escritos en 1928, de los que reproduzco solo algunos versos (casi siempre criticando a quienes promovieron su destierro).

Dejaré a estos serviles, mentecatos

que prediquen la acción, el tiovivo,

y aquí, a quijotear, que don Quijote

no fue un puro doctor en quijotismo […]

 

Sancho, Ciutti y Viernes, gobernadores,

han metido a los pueblos en razón,

si no se acaba el mundo en la locura:

don Quijote, don Juan y Robinson […]

 

¡Ay, qué molino de viento

don Quijote de la Mancha

el que en mi Fuerteventura

me molió el golfo del alma […]

Dentro del Cancionero puede leerse el poema En un lugar de La Mancha. Recojo algunos de sus treinta y seis versos:

En un lugar de La Mancha

perdiste, Castilla, el seso;

te lo sorbió el sol desnudo

que te quería con celos […]

 

Y en Barcelona mediste

con tu corazón el suelo;

la mar susurraba endechas

de otro nuevo romancero.

Otro romance unamuniano de la misma época se inicia así

Yo sé quién soy, don Quijote,

gracias a ti, mi señor,

y sé quién es nuestra España

gracias al divino amor.

Salía el sol por La Mancha

cuando saliste a la flor

de tus hazañas de ensueño

dándole al cielo esplendor.

Espejo del alma andante,

caballero del error,

erraste por los embustes

del protervo encantador

con sueño reparador […]

También es bastante conocido el poema La última querella de don Quijote que finaliza de esta manera:

Mira que mi alma está triste,

triste hasta morir,

triste como mi figura,

mi aventura es desventura,

sueño de vivir.

Lo más interesante del recorrido lírico de Miguel de Unamuno lo constituye su identificación entre Cervantes y don Quijote. Un poema evoca, en los versos que reproduzco, la figura del soldado de la mano inutilizada, sentado junto al fogón y soñando con su amor platónico mientras su sobrina alienta sus ilusiones:

Sonrisa de amor de Esquivias,

cabe el fogón, en un banco;

noches de paz, claras, tibias;

el soldado queda manco.

Y sueña el hogar soltero

la manchega Dulcinea;

la sobrina al caballero

le mece en aire de aldea.

En otro se ejemplifica la unidad entre autor y personaje, cuando este último pide

Ensíllame a Clavileño,

tierna sombra de Cervantes,

voy a buscar los gigantes

de las ínsulas del sueño.

Juntos en él cabalgaron

don Quijote y Sancho Panza,

sobre la misma esperanza

juntos los dos se abrazaron.

Una nueva alusión a las amargas aventuras de don Quijote la encontramos en el poema del que transcribo estos versos

Fuese en busca de aventuras

mi don Quijote, no siendo

aventurero, así entiendo

la raíz de sus amarguras.

E hizo Dios para su gloria

el mundo ¡vaya una historia!

De la identificación entre don Quijote y Cervantes, Unamuno pasa a fundirse con autor y personaje:

Rezaba en ti, mi lengua, don Quijote;

hemos luchado hablando a Dios contigo,

que Él, en pago, nos libre de este azote.

 

¡Yo sé quién soy! ¡Ay pobre don Quijote,

caballero sin fin de la Quimera!

y duerme Sancho, sin soñar, sereno,

sordo y ciego en el goce de la siesta

Antonio Machado (1875-1939) en su poema A don Miguel de Unamuno recoge la identificación que tantas veces había usado el catedrático para iniciar así su poema:

Este donquijotesco

don Miguel de Unamuno, fuerte vasco,

lleva el arnés grotesco

y el irrisorio casco

del buen manchego. Don Miguel camina,

jinete de quimérica montura,

metiendo espuela de oro a su locura,

sin miedo de la lengua que malsina.

También en su obra Campos de Castilla incluye dos poemas con resonancias cervantinas. El primero está dedicado Al maestro Azorín por su libro «Castilla» y evoca un mesón de los tiempos de Cervantes; el segundo se titula La mujer manchega y se inicia con los siguientes versos:

La Mancha y sus mujeres... Argamasilla, Infantes,

Esquivias, Valdepeñas. La novia de Cervantes,

y del manchego heroico, el ama y la sobrina

(el patio, la alacena, la cueva y la cocina,

la meca y la costura, la cuna y la pitanza),

la esposa de don Diego y la mujer de Panza…

Y así finaliza:

Mujeres de La Mancha con el sagrado mote

de Dulcinea, os salve la gloria de Quijote.

