Sección TECNOLOGÍAS
Javier Fernández Delgado
Docente, investigador, historiador, editor y experto en edición digital.
Ha publicado Escuchando con los ojos en la era digital y otros artículos sobre el uso didáctico de los dispositivos móviles, y el libro digital El lector móvil: del jeroglífico al emoticono. CV en El lector andante.
Resumen.
Ensayo histórico y metodológico sobre los antecedentes y actualidad del trabajo con materiales sonoros que realiza la Asociación de Profesores 'Francisco de Quevedo', en la web APEQ con la Fonoteca y el Recitario, en la revista 'Letra 15' y en la generación de audiolibros para la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico dentro del proyecto de investigación sobre Oralidad y educación, con énfasis especial en los aspectos técnicos y en las voces recitantes narradoras.
Palabras clave: Asociación de Profesores 'Francisco de Quevedo', metodología, innovación, competencias digitales lingüístico-literarias e históricas, lectura oral, dispositivos móviles, aprendizaje móvil, materiales didácticos digitales multimodales, audiolibros, bibliotecas virtuales.
Abstract.
Historical and methodological essay on the background and current work with sound materials carried out by the Asociación de Profesores 'Francisco de Quevedo', on the APEQ website with the Fonoteca and the Recitario, in the magazine 'Letra 15' and in the generation of audiobooks for the Virtual Library of Bibliographic Heritage within the research project on Orality and education, with special emphasis on technical aspects and narrating reciting voices.
Keywords: Asociación de Profesores 'Francisco de Quevedo', methodology, innovation, linguistic-literary and historical digital skills, oral reading, mobile devices, mobile learning, multimodal digital didactic materials, audiobooks, virtual libraries.
A ti, lector recitante, que vences el pudor de contar cuentos y de recitar versos.
—Señor, nosotros somos recitantes de la compañía de Angulo el Malo. Hemos hecho en un lugar que está detrás de aquella loma, esta mañana, que es la octava del Corpus, el auto de Las Cortes de la Muerte, y hémosle de hacer esta tarde en aquel lugar que desde aquí se parece; y por estar tan cerca y excusar el trabajo de desnudarnos y volvernos a vestir, nos vamos vestidos con los mismos vestidos que representamos. Aquel mancebo va de Muerte; el otro, de Ángel; aquella mujer, que es la del autor, va de Reina; el otro, de Soldado; aquél, de Emperador, y yo, de Demonio, y soy una de las principales figuras del auto, porque hago en esta compañía los primeros papeles. Si otra cosa vuestra merced desea saber de nosotros, pregúntemelo, que yo le sabré responder con toda puntualidad, que, como soy demonio, todo se me alcanza.
Cervantes, Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, 1615, XI.
Las cerezas de los recuerdos tiran unas de otras.
Moreno Villa, Vida en claro: autobiografía, 1944.
Lector, sea que con facilidad recites versos o inventes cuentos, o sea, más bien, que el pudor te lo dificulte o incluso te lo impida, harás bien en leer con sosiego este artículo metodológico que no trata sobre cómo resolver lo anterior y vencer el pudor, que vaya usted a saber la mejor receta, sino sobre los detalles en los que se esconde el demonio, que, llegado el caso, impedirán, aunque la voluntad te sobre, llevar a buen término el empeño de dar voz ─la tuya propia o la ajena─ a esos versos e historias y convertirlos en audiolibros con los que acompañar el lento o fugaz transcurrir de los días.
En este artículo encontrarás respuestas a preguntas nuevas, más hondas, una vez asimiladas las que expusimos en los artículos anteriores: Cómo fabricar una 'Fonoteca' y un 'Recitario' digitales en entornos educativos (2022) y La biblioteca escolar digital y la Edad de Plata como situación de aprendizaje (2023), insertos ambos en el proyecto de investigación sobre Oralidad y educación en el que estamos embarcados en la Asociación.
El pasado 13 de febrero de 2024, la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria del Ministerio de Cultura daba a conocer la noticia de que la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográficos ofrecía al público los primeros 40 audiolibros generados a partir de sus propios fondos patrimoniales digitalizados, y puntualizaba: «La lectura de estos audiolibros la ha llevado a cabo la 'Asociación de Profesores de Español Francisco de Quevedo'», es decir, por nosotros. ¡Qué orgullo tan grande!
¿Cómo hemos llegado hasta aquí y qué dificultades le asaltan a quien quiera remedar la experiencia y formar su propia colección de audiolibros? La oralidad ha ido empapando progresivamente nuestros quehaceres, e intentaremos explicar cómo y porqué. Vamos a ello.
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Cervantes, en el capítulo titulado De la extraña aventura que le sucedió al valeroso don Quijote con el carro o carreta de «Las Cortes de la Muerte», utiliza el término recitantes, como se constata en la cita que encabeza este artículo: «recitantes de la compañía de Angulo el Malo». La palabra solo aparece en cinco ocasiones, todas en la segunda parte del Quijote, concentradas en tres capítulos, como se chiva el buscador del visor de libros electrónicos de Calibre a partir de la edición en formato ePub del Quijote conmemorativo de 2005 de la Real Academia Española.
La última versión en línea del Diccionario de la lengua española (DLE) ofrece el término también en femenino ─recitanta─ pero acota mucho el significado: «Comediante o farsante.»
Si miramos hacia atrás, el sustantivo no aparece en la versión en línea del Diccionario de Autoridades (1726-1739), pero sí lo hace el verbo, con un sentido muy amplio, sin embargo: «RECITAR. v. a. Referir, contar o decir en voz alta algún discurso o oración» (1737).
Si viajamos de nuevo la presente, encontramos que, en efecto, el verbo recitar sí posee diversas acepciones, de amplio campo semántico, en la última versión en línea del Diccionario: «1. tr. Referir, contar o decir en voz alta un discurso u oración. Sin.: referir, relatar, contar, exponer. 2. tr. Decir o pronunciar de memoria y en voz alta versos, discursos, etc. Sin.: declamar, entonar, pronunciar, cantar, enunciar, narrar. »
Todo esto viene a cuento de averiguar cuál es el término que se puede aplicar con mayor propiedad al oficio de la lectura en voz alta. El término narrador no aparece en el Quijote, tampoco locutor, y contador lo hace una vez, pero referido a contar cantidades. Leyente aparece dos veces, pero obliga a imaginar un lector con su libro delante:
¿...entrar a deshora por la puerta de la sala otra mucho más hermosa doncella que ninguna de las primeras, y sentarse al lado del caballero y comenzar a darle cuenta de qué castillo es aquél y de cómo ella está encantada en él, con otras cosas que suspenden al caballero y admiran a los leyentes que van leyendo su historia?
Recitante aparece dos veces en las Novelas ejemplares (1613), en medio de El coloquio de los perros, cuando Berganza explica las diferencias entre el poeta compositor y el comediante lector y aparece la compañía del autor [director] de comedias Angulo el Malo, que, por cierto también es mencionado en el Quijote de 1615, como vimos:
Aquí acabé de entender que el uno era poeta y el otro comediante. El comediante aconsejó al poeta que cercenase algo de los cardenales, si no quería imposibilitar al autor el hacer la comedia. A lo que dijo el poeta que le agradeciesen que no había puesto todo el cónclave que se halló junto al acto memorable que pretendía traer a la memoria de las gentes en su felicísima comedia. Rióse el recitante y dejóle en su ocupación por irse a la suya, que era estudiar un papel de una comedia nueva.
(...) Juntose toda la compañía a oír la comedia de mi amo, que ya por tal le tenía y, a la mitad de la jornada primera, uno a uno y dos a dos, se fueron saliendo todos, excepto el autor y yo, que servíamos de oyentes. La comedia era tal que, con ser yo un asno en esto de la poesía, me pareció que la había compuesto el mismo Satanás, para total ruina y perdición del mismo poeta, que ya iba tragando saliva, viendo la soledad en que el auditorio le había dejado y no era mucho, si el alma, présaga, le decía allá dentro la desgracia que le estaba amenazando, que fue volver todos los recitantes, que pasaban de doce y, sin hablar palabra, asieron de mi poeta y si no fuera porque la autoridad del autor, llena de ruegos y voces, se puso de por medio, sin duda le mantearan.
Así que hay poetas, comediantes, autores, recitantes y oyentes ─porque la comedia se oye─. El recitante siempre es oyente, al menos de sí mismo, mientras que el leyente ─el lector en movimiento─ puede ser silencioso y no oír con los sentidos sino únicamente con el entendimiento.
Consultada, pues, también, la brújula cervantina y orientados por ella, parece razonable concluir que recitar es decir en voz alta, sean versos o no, aunque los comediantes del Siglo de Oro lo que habitualmente decían eran versos. Los de nuestro tiempo alternan prosa y verso y refieren, cuentan o dicen en voz alta todo tipo de discursos, oraciones o textos: recitantes ─¿y recitantas?─ podríamos, en consecuencia, llamar hoy también con total propiedad a los que se dedican a ello y graban y difunden esos textos hablados recitados.
Aquí vamos a tratar de las recitaciones o recitados que además se fijan en algún soporte sonoro que permite su recuperación instantánea, aunque de forma diferente a como lo hace la memoria humana, pues se crea una copia analógica o digital física independiente de los cuerpos del recitante y del oyente. El sujeto que genera el sonido, la voz que narra o recita, es el recitante, que tiene una rima consonante y resonante con Rocinante, pero que poco tienen que ver.
Comencemos por mencionar como ilustre antecedente técnico de nuestras faenas el Archivo de la Palabra que puso en marcha el Centro de Estudios Históricos presidido por Ramón Menéndez Pidal, dependiente de la Junta para Ampliación de Estudios e InvestIgaciones Históricas, y que dirigió Tomás Navarro Tomás en los años veinte y treinta, hace ahora un siglo. El documental Qué es España, recientemente restaurado por el Institut Valencià de Cultura-La Filmoteca, muestra en un fragmento con imagen en movimiento a Tomás Navarro Tomás trabajando con un fonógrafo hacia 1926, con un cilindro que gira y una aguja móvil que realiza las «impresiones».
En un folleto que rendía cuenta de los trabajos realizados en 1931 escribía el afaenado filólogo lo siguiente (2001: 3):
Desde fines de 1930 el Centro de Estudios Históricos viene ocupándose de la formación de un Archivo de la Palabra con el fin de recoger y conservar en discos de gramófono una documentación oral que, aparte de su utilidad para la elaboración de trabajos actuales, pueda servir principalmente para contribuir al conocimiento futuro de la cultura hispánica de nuestros días.
La idea de este Archivo fué iniciada hace años en el Centro de Estudios Históricos por D. Ramón Menéndez Pidal, quien al efecto hizo adquirir un fonógrafo Edison para registrar inscripciones en grandes cilindros de cera, análogos a los usados con este mismo objeto en el «Phonogrammarchiv» del Instituto de Psicología de Berlín y en el « Musée de la Parole» de la Universidad de París. Aún antes de esto, sirviéndose de un fonógrafo más sencillo. el Sr. Menéndez Pidal había ya registrado diversos romances cantados en las provincias de Santander, Cáceres, Badajoz y Madrid.
Estos son los antecedentes y el contexto internacional del proyecto, cuya finalidad de «contribuir al conocimiento futuro de la cultura hispánica de nuestros días» se detalle algo más (p. 4):
Desde que el fonógrafo y el gramófono llegaron a ser aparatos bastante perfectos para recoger y reproducir el sonido se comprendió la utilidad de estos instrumentos como nuevo medio de investigación científica y como elemento de información para las gentes del futuro.
