Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección CARPE VERBA

Carpe Verba

1.
Poemas

Enrique Villagrasa González

Enrique Villagrasa González

El autor (Burbáguena, Teruel, 1957) es lector de poesía. Ha escrito diversos libros de poemas. Ha sido incluido en varias antologías y están traducidos algunos de sus poemas a otros idiomas: al árabe; al francés; al italiano; al húngaro; al inglés; al ruso; al chino; al rumano; al croata; y al portugués. Colabora regularmente como crítico en Librújula, librujula.com, Turia y Alhucema. Su última publicación es Fosfenos (Huerga y Fierro). Es el director de la colección de poesía 'Rayo azul' (Huerga y Fierro).

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La poesía refleja nuestra propia circunstancia

Así, celado, silencio, oscuro

fue el suceder, vano plumaje el río.

Jesús Hilario Tundidor

 

Selección de poemas pertenenecientes a su obra Fosfenos (2024, leídos por su autor. Para leer escuchando.

 

Recitario APE Quevedo 517.

 

1. En Burbáguena, mi pueblo

 

El paisaje anda dolorido,

la tarde muere morada

y tu sonrisa fabricada:

todo y nada sostenido.

 

Aquel rincón embebecido

tras su mano delicada,

hoy ya apartada

y todo sido.

 

Poco voy alzando

y tras en espejo mirarme

calle Moral abajo ando.

 

No quieres escucharme,

ni en el cementerio llorando:

¿con quién consolarme?

 

2. Un pólipo navega en mis entrañas

 

A Aleidis Caro.

 

 

Cuando te paras tras ver quieto estado

y ves los pasos por donde has venido,

te espantas de que tú, perdido nido,

a conocer dolor hayas llegado.

 

Cuando miras los años, el pasado,

tu frívola razón lleva al olvido.

Conoces la verdad del calor ido:

tras haberte con tanto mal lucrado.

 

Entró por intestino tan extraño

dando en el débil hilo de la vida,

de lejos conocido desengaño.

 

Tras oscuridad con tu luz vencida,

pólipo muerto de su ciego engaño,

vuelve rápida la razón perdida.

 

3. En Tarragona, media vida

 

¡En el Diari, en el Port: oh triste memoria!

Ciudad con menos teclas que un piano.

 

¡En el Port en el Diari, oh pena con alegría:

que tienen ruinas y su memoria,

de aquella pasada y periodística gloria,

que es la tuya y no es otra,

que contigo dolor no había!

El devenir telúrico del silencio.

 

Aunque la pena de jubilado ausente,

que dicta y dicta, sin eco ni verso,

me fatiga en tanto demiurgo quehacer,

cual memoria del bien pluscuamperfecto,

y de consuelo al mal ausente, bien presente.

 

Venga pues, decir se supone debería

el cáncer para callar bocas y mayor gloria,

que morir en tal memoria,

por fastidiar con j,

doblar nuestra vida sería.

 

Entonces la memoria otoñal llegó,

y la tarde en el cristal arena

fue de un piano, que en frágil dedos

sonó, y nadie reclamaba música.

Fue la noche tras frívolo sintagma.

 

4. Poesía contemplativa

 

Mantienes la poesía alimentando la tragedia.

El tiempo busca con manos marmóreas,

en las cristalinas arenas de la clepsidra,

el gozo y la alegría de la religión popular.

 

¿Acaso tú puedes criticar a los dioses de Homero

en tu esfuerzo renovado de búsqueda de Dios?

¿Cuál es pues tu destino, poeta; qué haces aquí,

si eres con la página y sin ella no te multiplicas?

 

Tal vez, el quietismo de Eurípides tenga continuación

en el de Miguel de Molinos; o ¿cuál es el destino

de los hombres frente a los dioses o a Dios?

 

También preguntamos si el destino de las personas

interesa mucho o poco, o tal vez nada a los dioses.

Mi refugio está en Francisco de Asís y su Cántico.

 

5. La poesía es un juego

 

La poesía es un juego de espejos en el misterio,

del que no hay que separar obra y lector.

Hay que trasgredir los límites entre lo vivo,

lo experimentado y la metáfora.

La poesía tiene que usurpar la propia realidad

y proyectar luz natural para que el espejo del verso te secuestre.

Para que el lector se encuentre en el poema: esa es la ilusión;

pues, nada hay neutro ni inocente.

El poeta se autoafirma en el poema:

se descubre en él y con su luz,

abraza la perspectiva matemática del soneto.

¡Ay, arte abierto, pluscuamperfecto, de infinitas llaves

que abren su vuelo hacia las estrellas!

 

Y la noche en Burbáguena barre los versos no dichos:

¿Y ahora qué hacemos con la poesía?

 

 

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