Poco antes de morir, en el inicio de la segunda guerra mundial, Machado escribe un poema relativamente extenso en el que reflexiona y abomina contra la guerra. Se titula España en paz. He aquí algunos versos:

¿Y bien? El mundo en guerra y en paz España sola.

¡Salud, oh buen Quijano! Por si este gesto es tuyo,

yo te saludo. ¡Salve! Salud, paz española,

si no eres paz cobarde, sino desdén y orgullo.

[…] es voz, no es eco

el buen manchego habla palabras de cordura,

parece que el hidalgo amojamado y seco

entró en razón y tiene espada a la cintura…

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2.2. Poetas hispanoamericanos

Empezaré este apartado reproduciendo un soneto de autor anónimo colombiano, titulado A don Quijote, escrito a principios del siglo XX.

Alto, seco, rugoso, amojamado,

como en miseria y lobreguez nacido,

aquí por recias aspas sacudido,

allá con rudos golpes magullado.

 

De andariega hermosura desechado,

y de punta de amor muy mal ferido,

coces, piedras y estacas te han molido

lloviendo sobre ti como un nublado.

 

No es de extrañar –aun cuando a alguno asombre-

si larga prole que al contar me pierdo

heredera, dejaste de tu nombre:

 

que a medias sabio, como a medias lerdo,

tú eres la lucha que mantiene el hombre

obrando loco y razonando cuerdo.

Del poeta cubano Enrique Hernández Miyares, es el clásico soneto, escrito en 1903, titulado La más fermosa (sospecho que el título y el último verso, referidos a Dulcinea, son un guiño a su propia patria, isla a la que así denominó Cristóbal Colón).

Que siga el Caballero su camino,

agravios desfaciendo con su lanza:

todo noble tesón, al cabo alcanza

fijar las justas leyes del destino.

 

Cálate el roto yelmo de Mambrino

y en tu rocín glorioso altivo avanza,

desoye al refranero Sancho Panza

y en tu brazo confía y en tu sino.

 

No temas la esquivez de la Fortuna:

si el Caballero de la Blanca Luna

medir sus armas con las tuyas osa

 

y te derriba por contraria suerte,

de Dulcinea, en ansias de tu muerte,

¡di que siempre será la más fermosa!

La figura más destacada del Modernismo, Rubén Darío (1867-1916), recorre La Mancha en mayo de 1905 y escribe, al menos, dos crónicas en prosa: En tierra de D. Quijote y La cuna del manco. El mismo año publica, coincidiendo con el tercer centenario de la aparición de la primera parte de El Quijote, Cantos de vida y esperanza. En este libro incluye Un soneto a Cervantes (a quien considera dulce amigo en el que puede reposar) y su famosa Letanía de nuestro señor don Quijote (recogida anteriormente en la Revista de El Ateneo). Reproduzco solo las estrofas primera, segunda y última.

Rey de los hidalgos, señor de los tristes,

que de fuerza alientas y de ensueños vistes,

coronado de áureo yelmo de ilusión;

que nadie ha podido vencer todavía,

por la adarga al brazo, toda fantasía,

y la lanza en ristre, toda corazón.

 

Noble peregrino de los peregrinos,

que santificaste todos los caminos

con el paso augusto de tu heroicidad,

contra las certezas, contra las conciencias

y contra las leyes y contra las ciencias,

contra la mentira, contra la verdad […]

 

¡Ora por nosotros, señor de los tristes

que de fuerza alientas y de ensueños vistes,

coronado de áureo yelmo de ilusión!

¡Que nadie ha podido vencer todavía,

por la adarga al brazo, toda fantasía,

y la lanza en ristre, toda corazón!

Rubén Darío (hacia 1900)

Fotografía de Rubén Darío (hacia 1900).

En su poema Cyrano en España, Rubén Darío le hace traspasar de un salto los Pirineos para sentirse admirador de Cervantes y su obra. Escribe:

Cyrano hizo su viaje a la luna; mas, antes,

ya el divino lunático de don Miguel de Cervantes

pasaba entre las dulces estrellas de su sueño

jinete en el sublime pegaso Clavileño.

Y Cyrano ha leído la maravilla escrita

y al pronunciar el nombre del Quijote, se quita

Bergerac el sombrero: Cyrano Balazote

siente que es lengua suya la lengua del Quijote.