(...) si bien por el momento dedicará principalmente su esfuerzo a coleccionar sistemáticamente testimonios relativos a la cultura hispánica, bajo los siguientes aspectos:
a) La lengua española literaria o correcta, en su uso ordinario y en sus manifestaciones artísticas.
b) Idiomas y dialectos hablados en la Península y en los demás países hispánicos, documentando con los ejemplos necesarios las distintas variedades que constituyen cada unidad lingüística.
c) Testimonios autofónicos de personalidades ilustres.
d) Canciones, melodías y ritmos populares y tradicionales.
Y en efecto, en diciembre de 1931 la Columbia Graphophon Company había instalado un laboratorio en el Centro de Estudios Históricos para empezar a las inscripciones originales proyectadas por el Archivo de la Palabra. Como resultado, reconoce Navarro Tomás (p. 7),
Hicimos en primer lugar los diez discos autófonos indicados a continuación. En fechas sucesivas continuaremos los trabajos de esta sección recogiendo inscripciones de otras personas...
Se fabricaron efectivamente esos discos de pizarra que recogieron algunas voces ilustres, una nómina impresionante que, sin embargo, estuvo a punto de perderse: Azorín, Juan Ramón Jiménez, Pío Baroja, Ramón Menéndez Pidal, Santiago Ramón y Cajal, Miguel de Unamuno, Niceto Alcalá Zamora, Manuel B. Cossío, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero y Ramón del Valle-Inclán.
Este juicio le mereció el resultado a nuestro filólogo (p. 13):
Los discos reproducen con especial fidelidad la altura de In voz, lo movimientos del tono, la calidad de las vocales, el ritmo y compás de la palabra. Sus resultados no son tan perfectos por lo que se refiere al sonido de ciertos consonantes y al timbre o metal de la voz. :
Y este fue el efecto sobre los propios recitantes y otros oyentes:
A quienes menos ha satisfecho el efecto de las inscripciones, en lo referente al timbre del sonido, ha sido precisamente a las mismas personas registradas. Don Juan Ramón Jiménez, que hallaba gran fidelidad en este sentido en los discos de Unamuno, Cajal, Cossío y Azorín, no advertía esa semejanza en su propia inscripción. El Sr. Menéndez Pidal creía notar asimismo en las inscripciones de los demás mayor propiedad y parecido que en la suya. Don Manuel B. Cossío, que fué reconociendo por la voz a todas las personas registradas con quienes había hablado alguna vez y que hasta descubrió el efecto del constipado en la inscripción de Menéndez Pidal, manifestó al oír su disco que no reconocía su propia voz. Don Miguel de Unamuno no ha querido oír su gráfico para no experimentar el extraño efecto que cree que había de producirle el sentir su voz fuera de sí mismo. Tampoco ha querido oírse Azorín.
Varias personas, invitadas a oír los discos, han reconocido con facilidad, a veces desde las primeras palabras, al autor de cada inscripción.
Para nuestra fortuna, los discos de pizarra han sido editados varias veces en vinilos (1990), discos compactos (Alberdi, Voces de la Edad de Plata, 1998) y más recientemente digitalizados y publicados en línea en la Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional de España, lo que nos ofrece la posibilidad de disfrutarlos de forma gratuita en la web.
Partida: Pureza del mar ; Gusto: Belleza consciente / Juan Ramón Jiménez, 1931. BDH.
En la ficha catalográfica con los metadatos del registro sonoro no musical se señala que «Contiene la lectura de un poema y un texto en prosa por el autor» y es una «Grabación realizada el día 2 de diciembre de 1931. Publicado en 1990 en vinilo y en 1998 en CD por la Residencia de Estudiantes.». En su época sería necesario tener el disco de pizarra (en realidad, ebonita) y reproducirlo a 75 revoluciones por minuto (rpm) en un tocadiscos de aguja de acero (en realidad, un gramófono) en el que habría que mover la manivela para que girara.
En el panel izquierdo se encuentra la interfaz de escucha en descarga continua (streaming) para ambas caras del disco, y de la que «No se permite la descarga» (download). Duraciones (02:48 y 02:04) y líneas de tiempo, volumen y botonera de reproducción permiten controlar la escucha en la misma página web de la Biblioteca Digital Hispánica utilizando el propio navegador. Es una interfaz sin diseño web adaptativo por lo que en el navegador móvil presenta una apariencia compacta y en tamaño de letra minúsculo. Y en la parte inferior el Enlace permanente al registro bibliográfico (Permalink) posibilita hiperenlazarlo inequívocamente, por ejemplo como henos hecho más arriba en este artículo. Pero para escucharlo hay que saltar a la web de la BNE y reproducirlo allí (JFD, 2022a).
¿Qué tal si escuchamos Gusto: Belleza consciente de Juan Ramón a sus 43 años y luego volvemos para continuar esta lectura?
En la colección digitalizada de la Biblioteca Digital Histórica se encuentran en línea 24 recursos sonoros no musicales digitalizados a partir de otros tantos discos, con dos caras de unos tres minutos cada una que recogen trabajos del Centro de Estudios Históricos-Archivo de la Palabra dirigidos por Tomás Navarro Tomás. Además de los diez ya citados hay disponibles otros catorce: uno de 1931 de Romances judeo españoles. Tetuán; nueve de 1932 (José Vera, Leonardo Torres Quevedo, Miguel Asín Palacios, Concha Espina, Armando Palacio Valdés, Fernando de los Ríos, Jacinto Benavente, José Ortega y Gasset, Xosé María Flórez y González) y cuatro de 1933 (Ignacio Bolívar, Vicente Medina, Margarita Xirgu, Ricardo León). Una de las catalogaciones es equívoca porque aparece primeramente como atribuida a Federico García Lorca, aunque su voz nunca ha sido recogida (sic) y es Margarita Xirgu la que recita uno de sus poemas.
¡Menudo tesoro, este elenco sonoro de la Edad de Plata! Pero, ¿cuánta gente lo conoce y lo disfruta, no una vez suelta, sino cada tanto, para mejor reconocer los timbres de esas ilustres voces?
Y no solo voces ilustres, como señalaba nuestro filólogo en las finalidades del proyecto. La hoy Biblioteca Tomás Navarro Tomás del CSIC conserva El Archivo de la Palabra y de las Canciones Populares. Centro de Estudios Históricos (1910-1939) formado por 7 cajas; 1.300 discos, 22 películas : 11,64 m. lineales.
Por aquellos años también se puso en marcha otro proyecto que aún hoy continúa vivo (Valverde, 1998): el Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI), dirigido asimismo por Tomás Navarro Tomás y, como ocurrió con los fondos de la JAE-CEH, fue heredado más o menos ─con un cambio de espíritu muy señalado─ por el CSIC, con su primer director ─y miembro de la RAE desde 1935─ en el exilio americano. Algunos de sus resultados se han publicado en línea en la web alpi.csic.es (2016).
Dispersos por la Red podemos encontrar muchos otros ─en terminología de catalogación bibliográfica─ 'recursos sonoros no musicales', aunque sus editores no los llamen así. Instituciones y particulares han sembrado la web de audios: locuciones en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, conferencias en la Fundación Juan March o la Residencia de Estudiantes. A veces los audios van insertos, como en los vídeos de RTVE Audio Pódcast, la Filmoteca Española, el Ministerio de Cultura o Educación, YouTube o muchos otros. A ellos se unen, claro está, las ediciones analógicas en vinilos y discos compactos, que llevan ya unos años siendo sustituidas por la escucha en streaming, como mediante Spotify u otras plataformas.
La radio, que antes solo se podía escuchar en vivo y en directo, ahora ofrece la posibilidad de los pódcast ─un término que a día de hoy el DLE no recoge todavía ─, una fórmula de programas de radio en línea nacida hacia 2004 que a la escucha en vivo añade la escucha en diferido, en cualquier momento, bien en línea o bien en local tras la descarga.
El pódcast se adecua muy bien a la vida fulgurante de nuestros días, en la que la demanda ─el oyente─ escoge el momento en vez de estar sometida al calendario rígido de la oferta. La fórmula sonora ha seguido un ascenso impetuoso como género cuasiliterario, adoptado por la prensa y los medios de comunicación clásicos ─como Qué estás leyendo | Podcasts en EL PAÍS─ o nacidos digitales, que han creado plataformas específicas para alojarlos, unas de pago y otras gratuitas ─como Apple Podcasts, Spotify Pódcasts, Google Pódcasts, iVoox Pódcasts, Pódium Pódcast...─ con producciones propias o bien que permiten el alojamiento de obras ajenas y facilitan su difusión, con interfaces específicas adaptadas a la escucha en línea.
Tomemos una referencia: el periodista Jorge Carrión explicó en una entrevista que «El ‘podcast’ es una criatura digital nueva» y calificó sus trabajos en su pódcast Solaris como «ensayos sonoros», un «híbrido entre podcast, ensayo y audiolibro» ─la tilde todavía no se había consolidado en la versión común del anglicismo─. La entrevistadora, su promotora y gran experta en la materia, María Jesús Espinosa de los Monteros (2020), contextualiza las nuevas criaturas dentro de la era de la audificación: «¿por qué no convertimos esas columnas que son, en cierto modo, grandes ensayos contemporáneos, en formato audio?».
P: ¿Para ti el podcast es un género, un formato o una tecnología?
R: No es fácil definirlo. La tecnología siempre ha cambiado el arte. Pensemos en la imprenta y el Quijote o en la fotografía y en la pintura. El podcast es un Objeto Cultural Vagamente Identificado. Creo que es una criatura digital nueva, pero que se nutre del audiolibro y de la radio y su rica tradición con variantes (como el radioteatro).
En un episodio reciente de Solaris, de su tercera temporada (2021), ya bien madura la criatura, el autor explicaba así su trabajo «En vivo pero no en directo»:
Buenas noches o buenos días o buenas tardes: no tengo modo de saber a qué hora ni en qué lugar ni en qué condiciones me estás escuchando, porque esto es un pódcast, que no es radio ni es audiolibro, pero algo tiene de ambos. Es nuevo, pero como todo lo nuevo tiene su tradición, su genética, su historia. Este pódcast se titula 'Solaris ensayos sonoros'...
Mejor dicho, lo dice, lo cuenta, lo explica en voz alta... así, con toda la riqueza de la entonación, la pronunciación, la dicción, el acento, el timbre de su voz de recitante:
En contraste, las voces sintéticas, generadas mediante algoritmos con aprendizaje profundo resuelven bien el parámetro de la inteligibilidad, pero pinchan en el otro parámetro, el de la naturalidad, lo que permite identificarlas, por ejemplo, por mantener un ritmo constante en el habla regular de la voz sintética, o por quedarse cortas al dar mensajes creativos expresivos. Pero es cuestión de tiempo, decía Carrión hace tres años en el último episodio de Solaris Algoritmos creativos. Hoy, cuando podemos gestionar una cita médica ─con dificultad─ o una reserva telefónica para comer ─por ejemplo en el restaurante Bazaar─interactuando más o menos cómodamente con una voz que sabes, aunque por los pelos, que es sintética, ¿se podría afirmar esto todavía?
Punzadas sonoras es un pódcast presentado por Paula Ducay e Inés García, amigas y filósofas. Es una de las ramas del proyecto Punzadas, en el que organizan clubes de lectura y talleres literarios y filosóficos. El episodio 3x13 se titula «Mirados y mirantes: simulacros de intimidad» y lo realizaron en vivo y en directo el pasado 29 de febrero. Se puede ver en su canal de YouTube o escuchar en la web de Primavera Sound: es un ejemplo estupendo del grandísmo nivel que ha alcanzado el género pódcast.
Jorge Carrión ha culminado recientemente la primera temporada de su nuevo proyecto, el pódcast Ecos, nuevos ensayos sonoros que tienen como lema esta pregunta «¿Aprendemos a escuchar?» , con el Episodio 10. Un pódcast para oyentes del espacio exterior. Nada menos.
