Sección VASOS COMUNICANTES
Pedro Hilario Silva
Es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y doctor por la Universidad Complutense de Madrid, con una tesis sobre la dimensión comunicativa de las relaciones transtextuales. Ha ejercido como profesor en diferentes institutos y como profesor asociado en la Facultad de Educación de la UCM. Preside la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo», cuya revista Letra 15 dirige desde su creación. Además de ser autor de numerosos artículos y ensayos sobre distintos aspectos de la teoría literaria y literatura comparada, ha formado parte de diferentes jurados y comisiones técnicas de premios pedagógicos. Asimismo, ha dirigido cursos sobre didáctica de la literatura para diferentes instituciones y ha sido miembro de varios grupos de investigación universitarios (FRAC, ForMule, Didactext). En la actualidad, coordina la línea de investigación sobre nuevas didácticas para la educación literaria, lingüística y transmedia en el IUCE de la Universidad Autónoma de Madrid y es miembro del grupo ELLI de la Facultad de Educación de la UCM, dentro del cual trabaja en el análisis de los procesos de reescritura y reciclaje transmedia de cuentos populares. Coordina desde hace un año el Centro de Experimentación Poética Jesús Hilario Tundidor una entidad que, además de divulgar la obra del autor zamorano, tiene como finalidad generar reflexiones sobre el hecho poético entendido como actividad literaria y estética de naturaleza socio comunicativa de amplia y diversa naturaleza.
Fernando Menéndez en su estudio.
La poesía y la pintura han sido desde prácticamente la aparición de ambas formas de expresión artística una pareja de hecho (cuadros que han reproducido poemas, poemas ecfrásticos que han convertido las imágenes en palabras, poesías caligramáticas que han fusionado palabras e imágenes en una única realidad…) que ha ido llenando de sugerentes propuestas el universo artístico siglo tras siglo.
Especialmente rico en esta simbiosis artística ha sido el siglo XX, como lo está siendo el siglo XXI, en el campo de los libros ilustrados y los libros con ilustraciones, un universo este basado en las múltiples posibilidades de relación existentes entre palabra e imagen y en el modo en que podemos tejer a partir de la conexión entre ambas obras de enorme de belleza, sutileza, ingenio...
Libelino XII.
Dentro de este mundo de la ilustración de textos hemos de incluir los llamados 'libelinos', del escritor y pintor asturiano Fernando Menéndez, quien, tras bucear en el universo de las relaciones entre palabra e imagen, nos ofrece estas pequeñas obras de arte en las que la poesía y el color se aúnan para dar forma a piezas únicas llenas de múltiples sugerencias e insinuaciones estéticas.
Libelino XXVI.
Los 'libelinos' son pequeños libros elaborados de forma artesanal con un papel especial, en los que, a lo largo de unas pocas hojas, el número suele ser de 15 ─incluidas cubierta y contracubierta─, se sitúan colores o dibujos esquemáticos junto a un grupo de textos de un determinado poeta, escogidos por el autor.
Libelino XIV.
A lo largo de las pocas páginas que forman cada ejemplar, se establece entre pintura y poesía una conexión profunda que, alejada de lo académico, penetra en el terreno de lo íntimo, de lo personal, para construir piezas personales en las que la imagen no trata de explicar o ponderar el texto poético sugeridor a través de la pintura ni tampoco de anclar significativamente lo pintado mediante la palabra escrita de la que surge, sino que quiere crear algo más intenso, sinergias mediante las cuales, sin la necesidad de establecer similitudes o apuntalar analogías, se establezcan identidades entorno a lo que Wallace Stevens señalaba como «la poesía revelada entre la poesía en palabras y la poesía en pintura».
Libelino XII.
Cada uno de los 'libelinos' de Fernando Menéndez se acompasa con las palabras del poeta estadounidense, pues la conjunción del texto y la imagen surge en sus propuestas artísticas no del anclaje o la representación, sino de la plasmación de una estética indeterminada y fundamental, de una especie de poesía universal que se refleja en todo y que se comparte no como cesión sino como complemento.
Libelino IV.
Cada una de las propuestas pictóricas que acompaña a los textos es una pintura original que participa de la abstracción y prescinde, como tal, de toda figuración, y de las posibles referencias al mundo real que pudieran contener los poemas. De este modo, solo las diferentes sensaciones y conceptos que puedan transmitir las formas geométricas y orgánicas, así como los colores que acompañas a los poemas, servirán para establecer la relación entre las representaciones visuales y el texto escrito.
Es cierto sentido, podríamos decir que la propuesta de Menéndez participaría de aquella idea del poeta italiano Umberto Boccioni quien al escribir sobre la abstracción expresiva señalaba: «Mi ideal era un arte que expresara la idea de sueño sin representar ninguna cosa durmiente». Es decir, se trataría, no solo de lograr cierta conexión emocional entre palaba e imagen, sino de ser capaz de transmitir a través de las líneas y del uso del color efectos asimilables a los que pretende producir el poema acompañado.
Libelino XII.
Hemos de resaltar también el medio que nuestro autor ha elegido para crear su propuesta artística: el libro ilustrado; ya que esta elección, como peculiar combinación artística que es, adquiere una ineludible relevancia en el modo en que nos llega la obra como receptores. No olvidemos que, como apunta Ángela Lago, en este tipo de obra no solo se consigue una combinación única entre elementos diversos, sino que el propio medio adquiere una relevancia funcional incuestionable e incide, por ejemplo, sobre el modo en que percibimos el área coloreada o establecemos la relación entre esta y el resto de los componentes artísticos puestos en juego.
Libelino IV.
Al fin y al cabo, como señala la ilustradora brasileña no solo el ángulo de apertura de la hoja modifica la forma en que vemos el dibujo, sino que el propio movimiento que se produce con el paso de las hojas puede incidir en el modo en que se destaca la composición o en el propio sentido de la ilustración. Es decir, que el modo en que manejamos el libro puede enfatizar perspectivas, destacar o atenuar ciertos aspectos o sensaciones.
Libelino XXVI.
Las ilustraciones de un libro como el que nos ofrece Fernando Menéndez no son, ni pretenden serlo, es cierto, esenciales para comprender los poemas; pero el modo en que expresan estados de ánimo y transmiten sensaciones y emociones a través de las sacudidas de luz y líneas creadas por el artista asturiano, acaban dialogando con el lector y haciendo que este expanda sus sentidos ante el texto escrito, llegando, incluso, a modificar en cierta medida su acceso al mismo. Poetas como Ángeles Carvajal, Xuan Bello, Tomás Sánchez Santiago, Jesús Hilario Tundidor, Mar Martín, entre otros, han dado la pauta al autor asturiano para fabricar artesanalmente unas piezas únicas en su concepción y desarrollo, piezas que fruto, como señala Xuan Xosé Sánchez Vicente, de una permanente trayectoria «al serviciu de la escritura, la lliteratura y l'arte» son siempre un regalo y una sorpresa.