En unos versos de su poema Preludio, dedicado al poeta peruano José Santos Chocano, encontramos una nueva referencia a don Quijote

Él sabe de Amazonas, Chimborazos y Andes.

Siempre blande su verso para las cosas grandes.

Va como don Quijote en ideal campaña,

vive de amor de América y de pasión de España;

y envuelto en armonía y en melodía y canto,

tiene rasgos de héroe y actitudes de santo.

José Santos Chocano (1883-1912), poeta peruano, publica un libro bajo el título Alma América (1906); en él incluye dos poemas extensos con referencias cervantinas: Los caballos de los conquistadores en el que se cita a Rocinante y Ofrenda a España del que copio algunos versos de su apartado II:

¿Qué título mejor en aquel día

en que el gran don Quijote alce la frente,

para mirar el astro sin poniente

de las Españas cuando Dios quería?

Él abrirá su pecho alborozado,

al saber que el Amor en el Presente

hace más que la Fuerza en el Pasado;

él mirará a sus pies la vida entera

con que vive en las Indias esa gente,

¡pues se hizo libre, pero no extranjera!

Otro escritor peruano José Gálvez en su Canto a España (1909) pronostica el resurgir de la olvidada obra cervantina, alentado por el mismísimo don Quijote:

El tiempo nada puede con lo que grande ha sido,

que grande en la memoria, pese al tiempo, será:

don Quijote arremete con su lanza el olvido,

y su voz sobre el tiempo siempre resonará.

Evaristo Carriego (1883-1912), poeta argentino, publica un libro bajo el título Misas herejes (1908). La obra está dividida en secciones como «Viejos sermones», «Ofertorios galantes», «Ritos en las sombras»… En la primera de las secciones incluye dos poemas, bastante extensos, de los que reproduzco algunos versos. Los primeros llevan por título Por el alma de don Quijote. Los otros versos son el inicio del poema La apostasía de Andresillo.

… dedico estos sermones, porque sí, porque quiero,

al Único, al Supremo famoso Caballero,

a quien pido que siempre me tenga de su mano,

al santo de los santos, don Alonso Quijano

que ahora está en la Gloria, y a la diestra del Bueno:

su dulcísimo hermano Jesús el Nazareno,

con las desilusiones de sus caballerías

renegando de todas nuestras bellaquerías.

                                  *

Pues, aquí estoy, señores. Pues… yo soy Andresillo,

¿no recuerdan ustedes? Yo soy aquel chiquillo

a quien el gran Quijote librara cierto día

—porque ahí encajaba bien su caballería—

de la nube de palos, que mi amo, furioso,

sobre mí descargaba ferozmente donoso.

Al pobre señor loco le hice una ruin ofensa,

maldiciendo, más tarde, su gallarda defensa,

dejándole mohíno, cabizbajo y corrido.

El poeta y ensayista colombiano Dionisio Arango Vélez (1889-1943) incluyó en su libro de versos Psicología lírica tres sonetos protagonizados por don Quijote. Copio los tercetos finales del titulado La confesión de don Quijote y el primer cuarteto de La muerte de don Quijote:

Después de estas razones, el cura hizo a la gente

salir, para quedarse solo con don Quijote

y comenzó a confesarle… pero el buen penitente

permanecía mudo, como tumba, callado

«¿De qué te acusas, hijo?» –preguntó el sacerdote.

Y don Quijote: «Padre, de nunca haber pecado».

                                  *

Y le decía Sancho: «No señor, no se muera

vuesa merced, y tome por bien mi consejo

y viva muchos años hasta que Dios lo quiera,

que es la mejor locura no morirse de viejo».

También es colombiano Ricardo Arango Franco (1896-1965). Publicó varios sonetos bajo el título Siluetas cervantinas. Reproduzco el que titula Infinitivos:

Ser un hidalgo y noble caballero

de lanza en ristre, de triunfal talante.

Cabalgar en un brioso Rocinante

llevando un Sancho Panza de escudero.

 

Ser en los desafíos el primero,

tener un verbo claro y arrogante,

aspirar a ser probo gobernante,

y ser gloria y amor del mundo entero.

 

Atacar los rebaños y el molino,

ser amigo del cura y Dorotea,

herir los cueros del añejo vino

 

y llevar sobre todo en la pelea,

para burlar la saña del destino,

como escudo el amor de Dulcinea.