El pódcast vive una edad de oro, ha cumplido veinte años, como queda dicho, y su madre, la radio comercial, en este caso española, acaba de cumplir un siglo. El maestro Iñaki Gabilondo afirmó en una entrevista conmemorativa que «Me enfado mucho con quienes dicen que el podcast es el futuro y que la radio es un medio viejo. ¡Es absurdo!». Sic, sin cursiva y sin tilde, se publicó ese titular que se puede encontrar en la web de la Cadena Ser junto con el vídeo de la entrevista en febrero de 2024. Todo formando un magnífico multimedia, que se puede ver o solo escuchar, aunque no leer en su integridad. Así están las cosas a día de hoy. A su juicio, el pódcast es un subgénero de la radio, que permite tanto la comunicación como la información y la expresión.
Gabilondo se mete de cabeza en el meollo de la razón del éxito perdurable del género radiofónico, que no ha sufrido los bandazos de la transición digital que afectaron tanto a la prensa, la música, el cine o la televisión, y afirma que «La radio es el acompañante que no te impide hacer nada», y que el oyente debe ser el centro de todo. En primer lugar, ya no está solo, sino acompañado, «mientras hace lo que le da la gana». Y lo está en tiempo real. «No se puede hacer nada con ningún otro medio de comunicación más que atenderlo», mientras que la radio tiene esa magia de estar, acompañar y dejar hacer a la vez.
Pero, ¿de dónde viene la radio? Gabilondo, en otra entrevista con motivo del cumpleaños centenario de la emisora y cadena más veterana de la radio española, Radio Barcelona y Unión Radio, destaca un hito en que participó en primera persona, el de la llegada de la libertad informativa:
Y la segunda cosa que tiene, que también necesita, una cierta solemnidad, con perdón, es la llegada de la libertad, y ahí sí que yo me siento muy muy emocionado. Yo no he vivido nunca una sensación personal más emocionada que la del día 3 de octubre de 1977, cuando ese día acabó la obligación de conectar con Radio Nacional de España, que todos los días a las 2:30 de la tarde y a las 10 de la noche daba la única información posible y que aquel día tres de octubre de 1977 se liberó y nosotros los únicos nos tiramos en plonchón sobre aquella oportunidad y aquel día hicimos el primer programa... informativo que pudiera llamarse así...
Gala del Centenario de la Cadena SER en YouTube (febrero 2024). Fragmento en la Mediateca de EducaMadrid.
Un servidor creció en un mundo del que estaba ausente la libertad informativa. Entonces, ¿qué podría saber yo cuando me despertaba de noche en la cama de mi abuelo y le veía a él, insomne, mirando al techo y con las manos cruzadas, escuchando la radio pequeña de la mesilla ─un transistor─, en la que se podía oír ─y todavía oigo con inmensa emoción─ al locutor decir «La BBC radiando para España». Porque para un maestro republicano depurado esa era la manera de saltarse el monopolio informativo que creaba la realidad ténebre franquista.
La información como propaganda es una de las líneas conductoras del pasado siglo y no sabemos si lo será del actual, en el que las democracias al menos disfrutan de una pluralidad informativa que se considera el mayor de los tesoros.
Mientras Navarro Tomás grababa las voces ilustres para el Archivo de la Palabra a las que nos referimos el inicio, en la Alemania ya gobernada por los nazis se quemaban libros de forma simultánea en 21 universidades el 10 de mayo de 1933, acción sobre la que el gran periodista Manuel Chaves Nogales hizo un reportaje gráfico para el diario Ahora, que tituló «La película de un auto de fe en Berlín en el siglo XX» ─recreado en Recitario 370─; mientras, decíamos, en esa misma Alemania se creaban los Volksempfänger (en alemán, literalmente 'receptor del pueblo'), unas radios económicas encargo del Ministro de Propaganda, Goebbels, que solo podían captar las emisoras locales, y no las de onda corta internacionales que ignoraban las fronteras y las consignas, como las de la BBC británica. El arquitecto de Hitler, Speer, declaró en los Juicios de Nuremberg que (Snell, 1959: 7, vía Wikipedia):
La dictadura de Hitler difirió de la de todos sus predecesores en la historia en un punto fundamental. Su dictadura fue la primera [...] que aprovechó completamente todos los medios técnicos para la dominación de su propio país. Mediante aparatos técnicos como la radio y el altavoz, 80 millones de personas fueron privadas del pensamiento independiente. De ese modo fue posible sujetarlos a la voluntad de un hombre.
Un receptor de radio de mediados del siglo pasado con el impresionante dial que indica las grandes capitales europeas accesibles con las distintas frecuencias de onda.
Chaves Nogales, en el exilio, entre agosto de 1942 y febrero de 1944 colaboró en diversas ocasiones con el programa Foreign Language Talks, Spanish de la BBC en Londres. Me gusta pensar en la posibilidad de que mi abuelo le escuchara, y que hoy, a pesar de los esfuerzos de tanto tirano por controlar la información, existen muchas maneras de saltarse esos controles y lo que se escribe en una revista digital que se publica en línea, como esta, puede ser leído fácilmente en cualquier parte del mundo. Con dificultades, sí, pero ¿se puede comparar alguna época con la nuestra? Las tecnologías permiten multiplicar la propaganda, ahora denominada narrativa o relato en el mundo de la posverdad, a unos niveles desconocidos antes, pero en su contra juega la diversidad de las rutas digitales y la multiplicidad de medios descentralizados. Y la competencia digital ha llegado a la educación permanente como una de las herramientas esenciales, una de las competencias clave de los sistemas educativos del mundo.
La voz escuchada tuvo y tiene, pues, un papel importante en el pasado y en el presente. El teléfono sustituyó a las cartas manuscritas como medio principal de comunicación interpersonal, y pareció que el habla le tomaba la revancha a la escritura después de siglos, sobre todo tras la difusión de la imprenta, de predominio de esta. Pero hete aquí que fue el mismo teléfono, con los mensajes de texto (SMS), la vía del retorno de la escritura, a la que se le añadió el correo electrónico y algo después la explosión del chateo digital. Ahora escritura manuscrita también, pero no con cálamo, pluma, plumilla, lápiz o bolígrafo sino mecanografiada o tecleada electrónicamente, mediante teclados físicos o virtuales (Fernández Delgado, 2020: 12.3).
Pero, como hemos estado examinando, la oralidad sigue ahí desde el principio de los tiempos, y muy especialmente desde que se pudo preservar tal cual ─lo que parecía patrimonio exclusivo de la escritura─, como en el Archivo de la Palabra de los años 30; y si había perdido protagonismo lo está volviendo a alcanzar precisamente porque la oralidad posee cualidades de inmediatez y textura emocional y expresiva de la que carece la pura transcripción documental en el texto. La buena escritura busca idealmente reconstruir el entorno expresivo del texto con descripciones y acotaciones, para deshacer los posibles malentendidos que el texto escrito desnudo pueda provocar en el lector. En el chateo digital, emoticonos, emojis, pegatinas y gif animados son fórmulas visuales que permiten aclarar el texto desnudo, tal y como hacían los antiguos egipcios con los determinantes jeroglíficos hace miles de años.
Y debemos recordar también que el dilema sobre cuál es el mejor procedimiento para enviar información entre emisor y destinatario, si el audio o el texto, se ha resuelto desde hace años a favor del atajo de que dictar un audio en un teclado virtual con reconocimiento de voz y enviar en su lugar el texto transcrito y corregido era el mejor sistema, porque el destinatario podía leer en vez de escuchar, y el emisor dictar en vez de escribir, lo que mejoraba los tiempos, los trabajos y la comprensión, como en este ejemplo de uso de GBoard en WhatsApp.
Por el camino se pierde, no obstante, la textura del mensaje sonoro y de la voz del emisor, pero, puestos a elegir: ¿preferimos escuchar mensajes de audio largos? Quizá en algunos casos sí, quizá los más jóvenes lo prefieran, ya que incluso utilizan la botonera virtual que permite escuchar el audio a mayor velocidad de la que fue grabado, como en este ejemplo de un 50% más rápido (1,5x).
Está al caer la opción de que sea ahora el destinatario el que pida que la aplicación de chat transcriba el audio recibido, para poder leerlo textualmente aún más rápido que escuchándolo. Uno de estos días.
Y cuando hablamos de dictar nos referimos a que el procedimiento está más o menos habilitado para ser utilizado en cualquier soporte o medio, no solo en los chats digitales. En el PC la combinación de teclas Windows + H habilita el reconocimiento de voz del micrófono (si lo tiene) y permite dictar y convertir audio en texto escrito en cualquier campo de texto de un documento o página web. En Mac hay que activar el ajuste de Dictado.
Los asistentes digitales personales como Siri, Alexa, Cortana o Google Assistant hace años que funcionan mediante órdenes y respuestas verbales, pero parece que está al caer una renovación profunda de su calidad con la llegada de modelos masivos de lenguaje y las inteligencias artificiales conversacionales, a las que se puede interpelar bien oralmente o bien por escrito en el prompt ─¿comando? en DLE─, tanto en la página web del navegador o en aplicaciones específicas de ordenador de sobremesa o móviles.
Así que: ¿quién, voz o texto, se ha tomado la revancha más reciente? Voz y texto se alternan en nuestras preferencias, pero la oralidad está de vuelta, sin lugar a dudas (aunque nunca se había ido).
Ahí afuera, en la telaraña mundial, hay publicados multitud de audios con textos literarios o históricos y es fácil recopilar algunos de esos recursos sonoros no musicales y reunirlos, por ejemplo, en una Fototeca literaria digital de APE Quevedo (APEQ, editora de esta revista), como hicimos a partir de febrero de 2022 creando la sección correspondiente en la web de APE Quevedo. Durante el proceso técnico de crear la página con el gestor de contenidos WordPress e ir añadiendo ítems fuimos descubriendo las diversas posibilidades que se abrían para reunir en un lugar de acceso en línea y gratuito lo que estaba disperso en la red. Fue el comienzo del proyecto de investigación sobre Oralidad y educación en el que seguimos embarcados, una forma de facilitar la práctica de las competencias digitales lingüístico-literarias e históricas relacionadas con la lectura.
En primer lugar, el respeto a los derechos de autor nos obliga a consultar la declaración de derechos del publicador o derechohabiente y actuar en consecuencia. Por ejemplo: los audios del Archivo de la Palabra de la BDH indican explícitamente que no está permitida la descarga, solo el streaming, como ya indicamos más arriba, pero siempre es posible, ya que es un recurso en línea abierto, hiperenlazarlo (JFD, 2022b). Y así se ha realizado con esos y otros audios, del Archivo de la Palabra y otras muchas fuentes. Por ejemplo, los dos más recientes, de Gloria Fuertes y Gerardo Diego, cuyos audios está recogidos en la colección sonora de archive.org.
Fonoteca literaria digital APE Quevedo 103 y 104.
Al clicar en el hiperenlace saltamos a la página de archive.org, en la que una interfaz básica por defecto nos permite la escucha; también se puede optar por elegir la más clásica de Winamp, ahora denominada Webamp, adaptada a cualquier navegador. En cualquiera de los dos casos, nos permite escuchar en línea el recurso, pero no descargarlo, como en este recital en vivo de Gloria Fuertes que incluye su Autobiografía.
Gloria Fuertes en Los poetas y su voz 4 publicado en archive.org.
Atendamos al detalle de que el sitio de referencia es muy parco con los metadatos, mientras que la Fonoteca APE Quevedo es más rica en ellos, ya que añade las fechas de escritura y de publicación primera y su título, un retrato del autor además del hiperenlace al sitio de alojamiento del audio.
Otra posibilidad se abre cuando la licencia del primer publicador admite la reutilización del recurso y solicita a cambio el reconocimiento, la señalización de la misma licencia en el nuevo recurso u otras condiciones de reserva de algunos derechos (CC Creative Commons), o incluso el © 'Todos los derechos reservados' que obliga a un acuerdo previo escrito con el derechohabiente para su nuevo uso. Para fines educativos o de investigación de comunicación pública se pueden reutilizar pequeños fragmentos sin autorización del titular de los derechos, cuando sea sin finalidad comercial: es el derecho de cita del artículo 32 de la Ley de Propiedad Intelectual.
Todo esto puede permitir incrustar el audio en la página propia del nuevo publicador, previa descarga o captura de la fuente original. Y así podemos publicar incrustado en nuestra Fonoteca el propio audio completo (extraído de un vídeo, por ejemplo) o más bien un fragmento que interese, amén de hiperenlazar y reconocer el recurso original, como en el siguiente ejemplo de intervenciones de Irene Vallejo y Antonio Muñoz Molina en la Ceremonia de Apertura ‘España, Invitado de Honor Feria del Libro de Fráncfort 2022’, vídeo alojado en el canal de YouTube del Ministerio de Cultura.
Fonoteca 96, 97 y 98
O el caso del fragmento específico de la entrevista en RTVE a Maruja Mallo en 1980 en el que alude al «El tercer sexo sin sombrero» [Lorca, Dalí, Manso], en el Madrid de los años 20 y las vanguardias, durante la Edad de Plata. Ese fragmento es la pieza maestra que interesaba en nuestra investigación de la época sobre Las Sinsombrero y el sinsombrerismo. O, la académica Inés Fernández-Ordóñez cuando en un fragmento de su discurso de ingreso en 2011 debate sobre La lengua de Castilla y la formación del español (Fonoteca 61) y dice (sic, ya que además de leer se puede escuchar):
Muchas de las innovaciones lingüísticas que transformaron el español antiguo en el moderno no vieron la luz en Castilla. En el espacio de convivencia peninsular las soluciones son, con más frecuencia que menos, compartidas, por lo que hay que manejar con cuidado el término castellanización. Dependiendo del ejemplo que elijamos la evolución bien podría tildarse de portuguesización, leonesización, navarrización, aragonesización o catalanización.
Un último ejemplo: el romance anónimo tradicional Mira, hija, qué bien canta la serenita del mar [Conde Niño] recitado de memoria por una particular, recogido por la Fundación Joaquín Díaz y custodiado en la Biblioteca Digital de Castilla y León (Fonoteca 62).
Como vamos apreciando, los audios ajenos acaban aterrizando ─incrustados, cuando es posible─ en nuestras propias páginas, para una escucha más cómoda y móvil ─ mientras nos movemos─. Todos ellos son audios ya publicados. Ese es el concepto recopilatorio de Fonoteca, o la Fonoteca o una fonoteca literaria o histórica. Pero, ¿y si los audios fueran inéditos y nuestra página fuera la editora y publicadora, el lugar donde ven la luz, mejor dicho, donde ven la luz y se abren a la escucha ─del visitante lector y también oyente─ por vez primera? Eso es Recitario, o el Recitario o un recitario.
El Recitario APE Quevedo comenzó también en febrero de 2022 y va por el ítem 487 hoy,15 de mayo de 2024, así que es un buen momento para hacer un balance de su trayectoria como proyecto didáctico colaborativo y de investigación.
Los audios que ofrece a la escucha en línea o la descarga local son recitaciones inéditas que se publican por primera vez ─en la web de APEQ─, recitados o leídos por un abanico de voces de recitadores ─recitantes─ muy diversos, en cuanto a experiencia, profesiones, aficiones, edades, timbres y texturas vocales. Hay un 'índice de autores y recitadores' que en este mismo momento vamos a cambiar por autores y recitantes, al modo cervantino. Ya está hecho el cambio. Al principio buscábamos la perfección en la lectura oral pero más tarde nos dimos cuenta de que, como en el Archivo de la Palabra, lo más valioso era la recolección del «habla viva», voces reales, ilustres unas y más populares otras, tal cual nos rodean, con sus peculiaridades; por ello, la participación está muy abierta y el repertorio de voces es muy, muy amplio. Son recitados ideales para la enseñanza e investigación del español, por tanto. ¿No son esas diferencias las que busca también el Atlas Lingüístico rastreando la geografía de las voces y los términos del español?
Índice de autores y recitantes del Recitario APE Quevedo.
Por otro lado están los autores de los textos, literarios o históricos, hombres y mujeres ─muchas mujeres─, de todas las épocas, aunque con un predominio de los de la Edad de Plata ─una de nuestras líneas de investigación─ y los pertenecientes al canon de la historia de la literatura, el que se recorre en la enseñanza reglada. Los hay también contemporáneos y vivitos y coleando, como algunas recitaciones de textos inéditos leídos por los propios autores, que nos las regalan para disfrute y aprendizaje de los que gusten de ellas. Como estos poemas inéditos de Marisol Leñador en Recitario 319.
¡Qué vértigo, qué pudor nos entra cuando los no profesionales se atreven ─nos atrevemos─ a dar voz a textos magníficos y reconocidos de escritores ilustres! Como ya señalaba Navarro Tomás (1932), el recitante cuando se convierte en oyente de su propia voz no la reconoce y frecuentemente la infravalora o, más aún, la descarta. Tienen ─tenemos─ que ser los demás quienes hagamos el reconocimiento que se merecen como testimonio de la diversidad. Lo que no quiere decir que no se deban corregir los errores y las erratas, y el ritmo acelerado, las masticaciones de sílabas, el popeo, el seseo excesivo... ¿Y el yeísmo, el ceceo?
El maestro Navarro Tomás atendió a estas cuestiones en sus publicaciones durante su dilatada vida docente e investigadora y hemos recopilado varios fragmentos de ellas en Recitario ─y en la Breve antología que acompaña este número de la revista─: «Lecciones de Pronunciación Española», Manual de pronunciación española, «Los Atlas lingüísticos y las hablas populares», su discurso de ingreso en la RAE en 1935 sobre «El acento castellano» y tras el exilio, el Manual de entonación española, Arte del verso, Los poetas en sus versos. Desde Jorge Manrique a García Lorca, y están marcha algunos otros, entresacados de Repertorio de estrofas españolas, Estudios de fonología, Capítulos de geografía lingüística de la Península Ibérica...
Tomemos como ejemplo, el Manual de pronunciación (Recitario 446), editado en fecha tan temprana como 1918 por la JAE-CEH y reeditado, revisado y actualizado innumerables veces, tanto que ha sido obra obligada de consulta en los estudios filológicos del español en ambos mundos. La alusión explícita al «yeísmo» aparece en la edición republicana de 1933, pero está ausente de la primera. El debate está servido, porque aún hoy son legión quienes no distinguen ya la «ll» de la «y» en la pronunciación cotidiana, aunque, en este caso, la recitante abulense de Gotarrendura sí lo hace, y cada lector oyente juzgará el efecto que le produce.
¿Y qué decir de la deliciosa opinión que le merece a nuestro estudioso «La intuición rítmica en Federico García Lorca», perteneciente a su ensayo, obra de madurez, Los poetas en sus versos (Recitario 437)?
En la página web que reúne las entradas del Blog APEQ relacionadas con la etiqueta (tag) 'Recitario' se puede reconstruir la historia del crecimiento del proyecto didáctico y las líneas de trabajo que se han ido dibujando en este proyecto didáctico colaborativo, como el interés por los autores de la Edad de Plata o el Siglo de Oro dentro de un abanico amplio de épocas históricas, las voces femeninas, la diversidad de géneros literarios e históricos... Pero hay otros tres, mejor, cuatro, rasgos que deben ser mencionados.
En primer lugar, el progresivo dominio de los textos multimodales: ahora los audios recitados nunca van desnudos, sino bien vestidos, acompañados de un párrafo con metadatos que sitúan el contexto de la criatura: el retrato del autor en la época en que nació el texto, su nombre y cronología, el género literario y título del fragmento ─en color azul─ con la fecha de creación, el título de la obra a la que pertenece y el año de su publicación, el nombre de la recitanta o recitante, la fecha de publicación en APEQ de la lectura oral, la etiqueta de 'Edad de Plata' ─en su caso─, la localización y fuente del facsímil digital ─si estuviera accesible─ y el pdf del texto leído. El objetivo, claro está, es que el audio pueda ser disfrutado con el aperitivo o el postre de los textos escritos y el mundo en que fueron creados. Nada obliga a su consulta, pero en un mundo de información líquida y brumosa, la referencia a las fuentes da consistencia al disfrute sonoro y abre las puertas a la consulta o lectura de la obra completa desde allí mismo, antes, durante o después del paseo.
En segundo lugar, debe mencionarse la osadía de enfrentar la publicación de textos menos reconocibles abriendo el repertorio a la investigación, como cuando descendemos a grabar fragmentos de artículos de periódicos o revistas que, seguramente, tuvieron mayor difusión que los libros en los que, con suerte, más adelante fueron recopilados. Como en el caso de la prodigiosa campaña de consulta a la opinión sobre el voto de la mujer que promovió Colombine en la prensa en fecha tan temprana como 1906. Faltaban 25 años para la concesión constitucional del voto y dos años más para que las mujeres pudieran ejercerlo en elecciones generales en 1933 y 1936, solo dos veces; y no sería hasta 1977 cuando se recuperaría la práctica del sufragio universal, suprimida durante la dictadura franquista.
A los textos poéticos o novelescos dominantes se le añaden fragmentos de discursos, ensayos, y muchos artículos, como decimos: el género periodístico sustentó la Edad de Plata, se leía poesía habitualmente en prensa y revistas y desde ellas la cultura se difundía a los distintos grupos sociales. Como escribió Jordi Gracia, (2014), Ortega y Gasset fue sobre todo un articulista que luego recopilaba sus artículos en ensayos con forma de libros.
En tercer lugar, mencionaremos la progresiva mayor duración de los recitados, que han pasado de ser breves fragmentos de unos pocos minutos que ofrecen un botón de muestra del original a audios más largos, que se acercan a los audiolibros que contienen capítulos, secciones u obras enteras. A veces, claro, el que se lee completo es el artículo periodístico o el capítulo, o también un fragmento largo de uno de ellos, que desarrolla un tema específico, como el que concentra las alusiones brujeriles de Cervantes durante una media hora de escucha.
Te habrás fijado, lector ocupado pero atento, que hasta ahora citamos entradas de Recitario hiperenlazando el ítem y presentando una imagen con un recorte de pantalla con los metadatos, como justo aquí encima. Ahora vamos a dar un paso más: tenemos que recordar que, sobre todo a partir de que el estándar HTML5 incluyó una etiqueta específica <audio> para incrustar audios en la propia página, todo se volvió más fácil. Desde entonces se permite embeber directamente usando la dirección de la fuente scr= donde se aloja el audio, sea de un alojamiento propio o de uno ajeno, como vamos a hacer ahora, en que vamos a incrustar el audio propiamente dicho, que podemos escuchar en el navegador sin saltar fuera de nuestra página. Prueba, pincha si quieres y escucha la aparición novelesca cervantina del término recitantes.
El código del recitado incrustado es el siguiente ─que nadie se asuste─: un bloque div que incluye un párrafo p con el audio, en el que se indica la fuente scr:
<!-- RECITADO-->
<div class="azafran">
<p class="centrado">
<audio src="https://apequevedo.es/wp-content/uploads/2024/04/Miguel-de-Cervante-XI-De-la-extrana-aventura.-Las-Cortes-de-la-MuerteSegunda-parte.don-Quijote-de-la-Mancha1615voz-Javier-Fdez-Delgado-Recitario-ARRE-Quevedo-10-4-24.mp3" controls="controls"> </audio>
</p>
</div>
<!-- FIN RECITADO-->
En nuestra revista hay que escribir el código con ayuda de menús, pero en muchos gestores de contenidos, como WordPress, con el que está editado Recitario, no es necesario tener a la vista el código y saber escribirlo, ya que los menús amigables nos ofrecen el botón correspondiente (Párrafo, Audio...), que nos conduce en ese caso a la Biblioteca de medios, para enlazar el audio ya subido o para subirlo en ese momento.