En el libro Don Quijote en la poesía colombiana Vicente Pérez recopila muchos poemas relacionados con los personajes y aventuras de la novela cervantina.

Jorge Luis Borges (1889-1996) en el soneto dedicado a Miguel de Cervantes, titulado Un soldado de Urbina, anticipa el nacimiento de sus personajes en los dos últimos tercetos:

Contemplaría, hundido el sol, el ancho

campo en que dura un resplandor de cobre;

se creía acabado, solo y pobre.

 

Sin saber de qué música era dueño;

atravesando el fondo de algún sueño,

por él ya andaban Don Quijote y Sancho.

Así inicia Borges su poema España:

Más allá de los símbolos,

más allá de la pompa y la ceniza de los aniversarios,

más allá de la aberración del gramático

que ve en la historia del hidalgo

que soñaba ser don Quijote y al fin lo fue,

no una amistad y una alegría

sino un herbario de arcaísmos y un refranero,

estás, España silenciosa, en nosotros.

Borges en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.

Borges en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires.

Otro soneto, de 1975, que encuentro con doble título (La rosa profunda y Sueña Alonso Quijano) confunde intencionadamente al autor (todavía en Lepanto) con el protagonista de su futura novela. Dice así:

El hombre se despierta de un incierto

sueño de alfanjes y de campo llano

y se toca la barba con la mano

y se pregunta si está vivo o muerto.

 

¿No lo perseguirán los hechiceros

que han jurado su mal bajo la luna?

Nada. Apenas el frío. Apenas una

dolencia de sus años postrimeros.

 

El hidalgo fue un sueño de Cervantes

y don Quijote un sueño del hidalgo.

El doble sueño los confunde y algo

 

está pasando que pasó mucho antes.

Quijano duerme y sueña. Una batalla:

los mares de Lepanto y la metralla.

Cierro este apartado con la transcripción de parte de un nuevo soneto, titulado Lectores en el que Borges vuelve a jugar con la invención y ensoñación literarias. Léanse sus cuartetos:

De aquel hidalgo de cetrina y seca

tez y de heroico afán se conjetura

que, en víspera perpetua de aventura,

no salió nunca de su biblioteca.

 

La crónica puntual que sus empeños

narra y sus tragicómicos desplantes

fue soñada por él, no por Cervantes,

y no es más que una crónica de sueños.

 

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2.3. Otros poetas españoles

Ordenandos por fecha de nacimiento, enumero a poetas españoles relevantes que han incluido a los personajes cervantinos en sus poemas.

León Felipe (1884-1968) fue el poeta que referenció en más ocasiones la figura de don Quijote (a veces en poemas muy extensos). Don Quijote atraviesa la obra de este exiliado poeta zamorano, al principio, como héroe solitario en busca de la libertad y la justicia; después utilizará otros personajes y símbolos cervantinos míticos. El primer poema pertenece al libro Versos y oraciones del caminante, obra de 1920. Se titula Vencidos. Reproduzco el inicio

Por la manchega llanura

se vuelve a ver la figura

de don Quijote pasar…

 

Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,

y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar…

Va cargado de amargura…

que allá encontró sepultura

su amoroso batallar…

También en este primer libro León Felipe recoge un poema mínimo que dice

Ahora me sucede

lo contrario que al hidalgo manchego:

que tomo por rebaños

los ejércitos.

En Versos y oraciones del caminante II (1929) escribe:

Se vuelve siempre. Siempre.

Hasta que un día (¡un buen día!)

el yelmo de Mambrino

–halo ya, no yelmo ni bacía–

se acomode a las sienes de Sancho

y a las tuyas y a las mías

como pintiparado,

como hecho a la medida…

Uno de los poemas incluidos en El payaso de las bofetadas (1938) que lleva por título Pero ya no hay locos y es una de las más duras diatribas contra la dictadura franquista, contiene los siguientes versos:

Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos…

Se murió aquel manchego,

aquel estrafalario fantasma del desierto y

…ni en España hay locos.

Todo el mundo está cuerdo, terrible, monstruosamente

cuerdo

Lápida conmemorativa a León felipe

El poemario ¡Oh, este viejo y roto violín! (1965) abre con la poesía La gran aventura:

Han transcurrido cuatro siglos…

Y viene muy cansado Rocinante.

Años y años a oscuras y sangrientas aventuras…

Y andar y andar por los ásperos y torcidos caminos de la Historia

En el mismo poemario encontramos los versos a Rocinante (Y a ti también te saludo…) y el Diálogo perdido (entre don Quijote y Sancho), cuyo comienzo es

–Todos andan buscando, Sancho, una paloma por el mundo

y nadie la encuentra.

–Pero ¿qué paloma es la que buscan?

–Es una paloma blanca que lleva en el pico

el último rayo amoroso de luz

que queda ya sobre la tierra.

–Como la golondrina de Tristán.

–Eso, como la golondrina de Tristán. Bien te acuerdas,

Sancho.

En 1969 se publica, tras su muerte, la obra póstuma Rocinante. Con toda humildad el poeta admite que no puede identificársele con don Quijote pero sí con su cabalgadura:

La gente suele decir,

los americanos,

los norte-americanos suelen decir:

León Felipe es un don Quijote.

No tanto, gentlemen, no tanto.

Sostengo al héroe nada más…

y sí, puedo decir…

y me gusta decir:

que yo soy Rocinante.

Pedro Salinas (1891-1951) profesor universitario y poeta, realizó su Tesis doctoral sobre los ilustradores del Quijote. En sus conferencias, ensayos y artículos, sobre todo a partir de 1947 (centenario del nacimiento de Cervantes) es fácil encontrar temas o alusiones cervantinas como en su poesía Verbo

Hombres que siegan, mujeres

que el pan amasan,

aquel doncel de Toledo,

corrientes aguas,

aquel monje de la oscura

noche del alma

y el que inventó a Dulcinea,

la de La Mancha

Se conocen otros dos extensos poemas inéditos, escritos en 1949 con tema cervantino. En el primero, que se titula Alba del matador, evoca la muerte del hidalgo (copio algunos versos). En el segundo, sin título, Sancho abuelo cuenta aventuras de su señor a sus nietos y lo añora (reproduzco los versos finales).

Ahí le tenéis bien muerto: en su cama y con todos

alrededor llorándole: mansas mujeres, los vecinos.

No murió cara al cielo sobre la tierra plana.

No murió de lanzada, el que tanto lo quiso.

El que buscó la muerte por todos los caminos.

Él que quería dar su sangre limpia cual la sangre del cordero.

Todas las aventuras terminan bajo techo.

Yo le maté, sin lanza, bendito por el cura…

                                  *

Y él no está lejos. En el cementerio

descansan sus huesos tan molidos

en la gran aventura de la tierra.

Suspira Sancho, Rocinante relincha allá en su cuadra.

Todos le llaman. Ah, si ahora se alzara,

si ahora les empujase por el mundo.

Y el animal y Sancho ansían

otra salida

De Jorge Guillén (1893-1984), otro gran admirador de Cervantes como la mayoría de los que pertenecieron a la Generación del 27, lo que resulta más extraño es que en su libro Homenaje, en el que recuerda a tantos escritores famosos, no dedique ningún poema a Cervantes, al que en alguna entrevista apostilló como el mejor escritor español de todos los tiempos.

El poema Tarde mayor de Cántico está precedido de la cita cervantina «Libre nací y en libertad me fundo». También de Cántico es Noche del caballero, muy extenso y uno de los últimos poemas añadidos (escrito después de 1947). Recrea en él el pasaje cervantino de la aventura de los batanes sin citar expresamente al protagonista, pero imitando el paisaje nocturno del original. Véanse algunos versos de la primera parte:

Son álamos tal vez,

Con nervaduras sin cesar sensibles

A un aire que ya fuese

Movilidad de una mirada humana (…)

Resonante a una piedra golpeada,

A ocultos escalones siempre ocultos,

A fuentes que derrochan

Un manantial perpetuo (…)

Un estruendo mayor.

¿De dónde, para quién?

¿Huesos o hierros sufren o rechinan?

¿Es un monstruo de carne o de metal?

¿Se enfurecen las fauces de la noche?

Uno de los poemas breves de su segundo gran libro (Clamor) tiene una clara alusión cervantina:

Lo feo se junta a lo hermoso,

Domingo de Resurrección.

Don Quijote va desde Aldonza

a Dulcinea del Toboso.