¿Y el cuarto rasgo?: la importancia que concede Recitario a la escucha móvil, que explica los tres rasgos anteriores. ¿Cuánto dura un paseo a pie, una trayecto en autobús o Metro, un viaje en coche, una espera en el centro de salud, el tiempo que resta hasta la cita en el banco del parque? De momento hemos mostrado con imágenes apaisadas la forma de cómo se ve un recitado en el navegador de escritorio, pero hemos constatado que el uso principal que realiza el público no es el horizontal sino el vertical del paseante que consulta su teléfono, el lector móvil (JFD, 2020: 07.6), que exige que la página tenga diseño web adaptativo, de forma que el contenido se amolde ─verticalice, por ejemplo─ al tamaño exacto de la pantalla concreta en la que se reproduce, como podemos comprobar ahora:
Así pues, esta es la forma principal de uso de Recitario, la lectura o escucha vertical que se puede compartir rápidamente por redes sociales y recomendar a unos u otros. También este artículo está diseñado para la lectura móvil, al modo en que don Quijote leyó en vertical en Sierra Morena el librillo de memoria de Cardenio, con sus poemas y desgracias─y donde también escribió la carta a Dulcinea─ (JFD 2020: 12). Prueba y verás.
Por último, demos dos pinceladas sobre las técnicas de grabación: como se señala en Procedimiento, basta una (o varias) nota de voz que recoja tanto los metadatos como la lectura del texto, grabada y enviada al correo institucional o personal. El audio o los audios se pueden grabar ─y enviar─ mediante la propia aplicación de chat ─en vivo y en directo─ o con una específica de grabadora, que todos los teléfonos o dispositivos informáticos habitualmente poseen. El editor de Recitario revisa, crea los metadatos y publica en la página compartiendo el enlace con el recitante, para su visto bueno final. Los problemas habituales son tres: el bajo volumen, el ruido ambiente y los errores o erratas. Los dos primeros tiene solución técnica mediante la edición del audio, como veremos, pero lo mejor es que el audio venga de casa con buen sonido y sin ruido. El tercero es peor, y mas vale grabar de nuevo, aunque el recitante puede repetir sobre la marcha la parte mejorable y más tarde el editor-revisor podará lo que proceda para la versión final.
Más recientemente, como veremos, algunos recitantes utilizan programas más sofisticados para grabar y editar, como Audacity, lo que redunda en una mejora general de la calidad, que no es imprescindible, pero que se agradece dado el carácter artesanal y participativo de Recitario, sobre todo en los recitados más largos. En este nuevo hoy, de 15 de mayo, se pueden reconocer 375 autores o recitantes distintos en el índice de Recitario: no está nada mal la colección de audios vivos.
Los recitados indexados también aparecen en otras partes de la web de la Asociación, encajados en las temáticas respectivas a la vez que se pueden encontrar en Recitario o Fonoteca. Sirvan algunos ejemplos: en la sección Madrid en la Edad de Plata, en el apartado 1. Giner, Cossío y Fernando de los Ríos en el Cementerio Civil, con Colombine, Baroja y Galdós. Un paseo nos encontramos también con audios de Machado, Colombine o Galdós; en 2. Lorca sonríe en Vigo y La Barraca se va de viaje, con el recitado de uno de sus poemas en galego; en 4. Autoras en la Edad de Plata con los textos leídos de varias poetisas plateadas; en 13. Las Sinsombrero y el sinsombrerismo es la propia voz de Margarita Mallo la que nos cuenta el origen del «tercer sexo».
La otra sección con patrimonio sonoro relevante es la Fototeca literaria, donde junto a imágenes de autores y lugares literarios emblemáticos podemos escuchar ecos de sus voces, leídos o recitados por los viajeros. Y así Petrarca, Eco, Mesonero, Blasco Ibáñez, Cunqueiro, Bioy, Ocampo, Borges, Blanco Amor, Cervantes, Aldeoca, Campoamor, Diego o Tundidor. O como Alfonso X el Sabio:
Nuestra revista ofrece audios incrustados desde la versión pionera recitada por el propio traductor del poema, Luis Cañizal, de El infinito de Leopardi (2018), que vuelvo a embeber aquí,
y del artículo Citerea, Sounión e Ítaca, parte de la geografía poética española de Pablo Torío (2020 ─¡qué año!─), donde recita, entre otros, el poema Ítaca de Cavafis en su versión final de 1911, según traducción de José María Álvarez. Helo aquí también.
A estos siguieron otros artículos o colaboraciones que, cada vez con mayor frecuencia, contaban con audios estrenados en el propio número de la revista, como los de Enrique Ortiz en su La poesía de humanización de las Vanguardias desde el intelectualismo purista en la primera etapa de la producción de Pedro Salinas, como «Fidelius» ─donde lee su extraordinario poema creacionista Fe mía─ (2021) o Azucena Pérez Tolón en su El hedonista o los laberintos del placer. Novela por entregas. Primera. El hedonista no nace, se hace (2021) ─donde lee un fragmento de su La gatita presumida─.
En el número 12 de 2022 los audios se desparraman por algunos artículos, dotándoles de vida sonora: Enrique Ortiz lee a Nebrija en Elio, un hombre para la eternidad; Juan y Miguel Etayo Gordejuela en su artículo Madrid futuro. Cómo nos imaginó la zarzuela del siglo XIX (2022) leen al alimón jocosamente una referencia a El matrimonio del futuro; el hermoso recopilatorio Provincias poéticas: Zamora recoge una multitud de autores recitantes que leen sus poemas con sus propias voces; o los alumnos del Alumnado del Doble Grado de Pedagogía y Primaria que recitan los Caligramas sonoros compuestos por ellos mismos. También fue nuestro caso, ya que publicamos en la sección Tecnologías el artículo metodológico Cómo fabricar una 'Fonoteca' y un 'Recitario' digitales en entornos educativos, con diversos experimentos de audios incrustados, incluso el de una voz sintética que leía en alto en alemán seguida de la versión castellana humana del tremendo texto de Heine que preside la plaza berlinesa donde se ejecutó el bibliocausto de 1933 al que aludimos más arriba:
Das war ein Vorspiel nur, dort wo man Bücher verbrennt, verbrennt man auch am Ende Menschen.
Eso solo fue un preludio, ahí donde se queman libros se terminan quemando personas.
Una novedad compositiva que aportó el número 12 fue la incrustación de audios que ahora ya sí venían acompañados del recorte de la imagen con los metadatos, para facilitar ─ahorrando algunos clics─ la lectoescucha. Así sucede en el artículo del profesor Cañizal ‘Eso no se puede decir en clase’. Tres décadas de ‘inconveniencias’ en el Instituto San Isidro, con la peculiaridad de que se prefiere componer con la imagen vertical de la escucha móvil, en tales dispositivos se visualiza mejor así, ya que nuestra revista también ofrece, desde sus mismos inicios, diseño adaptativo:
En el número 13 de 2023, centrado en la Edad de Plata, los audios se desatan y aterrizan en casi todos los artículos, con esfuerzos memorables, como la lectura completa que Enrique Ortiz realiza de Tentativa del hombre infinito en su artículo sobre Huidobro; o Ángel Luis Sobrino acerca de la polémica Sobre la poesía sin pureza; las diferentes Caperucitas recopiladas por Pilar García-Carcedo; la carta de María de la O Lejárraga leída por la articulista María José Zamora; el «¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!» de Whitman recitado por Pedro Hilario Silva, que también aporta lecturas orales colectivas de su obra de radioteatro Teatro por entregas. Eufemia o el país donde no existían los cuentos ─otro ejemplo de diálogo e interacción entre la revista y la web APEQ─; el Prólogo del Quijote, donde se trata del oficio de escribir, leído por Mariano Calvo; diversos poetas recitan sus propios versos, como Begoña Regueiro, Manuel López Azorín, Rafael Soler o Viviana Paletta; en fin, Enrique Atienza lee fragmentos de la Novela de un literato de Cansinos-Assens. Hay artículos con apartados finales de 'Audios con lecturas orales' que los recopilan juntos, como los incluidos en la Breve antología de María de la O Lejárraga y Pablo Neruda que realizan Jesús Diéguez García y Azucena Pérez Tolón, pero en otros los audios individuales van entretejidos con los discursos, como si fueran otros párrafos más. Así sucede con algunas colaboraciones en la sección de Reseñas y críticas del mnúmero de 2023, en las que sus autores se animan a poner voz alta, por ejemplo, a Andrea Abreu o Rafael Cansinos-Assens.
En algunos casos los audios van incrustados directa y únicamente en los artículos, pero cada vez más las lecturas orales se han publicado previamente en Recitario, y luego estas se insertan en las colaboraciones de la revista, de forma que pueden ser encontrados en ambos espacios digitales, el uno con sus Índice de autores y recitantes y la otra con su buscador o Mapaweb, algo más penosos de utilizar.
El experimento más arriesgado lo realizamos nosotros mismos en el último número de Letra 15 con el artículo La biblioteca escolar digital y la Edad de Plata como situación de aprendizaje, donde afrontamos el reto de reutilizar intensamente los ya extensos materiales didácticos de Recitario, incrustándolos en el desarrollo de la exposición en cuerpo y alma, es decir tanto en audio incrustado como en imagen hiperenlazada de los metadatos. En las secciones dedicadas al miércoles, jueves y viernes de la imaginada Semana Cultural de la Edad de Plata, los alumnos de Bachillerato llevan a cabo rutas plateadas por Madrid visitando lugares emblemáticos, como la Residencia de Estudiantes o la de Señoritas, el Ateneo o el Teatro Español, donde se presentan a los demás ─'Yo soy...'─ como personajes de la época y recitan o leen textos creados por ellos, que previamente están disponibles en Recitario, y que les pueden servir de referencia para sus propias lecturas orales in situ. En la imagen que sigue, es el discípulo de Ramón y Cajal, el portillano Pío del Río-Hortega, quien lee ─justo enfrente del banco de piedra que este año cumple un siglo─ un fragmento de un artículo suyo en la revista Residencia, publicado en 1933, ¿recuerdas, lector, que la fecha nos ha aparecido ya varias veces?
El lector será quien lo confirme, pero esa disposición densa de textos, audios e imágenes textuales ofrece la posibilidad de una lectura multimodal con los diversos sentidos que solo la lectura digital en línea puede ofrecer con su galería de gestos a la que nos hemos ido acostumbrando ─entre protestas esporádicas sobre el añorado texto y olor del papel─: deslizar la página para la lectura vertical, pinzar para acercar, clicar para ampliar, encoger, escuchar o saltar. ¡Cuántas texturas distintas en esta lectoescucha!
Generamos recitados de calidad para poder educar la escucha activa a ambos lados de la mar océana, para ofrecer materiales para la enseñanza del español a lugareños o inmigrantes, para que el Instituto Cervantes esté orgulloso.
Hagamos una parada para recordar lo que sabemos de la ciencia de la lectura, tal y como la expuso Stanislas Dehaene a partir de su El cerebro lector (2014: 60), donde desarrolla la idea de convivencia de las dos rutas posibles de la lectura: tanto la fonológica, que busca el sonido de las palabras, como la léxica, que accede al significado directamente:
La cultura y la organización cerebral están ligadas inextricablemente. [...] A lo largo de su larga historia cultural, los seres humanos descubrieron poco a poco que podían reutilizar sus sistemas visuales como medio sustituto de entrada de la lengua, y llegaron así a la lectura y la escritura.
[...] Todos tenemos acceso directo al significado de las palabras, lo que nos exime de pronunciar las palabras mentalmente antes de poder entenderlas. Sin embargo, incluso los lectores expertos continúan usando los sonidos de las palabras, aunque no lo noten. No es que articulemos las palabras de manera encubierta; no tenemos que mover los labios, ni siquiera preparar la intención de hacerlo. En un nivel más profundo, sin embargo, la información acerca de la pronunciación de las palabras se recupera automáticamente. La vía léxica y la fonológica operan en paralelo y se refuerzan mutuamente.
Los escáneres cerebrales muestran cómo el cerebro se enciende como una bombilla cuando leemos y se activan las distintas zonas, léxicas y fonológicas, más o menos especializadas (JFD, 2020: 01.3). Nuestro Quevedo tenía, pues, razón cuando recitaba:
Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos
y escucho con mis ojos a los muertos.
Esto escribía un servidor durante el confinamiento:
Leer es charlar y, por tanto, escuchar, pero en vez de con el oído, con los ojos. La mirada suena, y susurra voces, las de los autores que escribieron. El habla empaquetada por la escritura en el volumen impreso permite charlar con los que ya no están: «i con mis ojos oigo hablar los muertos», escribió originalmente de su puño y letra [Quevedo, en un manuscrito autógrafo].
Cuatro años después, gracias a la experiencia acumulada que vamos describiendo en estas páginas, podemos darnos cuenta de que esa propiedad sonora de la lectura silenciosa tiene su reverso y complemento en la cualidad lectora del sonido sin mirada: leer escuchando y comprender el significado sin trazos es un privilegio de nuestros cerebros entrelazados por la cultura, que nos enseña a leer y escribir hacia los cinco o seis años creando nuestra caja de letras del cerebro. A partir de entonces la onda cerebral de la lectura nos recorre en milésimas de segundo desembocando en la comprensión y el entendimiento. ¿Entendimiento? Así terminan las Novelas ejemplares cervantinas, un diálogo tras la lectura silenciosa del manuscrito de un cartapacio que es la novela de «El coloquio de los perros Cipión y Berganza»:
A lo que dijo el licenciado:
─Señor alférez, no volvamos más a esa disputa. Yo alcanzo el artificio del Coloquio y la invención, y basta. Vámonos al Espolón a recrear los ojos del cuerpo, pues ya he recreado los del entendimiento.
─Vamos ─dijo el alférez.
Y, con esto, se fueron.
( ·¿· )
[Colofoncillo tipográfico de la imprenta de la viuda de Madrigal ─Juan de la Cuesta─ y que se utiliza en varias impresiones cervantinas]
En los años 90 del siglo pasado circulaban dos supuestas certezas en el mundillo profesional de la edición española, que se mencionaban con un rictus de resignación: el libro de bolsillo y el audiolibro no calaban en el gusto ibérico. Los norteamericanos escuchaban novelas en sus largos viajes en automóvil utilizando soportes como el casete, pero aquí no. Además, los libros de bolsillo no se vendían ─se decía en los encuentros de editores─, a pesar de su baratura y su movilidad. Un servidor vivió en persona la iniciativa editorial pública de la Comunidad de Madrid que iba en otra dirección: en 1998 se publicó el volumen 1 de la Biblioteca Madrileña de Bolsillo y en 2007 La Guía del Madrid de Juan Ramón Jiménez y la Guía del Madrid barojiano, y 2008 se publicó la Guía del Madrid galdosiano (2.ª edición), el número 23. Muchos de los títulos están hoy agotados en el soporte impreso original, pero en PublicaMadrid, donde se integra la biblioteca virtual de la editorial pública, se ofrecen en la segunda vida del soporte digital ─'Con versión digital', se describen las obras─, descargables en pdf o ePub de forma gratuita: preservación y difusión digitales a un tiempo de unas obras que ya no se agotarán.
El libro de bolsillo de papel triunfó pronto, como demuestran las estanterías de las bibliotecas públicas y caseras, pero al audiolibro le ha llevado bastante más tiempo lograrlo, para ello hay que llegar casi a nuestros días. Pero aquellos primeros años del siglo XXI fueron también los del nacimiento de las bibliotecas virtuales y de los primeros grandes proyectos de digitalización, privados y públicos, como Google Libros (Print, originalmente) o Europeana, la biblioteca digital europea (originalmente Europe's digital library, museum and archive), un agregador que recolecta los metadatos de otras muchas bibliotecas digitales, que son las que custodian los ejemplares digitalizados y que se siguen digitalizando ─mediante fondos públicos─ del patrimonio cultural europeo, procedente de las instituciones de la memoria, de archivos, bibliotecas y museos de la vieja Europa. Son los repositorios digitales de la memoria colectiva. Que desde 2008 disponen con Europeana de un cómodo punto de acceso único, directo y multilingüe al patrimonio cultural europeo.
En 2012, el cervantista Lucía Megías en su Elogio del texto digital explicaba este proceso histórico y dedicaba un capítulo 6 a señalar que el objetivo de las bibliotecas digitales es «Organizar los textos».
Una biblioteca analógica no permite que los objetos que alberga, los libros y documentos físicos que se encuentran en sus estanterías perfectamente catalogados, accesibles al usuario, relacionen su contenido, ¿por qué seguir haciendo prevalecer este modelo en las bibliotecas digitales textuales? ¿Acaso seguimos viendo el texto digital como una imagen del libro electrónico? ¿Acaso no ha llegado el momento de tomar impulso y pensar en nuevas posibilidades de difusión y conservación de los textos donde se recupere alguno de los principios de la oralidad, que preconizaba la necesidad de un diálogo entre el texto y el lector como principio del conocimiento?
Han transcurrido doce años desde estas preguntas. En el pasado mes de marzo se celebraron unas Jornadas Técnicas de Hispana, organizadas por el Ministerio de Cultura, que permitieron constatar la vitalidad del proyecto colaborativo nacido hace 18 años, la del portal del principal agregador de las bibliotecas virtuales españolas, Hispana, que se fueron formando gracias a las subvenciones públicas ministeriales ─y luego también autonómicas─ que canalizaban fondos europeos. Para que nos hagamos una idea del estado de la cuestión, allí de debatió que la próxima fase de la digitalización que promueven Europeana e Hispana será la de objetos 3D, como esculturas, edificios, yelmos, medallas... Se han abaratado los procesos y se están preparando los estándares de metadatos que los harán posibles... así como los fondos.
Tiremos de las cerezas de los recuerdos. Monografías y publicaciones periódicas impresas en papel son el núcleo de las colecciones bibliotecarias y también desde hace dos décadas se reflexiona sobre las maneras de preservarlas mediante la digitalización: desde 2005 los fondos de la iniciativa ¡2010: Bibliotecas digitales están supeditados al cumplimiento de dos requisitos: los estándares ─para el buen entendimiento en la recolección y agregación─ y que el acceso sea público, abierto y en línea de las obras que no tengan restricciones por derechos de autor, las cuales, como sabemos, tienen el límite de 70 u 80 años desde la muerte del creador: es decir, publicadas con anterioridad a 1953 ─o 1943, el caso de España─. Muchos autores de la Edad de Plata y todo el Siglo de Oro pertenecen felizmente a ese grupo, a menos que la edición lleve una traducción o textos o notas de autores o editores posteriores, lo que retrasa la fecha a los más recientes. Guillermo Martínez Sierra (en realidad María de la O Lejárraga), muerto en 1947, está en plazo de derechos en España pero no lo está para las bibliotecas extranjeras en línea, que lo consideran de dominio público y por tanto lo ofrecen dentro del préstamo digital bibliotecario. La edición primera de 1937 de Viento del pueblo de Miguel Hernández, muerto en 1942, tiene un texto de Tomás Navarro Tomás (Recitario 428), muerto en 1979, pero la Biblioteca Nacional de España al final lo ha puesto en línea completo en su Biblioteca Digital Hispánica, seguramente porque ya cuenta con los permisos de los derechohabientes de la propiedad intelectual.
Eso mismo, publicar las versiones derivadas digitales, en este caso de sus ediciones impresas agotadas, hacen también otras instituciones culturales o editoriales públicas, como el Museo del Prado ─viene a la memoria el estupendo catálogo de la exposición de Velázquez─ o la Comunidad de Madrid ─en la Biblioteca Virtual de PublicaMadrid─, para alcanzar el objetivo más elevado de su afán: lograr la difusión de sus trabajos entre el público. Y en un mundo como el nuestro, de sobreabundancia de páginas e hiperenlaces, habitado por lectores sufrientes de ansiedad algorítmica, no es fácil hacerse un hueco en su atención.
Y eso que la gente está volcada en Internet: va ─vamos─ allí a buscar, a contactar, a mirar, a leer y escuchar. Este marzo pasado se publicó Navegantes en la Red. 26ª Encuesta AIMC (Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación) a usuarios de Internet, cuyos resultados (pdf) nos permiten saber en qué entorno nos movemos y los retos que se presentan hoy mismo a quien desee que sus contenidos digitales sean encontrados y disfrutados. Tomemos dos preguntas como botón de muestra:
Pregunta: «¿A través de qué equipo/equipos accede Vd. a Internet? (cualquier uso: navegar por la web, e-mail, redes sociales, mensajería instantánea, apps, etc.)».
El 92 % utiliza el teléfono móvil y el 69 % el portátil; solo el 48 % el ordenador...
Otra pregunta: «¿Con qué frecuencia suele Vd. acceder a Internet de manera activa?».
Solo el 10% de los encuestados no está todo el rato dale que te pego con la Red, casi constantemente o varias veces al día.
Acceso en línea y movilidad: además del plato fuerte y principal de los contenidos hay que ofrecer esos dos requisitos, y la verdad es que se ofrecen, pero falta uno último, darse a conocer y en efecto ser conocidos.
Así que la situación actual que vivimos cada día es de contraste entre la existencia de un continente de obras digitalizadas accesibles en línea, fruto del trabajo colaborativo de dos décadas y financiado con impuestos, y el cartel de Terra incognita a la entrada, señal de continente desconocido y por explorar por el público, incluido el público instruido, de formación libresca impresa, y también por los miembros de los entornos educativos, a pesar del empujón hacia adelante que supuso el buscar y encontrar soluciones tecnológicas a la crisis de la pandemia. Todos estamos inmersos en pleno proceso de enseñanza y aprendizaje.
Sin embargo, los números de ese continente desconocido son impresionantes: Europeana muestra en su página de inicio una limpia caja de búsqueda con el texto: «Buscar más de 50 millones de ítems». Por su parte, Hispana ofrece casi 12 millones de objetos digitales en 248 repositorios, lo que representa una parte importante del conjunto europeo y refleja la cantidad y calidad de nuestro patrimonio.
Pero, ¿es suficientemente conocido nuestro patrimonio digital? Efectivamente lo son algunas bibliotecas virtuales específicas, repositorios y agregadores, como la pionera Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (BVMC, 1999), la Biblioteca Digital Hispánica (BDH) y la Hemeroteca Digital (HD) de la Biblioteca Nacional de España, o, con algo más de suerte, otras de una riqueza incomparable como la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico (BVPB) o la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica (BVPH), ambas de dependencia directa del Ministerio de Cultura. Y vamos a parar la enumeración pero podríamos seguir durante un buen rato saltando a los repositorios y colecciones digitales de las universidades y centros de investigación, como la Biblioteca Tomás Navarro Tomás del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, pero decíamos que íbamos a parar. Nos detenemos aquí aunque hay mucho más (JFD, 2023a).