En este segundo poemario encontramos nuevamente una extensa composición poética (casi 250 versos) titulada Dimisión de Sancho. Ella sola constituye la segunda parte de las cinco que componen la tercera parte de Clamor. Guillén recrea con bastante fidelidad el capítulo de la Segunda parte de El Quijote en el que una supuesta sublevación acaba con el gobierno de Sancho en la ínsula Barataria. Me limito a copiar los primeros versos:

Gritos. Gritos de pronto.

Un estrépito cae, se desploma

Sobre el casi durmiente.

Y la noche apacible

Se abalanza con furia amenazante.

—Señor:

¡Es el asalto de los enemigos!

Jorge Guillén

En dos de sus últimos libros poéticos (Y otros poemas, de 1973, y Final, publicado en 1981) Jorge Guillén siembra referencias y reminiscencias cervantinas, generalmente breves. En Y otros poemas encontramos la poesía La obra maestra. Se subtitula Viaje del Parnaso, IV para seguir:

Miguel compuso al fin la obra maestra.

¿Y lo demás? Quejándose, doliente,

Miguel enumeró —Apolo escucha

Los múltiples empeños de su ingenio.

No quería que un libro le obstruyera

Su creación.

—¡Mis obras, ah mis obras!

Pero además, Cervantes se convierte en el antónimo de la pedantería (Victoria de los pedantes. / Invoquemos a Cervantes) o en un símbolo contradictorio de la fama, o su personaje se cuela en contextos evanescentes, poéticos o humorísticos:

Bouvard y Pécuchet, la gran pareja

Que amalgama lo heroico y lo infeliz.

Os guía Don Quijote y nunca os deja.

                                  *

En oscuridad camarote.

Mar oído aún maravilla

Como el mar visto a Don Quijote.

                                  *

Otros no tan herejotes

Subieron en humo al cielo

Como celestes Quijotes.

Finalizo, valga la redundancia, con unos versos recogidos en Final. El poeta se retira a la lectura de sus clásicos y escribe:

Silencio.

Odisea, Comedia, Hamlet, Fausto.

Y Quijote, Quijote...

Gerardo Diego (1896-1987), poeta santanderino galardonado con el prestigioso premio Cervantes en 1979, en un artículo del diario Nueva España (1973) recuerda una anécdota de su época estudiantil cuando en clase intentó escribir un soneto a Don Quijote pero no pasó del séptimo verso. Empezaba de una forma que a él le pareció axiomática:

Soy Don Quijote, el ingenioso hidalgo…

Pero no hubo forma de acabarlo.

Quizá este recuerdo fuera el que, en los últimos años de su vida, le animara a componer el Soneto en fuga a don Quijote, cuyos tercetos finales dicen:

Nada podrán gigantes, nada endriagos,

burladores del ser: visto y no visto.

Mi brazo tronza y mi pasión flamea.

 

Mírenme, encántenme tus ojos magos,

verdiazules y ruideros lagos,

e invencible seré, mi Dulcinea.

Dámaso Alonso (1898-1990), autor galardonado con el Premio Miguel de Cervantes de 1978, en Hijos de la ira tiene un poema sin título, en el que imagina a Don Quijote y Sancho en el portal de Belén, que finaliza:

Ya don Quijote adora

al niño; Sancho intenta un lindo pie besarle.

Cuatro animales dulces en su vaho lo envuelven:

con la mula y el buey, el asno y rocinante.

De Gabriel Celaya (1911-1991) resulta llamativa la poesía titulada Instancia. La primera mitad dice así:

Etceterísimo Señor:

Yo, Gabriel Celaya, aspirante a poeta,

que pase lo que pase siempre estoy donde estoy,

visto su tal y cual del tantos y adelante,

le digo a usted que no.

 

Confieso que he clamado mi verdad hasta en verso,

mas también don Quijote dijo: «Yo soy quien soy»,

y al ser era un «nosotros», y al decir se cumplía,

y al hacernos se hacía, como en él me hago yo.

Mucho más extenso es el poema que titula A Sancho Panza. Copio solo el inicio:

Sancho-bueno, Sancho-arcilla, Sancho-pueblo,

tu lealtad se supone,

tu aguante parece fácil,

tu valor tan obligado como en La Mancha lo eterno.

Sancho-vulgar, Sancho-hermano,

Sancho, raigón de mi patria que aún con dolores perduras,

y, entre cínico y sagrado, pones tu pecho a los hechos,

buena cara a malos tiempos.

Sancho que damos por nada,

mas presupones milenios de humildad bien aceptada.

La única obra en prosa de Blas de Otero (1916-1979), aunque muchos pasajes pueden ser considerados como prosa poética, se titula Historias fingidas y verdaderas. Está publicada en 1970 y, además del propio título, varios de sus textos tienen un fuerte sabor cervantino. Ya antes, a partir de Pido la paz y la palabra (poemario de 1955), hay una fuerte presencia del simbolismo del Quijote en las poesías de este autor. Baste como prueba la cita de las palabras de Sancho

porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más

que preceden a uno de sus más conocidos poemas, o estos versos que encontramos hacia la mitad del poema Espejo de España:

El Toboso. Criptana.

Veo

una mancha,

lejos.

Lanza

y rocín, ensueños,

avanzan.

Oh espejo

de España.

Yermo

yelmo....

En su obra En castellano solicita

Fundir a don Quijote y san Ignacio

de aquel el idealismo, de este, la «actio».

Y, dentro del mismo libro, encontramos el poema titulado Letra

Por más que el aspa le voltee

y España le derrote

y cornee,

poderoso caballero

es don Quijote.

 

Por más que el aire se lo cuente

al viento, y no lo crea

y la aviente,

muy airosa criatura

es Dulcinea.

Busto de Blas de Otero, en Bilbao (2005)

Busto de Blas de Otero, en Bilbao (2005).
Escultor: Francisco López Hernández.

De su libro Que trata de España reproduzco el «soneto» titulado Vámonos al campo y los versos de corte popular de su Canción diecinueve

Señor don Quijote, divino chalado,

hermano mayor de mis ilusiones,

sosiega el revuelo de tus sinrazones

y, serenamente, siéntate a mi lado.

 

Señor don Quijote nos han derribado

y vapuleado como a dos histriones.

A ver, caballero, si te las compones

y das vueltas al dado.

 

Debajo del cielo de tu idealismo,

la tierra de arada de mi realismo.

Siéntate a mi lado, señor Don Quijote.

 

Junto al pozo amargo de la soledad,

la fronda de la solidaridad.

Sigue a Sancho-Pueblo, señor Don Quijote.

                                  *

Molino de viento, muele

el viento que va al molino.

 

No toques a Don Quijote,

no agravies a Sancho Panza.

Molino de viento, muele

el viento que viene y pasa.

 

Don Quijote está tocado,

Sancho Panza, requitonto.

Molino de viento, muele

el viento que pasa solo.

 

El viento que va al molino

muele, molino de viento.

Tengo constancia de la existencia de otros poemas de autores españoles del siglo XX que no he podido localizar, como el titulado Don Quijote de Leopoldo de Luis (1918-2005) incluido en su poemario Teatro real (que data de 1957).

Cierro esta selección de versos con el inicio de Las confesiones de don Quijote, del poeta Luis García Montero (nacido en Granada en1958).

Casi nadie me llama por mi nombre,

vulgar y cotidiano como la rebeldía.

 

Prefieren otorgarme

la nobleza ridícula que yo mismo elegí,

el título de un pobre caballero,

de una triste triste ilusión,

y me recuerdan hoy

por el delirio de mis noches,

alunado, valiente

en la cabalgadura de los sueños

al confundir gigantes y molinos.

 

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3. Referencias

 

3.1. Bibliografía

  • FELIPE, L. (2004). Poesías completas. Ed. Visor, Madrid.
  • PÉREZ CAPO, F. (1947). El Quijote en el teatro. Editorial Milla, Barcelona.
  • PÉREZ SILVA, V. (2001): Don Quijote en la poesía colombiana. Editorial SIC. Bucaramanga (Colombia).
  • UNAMUNO, M. de, (1987). Poesía completa. Alianza editorial. Madrid.
  • VÁZQUEZ ALDANA, E. (Recopilador, 1947). Cancionero cervantino en el cuarto centenario de don Miguel de Cervantes Saavedra. Stadium de Cultura, Madrid.

 

3.2. Créditos del artículo, versión y licencia

DIÉGUEZ GARCÍA, J. (2015) «Interpretación poética de don Quijote». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid. Año II. Nº 3. ISSN 2341-1643 [URI: http://letra15.es/L15-03/L15-03-11-Intepretacion-poetica-de-don-Quijote.html]

Recibido: 3 de febrero de 2015

Aceptado: 18 de febrero de 2015.

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