El patrimonio bibliográfico lo forma una selección de obras singulares que, por una gran variedad de razones, han merecido una catalogación especial y más recientemente el privilegio de asegurar su preservación digital y difusión en línea de forma abierta y gratuita para disfrute de los ciudadanos y con el apoyo de sus impuestos, no lo olvidemos. Esas joyas bibliográficas impresas o manuscritas que se custodian en las cajas fuertes o zonas más protegidas de las bibliotecas públicas o privadas están ahora disponibles para su consulta, lectura o descarga digitales. No todas, obviamente, pero sí unas cuantas, que crecen cada año. ¿Estamos pensando en la primera edición del Quijote? No, aunque también, sino por ejemplo en las exquisitas ediciones de los Cuentos de Calleja en Colores, editadas hace justo un siglo, que custodia la BVPB y que aparecen como aperitivo en el carrusel de su página de inicio.
Más aún que la portada nos gusta su verso, con el niño tumbado leyendo, una ilustración creada por Rafael de Penagos. La interfaz del registro bibliográfico permite visualizar la breve obra de 24 páginas bien una a una, o bien de forma conjunta clicando en el icono del pdf, para consultarla en línea en el navegador o para descargar una copia completa.
En realidad, esta obra dispone no de dos sino de tres formas de consulta, que se reflejan en los tres iconos con enlaces, que se corresponden con tres formatos digitales: imagen, documento pdf y audio.
Efectivamente, este librillo de cuentos se puede escuchar y no solo leer visualmente, y en línea, sin necesidad de descarga ─¿recuerdas lector la famosa etiqueta audio?─: es uno de los 40 ladrones..., no, uno de los 40 audiolibros que, de forma pionera, la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico ha escogido para dar a conocer sus fondos, agregándoles el valor añadido sonoro, con la interpretación narrativa de un recitante o una recitanta que se superpone al texto autorial. No son recursos sonoros no musicales, como los que mencionamos más arriba respecto al Archivo de la Palabra que difunde la BDH, estos son ejemplares con formato de audiolibro digital, leídos en voz alta por una voz narradora, en este caso Victoria Colino Bachiller, que ha colaborado con el proyecto gestionado por la APE Quevedo.
Técnicamente, estos audiolibros son obras derivadas, ya que toman como referencia una edición impresa existente y digitalizada, un facsímil digital. Así pues, en un futuro cercano, las bibliotecas virtuales más prestigiosas ofrecerán acceso tanto al texto original facsímil como al audio creado a partir de aquel, de forma que le haga justicia, claro, porque leer mal es muy fácil, y hacerlo bien, muy difícil. Y ello nos conduce a tratar del proyecto de generación de audiolibros de la BVPB y los retos y dificultades con los que nos encontramos para llevarlo a feliz término.
Cómo escuchar los audiolibros de la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico, vídeo didáctico publicado el 20 de febrero de 2024 en el Blog APE Quevedo.
En este vídeo didáctico que incrustamos arriba se refleja el entusiasmo que nos invadió al ver publicada en la Red la colección de audiolibros en la que habíamos estado trabajando el año anterior, conforme al contrato de servicio de generación de audiolibros de la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico. Esta pionera colección de audiolibros publicados por la BVPB contiene 40 títulos, de diversos géneros ─poesía, cuento, novela, ensayo, teatro─ y épocas ─del Medievo a la Edad de Plata─que se pueden examinar de forma conjunta en la página de Bibliografías titulada Audiolibros, o bien utilizando la Búsqueda y escogiendo la sección con ese mismo nombre. Esta última modalidad tiene la ventaja de que se activa el panel izquierdo de facetado, que permite filtrar y refinar la búsqueda, por ejemplo por el 'Siglo de publicación' (25 títulos del siglo XX...), la 'Biblioteca' que custodia el ejemplar original (16 instituciones distintas) o la 'Materia' (13 son Cuentos, 2 son Obras de teatro...). En fin, los resultados se presentan con la doble posibilidad de vista 'Mosaico' o 'Lista' y una ficha breve que incluye la imagen de la cubierta, el título y el autor:
Clicando en el título que interese accedemos a la ficha catalográfica extensa de la obra con todos los metadatos, singularmente los 'Ejemplares' disponibles, donde se explicita la localización del original impreso y las versiones digitales en imagen, documento o audio, como sabemos. Las duraciones temporales de las obras de la colección de audiolibros de la BVPB son variables , en proporción al número de páginas, claro, pero juntas suman algo más de 100 horas grabadas con voces recitantes a partir de una relación de títulos propuesta por el Ministerio. Los hay desde los 9 minutos de los Cuentos de Calleja hasta los 603 minutos de Dos años de vacaciones de Verne, los 540 de Cañas y Barro de Blasco Ibáñez o los 554 de Misericordia de Galdós, es decir, entre nueve y diez horas cada una de las novelas más largas. La mayor duración obliga a fragmentar la escucha en varios archivos de audio, como en el ejemplo de Misericordia, cuya ficha catalográfica extensa presenta IX partes en otros tantos ficheros sonoros, que se pueden oír de forma independiente.
Al pulsar en el icono se abre el reproductor del audio en una nueva pestaña del navegador, que se visualiza de forma ligeramente diferente según sea el que se utilice, como Chrome [o Brave], Firefox, Tor... La interfaz, semejante en unos y otros, presenta unos controles básicos de tiempo y barras de duración y volumen.
También se permite la descarga, para escucha local mediante aplicaciones multimedia especializadas, de escritorio o móviles, como VLC, Winamp, PowerAmp... Estos programas ofrecen por defecto información con los metadatos internos de los ficheros, que permiten identificar sus contenidos y organizarlos.
Estos metadatos internos se suman a los externos del nombre del fichero ─numerados 1de9, 2de9...─ y a los la ficha catalográfica del ejemplar digitalizado original de la BVPB: todos ellos son imprescindibles para ordenar el caos en ciernes y asegurar que su difusión sea transparente y esplendorosa.
Los metadatos se deben incluir desde el primer momento en los ficheros máster que los editores utilizan para realizar la grabación y posterior edición de los candidatos a audiolibros. Por ejemplo, estos, que se corresponden al fichero I de Misericordia, tal y como se visualizan en el programa Audacity, un editor y grabador de audio de código abierto y gratuito, que se enseña a los alumnos en los Institutos de Secundaria y a la vez cumple los requisitos profesionales de un programa DAW (Digital Audio Workstation).
El procedimiento, paso a paso, de creación técnica con Audacity lo hemos desarrollado en nuestro artículo «Cómo fabricar una 'Fonoteca' y un 'Recitario' digitales en entornos educativos» (2022b) y aquí solo vamos a indicar algunas novedades y casuísticas específicas que plantean los audiolibros de la BVPB.
En primer lugar la exigencia de una calidad profesional, muy por encima de la de las grabaciones artesanales que se realizan con el teléfono móvil, como notas de voz o audios que se luego se envían para compartirlos mediante el correo o programas de chateo. Para dar una idea, vamos a comparar el tamaño de memoria que ocupa el fichero máster de edición Audacity en su formato nativo AUP3, con el audio en formato máster de preservación WAV de 24 bits y el formato de difusión en línea MP3 de 128 kb/s: todos duran exactamente lo mismo, 1:23:06, pero difieren en tamaño unas 50 veces, rango que se corresponde en cierta medida con el nivel de calidad y de detalle del sonido.
Hay que contar con un equipo adecuado: en las condiciones técnicas se especificaba que se deberían contar como medios materiales «Micrófonos dinámicos o de condensador de alta gama y conversores analógico-digital de audio integrados en tarjetas de sonido de alta calidad o interfaces de audio.» y respecto a los lugares de grabación:
La grabación de los audiolibros se realizará en estudios de grabación o en salas de la sede del adjudicatario acondicionadas para realizar grabaciones sonoras. Las salas deben estar insonorizadas o aisladas lo suficientemente como para evitar que se grabe cualquier tipo de ruido o sonido que no forme parte de la obra. Las salas deben estar acústicamente acondicionadas, evitando los ecos y reflexiones que se producen cuando las superficies (suelos, paredes) son lisas y están desnudas.
Más tarde, en el proceso de edición se revisa la onda sonora y se corrige lo que sea necesario, incluidos los picos o valles, los audios rotos, las distorsiones o erratas que exigen regrabaciones, creando pausas y silencios, amplificando o desamplificando hasta dejar el perfil de onda en unos agradables -3dB que aseguran que en su conversión al formato MP3, que es el que los oyentes van a disfrutar, no se produzcan saturaciones o distorsiones.
Onda de sonido en Audacity, con dos pistas de audio estéreo y otra de etiquetas con los capítulos de la obra, tomando como ejemplo el primer máster de Misericordia. Arriba los vúmetros que permiten controlar el nivel de grabación del micrófono o de escucha por los auriculares o altavoces. A la izquierda, el panel de ganancia.
La división y planificación de los trabajos de grabación y edición es crucial, porque hay que adaptarlos al calendario de meses de plazo para llevar todo a cabo, en nuestro caso cinco, de julio a noviembre de 2023, con informes mensuales mediante.
La codirección de los trabajos corrió a cargo de Pedro Hilario Silva y un servidor, que reunimos también las funciones de editores y grabadores, amén de narradores en algunos casos. Con las experiencias anteriores en la web APE Quevedo y Letra 15 de las que ya hemos hablado y la necesaria formación especializada creímos estar preparados para todo, llevados del arrebatamiento creador. El día a día nos fue mostrando que para conseguir un audio aprovechable de calidad impecable de una hora se necesitaban varias horas de ardua y paciente grabación: escucha atenta y repeticiones y correcciones sobre la marcha, preferibles a los retoques posteriores en el estudio o a las regrabaciones, que no logran siempre recomponer el hilo sonoro y emocional de las grabaciones primeras. A veces éramos los editores los pesados que solicitaban repetir un tramo sonoro, pero la autoexigencia de los recitantes y recitantas era otro factor que resultó más decisivo aún: no daban por buena la toma y, hala, a repetirla, para mejorar el tono, el timbre, el énfasis, el acento, la cadencia y contracadencia en las locuciones. Por supuesto, todo esto nacía del nivel alto de calidad que queríamos conseguir, aupados unos a otros, unas empujando a las otras.
Lo más importante son las voces recitantes de los narradores. Sobre ello, las condiciones técnicas prescribían:
Cada obra deberá ser leída por un solo narrador, salvo las dos obras de teatro, que deberán ser leídas por tantos narradores como personajes haya en ellas. Lógicamente, los personajes femeninos serán leídos por voces femeninas y los masculinos por voces masculinas.
Los 40 audiolibros publicados cuentan con 17 voces distintas principales, seleccionadas por el Ministerio entre las presentadas por APE Quevedo. Las hay de distintas edades y timbres, acostumbradas eso sí al trabajo tenaz en las aulas y por tanto, versátiles y repletas de entusiasmo. Las voces tienen la manda de buscar ante todo la credibilidad, ajustar la dicción, proyectar la voz, bajar la mandíbula para masticar las palabras, practicar los tonemas, distinguiendo claramente las afirmaciones de las interrogaciones... y un sin fin de otras recomendaciones. Tal y como indicábamos más arriba, en los diversos metadatos figura el nombre del recitante narrador y el de la Asociación, que completan así la información de autoría y reconocimiento catalográficos de cada título. Las obras de la BVPB y también los audiolibros derivados especifican el tipo de licencia aplicable para su difusión y reutilización, que es casi la más amplia, ya que solo exige el reconocimiento:
Condiciones de acceso y uso: La copia digital se distribuye bajo licencia "attribution 4.0 International (CC BY 4.0)": https://creativecommons.org/licenses/by/4.0
Sobre esto hay un debate, que se aireó en las Jornadas de Hispana, ya que hay países europeos en los que las obras de dominio público no pueden tener reserva de derechos, ni sus derivados tampoco: las versiones digitales de los fondos de las bibliotecas publicas no pueden tener de nuevo copyright. Sin embargo, la legislación española plantea algunas dudas sobre ello, de ahí las precauciones.
En cada audiolibro de la BVPB se escucha una única voz narradora, como se solicitaba, con algunas excepciones, las dos obras de teatro, claro, en las que se despliega un repertorio de voces, que fueron grabadas in situ, en vivo y en directo ─con dos canales y dos pistas o más─, como se cuenta en la entrada Audiolibros de teatro leído para la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico del blog APEQ.
4 de noviembre de 2023, leyendo y grabando El Barón: comedia en dos actos de Moratín, en el aula de música del IES La Dehesilla de Cercedilla (Madrid). Se aprecian los dos micrófonos activos en el preciso momento de la instantánea y el ordenador portátil donde el editor trabaja en la grabación, procurando una onda sonora estable, rica y potente.
El teatro leído, como el radioteatro, exige una preparación detallada que incluye en primer lugar la cuidadosa asignación de papeles a las distintas voces para formar un elenco coherente que ahuyente las risas nerviosas, las gracias jocosas, el pudor paralizante y los prejuicios de nuestro tiempo sobre los textos antiguos, que cuando vuelven a la vida, gracias a las voces recitantes, es que no paran de menearse de gusto. Pero es un camino erizado de ortigas, que conviene resolver en los papeles antes de llegar a las mesas con micrófonos rodeadas de gente con ganas de recitar, y uso este verbo en sentido estricto, porque ambas obras de teatro son en verso, de ahí también el gesto serio que se aprecia en la imagen superior.
La copia impresa del ejemplar original, la partitura, podríamos decir, debidamente anotada y consensuada con el elenco de voces es la herramienta imprescindible del director de la obra para conducirla a buen puerto. En las obras corales son muchas voces escuchando las que socorren al editor sonoro digital en su tarea de revisión sobre la marcha, grabando con Audacity: a veces es la propia recitanta la que al no estar convencida, solicita la repetición del fragmento, o es otra voz la que recomienda una entonación diferente o que se debe mantener el encabalgamiento del verso o el laísmo del original, o es el mismo director el que zanja el asunto con un: «¡Repetimos desde el principio de la escena!, que ha quedado muy sosa». ¡Y qué decir de la escena cómica de travestismo ante un espejo en una obra del siglo ilustrado que le tocó interpretar a este servidor!
Pero la risa y aún la carcajada son inevitables y sanadoras, como sucedió con este microdiálogo del tramo final de la comedia ¡Ya no me caso!, antecesora del género chico, que nos sirvió de mantra para excitar el ánimo durante un tiempo:
2 de noviembre de 2023. Tramo final, jocoso, de la grabación de obra de Manuel José Diana: ¡Ya no me caso! comedia en un acto y en verso en una sala de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid. El editor con sus herramientas de grabación en primer plano y las voces con las suyas en segundo.
Mediante los informes mensuales se llevaba la ─y se daba─ cuenta de los avances del proyecto y cómo los distintos títulos iban evolucionando su estado de En grabación con el % avanzado, a Grabado en edición y por último Editado. Veamos un ejemplo sobre el mes de octubre:
Los dos últimos estados se refieren al arduo y paciente trabajo realizado a posteriori por los editores, que lleva bastante tiempo, utilizando Audacity para retocar el máster AUP3 bruto procedente de las sesiones de grabación, y crear, mediante exportación a WAV y MP3. los diferentes ficheros, para preservación y difusión, que se habrían de entregar finalmente al Ministerio, una vez validados, para cumplir con el encargo. Y con un año de garantía. He aquí un detalle del Informe 5.º y final de 28-11-2023:
Y así llegamos de nuevo al 13 de febrero de 2024, cuando la Subdirección General de Coordinación Bibliotecaria del Ministerio de Cultura daba a conocer la noticia de que la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográficos ofrecía al público los primeros 40 audiolibros generados a partir de sus propios fondos patrimoniales digitalizados. Más tarde acordamos contar estas peripecias en algún articulo, como este, para recreación de los ojos del entendimiento del que guste de ello.
El paso lógico siguiente es seguir ampliando la colección de audiolibros y abrir enseguida la posibilidad de reutilizarlos como material didáctico, por ejemplo elaborando Recursos Educativos Abiertos que los tomen como fundamento junto con algunos otros materiales digitalizados con los que cuenta la Biblioteca VIrtual. En ello estamos.
Recientemente, APEQ ha acometido también la aventura de editar y publicar sus propios audiolibros, comenzando el pasado 21 de marzo por De piel y raíces. Desnúdame y otros poemas, de Begoña Regueiro, que es accesible en página propia del sitio web. Los recitantes son Pilar García Carcedo, Pedro Hilario Silva y la propia autora.
Los audiolibros de los que venimos hablando son de acceso libre y gratuito y aparecen difícilmente en las estadísticas de lectura o escucha, pero hay otros, los comerciales y de pago, que circulan a través del mercado, que sí lo hacen y de vez en cuando se llevan titulares de los medios de comunicación, como este en el ABC de 02/06/2022 sobre una plataforma de audio en expansión: «Audible: «A los españoles les encanta experimentar con las nuevas tecnologías, algo que no ocurre en otros países» o este otro en El País de 1/02/2024:
Por tercer año consecutivo, PRISA Audio, la plataforma de PRISA Media que integra toda la producción de audio digital del grupo, se consolida como el primer productor mundial de audio en español y la segunda compañía a nivel mundial, solo tras la estadounidense iHeart Media.
Este mismo año, el 25 enero, un estudio de Dosdoce da este titular: «La industria del audio en español crece un 75% en un año», ya que, en un contexto en el que «La industria del audio-entretenimiento (pódcasts, audiolibros, radio y música en streaming) está previsto que siga creciendo alrededor de un 10% en todo el mundo», se
ha identificado en su segunda edición del 'Mapa de la industria del audio en español' a 740 entidades en comparación con las 423 entidades identificadas en la primera edición del mapa publicada a principios de 2023 [...]
A lo largo de los últimos años, hemos sido testigos de cómo se ha disparado el consumo de contenidos en formato audio en español creando un catálogo audio compuesto por más de 100.000 pódcasts y superando los 25.000 audiolibros en español, frente a los escasos contenidos en audio en español de hace solo un lustro.
¿Qué son los audiolibros comerciales, que nacen a la vez que los impresos y a veces son leídos por sus propios autores, como hace Juan José Millás, que es tanto autor como narrador del audiolibro basado en sus La vida... o La muerte contada por un sapiens a un neandertal escritas mano a mano con Juan Luis Arsuaga? Se distribuyen mediante varias plataformas comerciales, como Audible ─comprada por Amazon─, iVoox, Storytel, Podimo y otras plataformas de suscripción o incluso utilizar canales en redes sociales..., pero también se puede encontrar el último mencionado, por ejemplo, en eBiblio, la plataforma de préstamo bibliotecario público digital (que, como está muy solicitado, hay que reservar).
La ONCE (hoy mediante su Servicio Bibliográfico especializado) lleva muchos años realizando audiolibros por razones de accesibilidad de sus socios y utilizando diversos artilugios para la escucha, pero el mundo en que vivimos, tras la transición digital, ha permitido universalizar el uso de aplicaciones y dispositivos multifuncionales, como los ordenadores o los teléfonos móviles, que garantizan la difusión de todos esos contenidos de audio, una vez digitalizados, sean programas de radio, pódcast o audiolibros. Ahora es la oralidad la que se toma la revancha de la escritura, porque tiene, como hemos visto, algunas ventajas que la hacen imbatible. Habitualmente nos parece que triunfa, sobre todo, el contenido visual no escrito, pero hay que reconocer que casi siempre es también sonoro u oral además de visual: la de contenidos que hay en YouTube que tienen audio cambiante y sin embargo una imagen fija, audiolibros incluidos, tengan o no origen libresco. La difusión señala la diferencia.
Los mayores crecimos en un medio ambiente de cultura libresca impresa, y hemos vivido el tránsito a la cultura libresca digital ─¿qué si no son todas esas bibliotecas virtuales de las que hemos estado hablando?─, igual que los funcionarios han vivido el tránsito desde la mesa llena de papeles a la mesa casi vacía de ellos pero con dos monitores de ordenador, llenos a rebosar de documentos digitales que hay que archivar para poder preservar y acaso recuperar en cualquier momento, mientras se teletrabaja, mismamente.
Pero, ¿y la cultura digital no libresca? Esa es la que viaja a través de las redes sociales, los diarios puramente digitales, los blogs, las webs que nunca conocen el papel, porque si acaso, se imprime una página (pantalla, casi mejor) en pdf, contenidos más o menos originales que no tienen vínculo directo con el mundo libresco, ni son derivados suyos.
Pero la cultura libresca, milenaria, es, de momento, el fundamento de nuestro mundo, los pilares sobre los que se sostiene y de desarrolla. ¿Cómo se alimentan los grandes modelos de aprendizaje que desembocan en las inteligencias artificiales conversacionales sino con todo tipo de datos, entre los que son imprescindibles los procedentes de la cultura libresca digital, que tiene un grado de confiabilidad de la que carece la no libresca? Confiemos, pues, en que, como suele ocurrir y testifica el pasado, convivan las tres culturas, sin que alguna de ellas excluya a las otras, cada una deliciosa y espléndida con lo suyo, y que los entornos eduvcativos sean lo suficientemente flexibles para que florezcan las tres y las nuevas generaciones conozcan el tacto y el olor del papel porque gustan de leer en él, se manejen con las bibliotecas virtuales y creen contenidos ─¿pódcast, recitados, audiolibros?─ en unas redes sociales protegidas por ley del espionaje indiscriminado y la rapiña de la publicidad segmentada. Sobre esta convivencia de culturas escribe Muñoz Molina: «no quiero renunciar a nada», y nosotros tampoco.
Para terminar este recorrido, citemos otro titular de estos días, que aporta otro punto de atención: «Los audiolibros son la última conquista de la IA. Ya no los narran humanos, sino voces sintéticas», se escribe en Xataca, la web líder de noticias de tecnología en español. Con la perspectiva que nos da la experiencia de los audiolibros de la BVPB permita el lector que sonriamos ante las posibles profecías apocalípticas que anuncien el fin de los recitantes humanos. Tenemos cuerda y certificado de calidad humana para rato. Pero también es cierto, que las voces sintéticas se están expandiendo a territorios nuevos, como el de incluir a los suscriptores la opción de la lectura en voz alta de noticias de periódico, como desde hace unos meses lleva a cabo elDiario.es en su colaboración con Mow, que permite incrustar un reproductor que crea versiones de audio de los artículos. Y la verdad es que es útil: una simbiosis entre texto y sonido muy interesante y cómoda.
María Ramírez: «Cómo ‘Bella ciao’ se convirtió en un himno antifascista y dio la vuelta al mundo». elDiario.es, 24/04/2024.
Un último titular, poco afortunado, pero muy significativo de la efervescencia actual: «Patadas a la RAE: la oralidad impregna la nueva literatura» (elDiario.es, 16 de abril de 2023):
Autoras y editoriales se desencorsetan para dar cabida a libros en los que acentos como el andaluz o el canario tengan cabida, un recurso cada vez más habitual que destroza moldes y explota la riqueza del lenguaje.
— Los laístas hablan bien y decir ‘asín’ no es de paletos
Sabina Urraca es una editora y escritora que propugna esa vuelta a la oralidad en la escritura, acortando las distancias ortodoxas entre una y otra modalidad de expresión, porque las distancias y fronteras entre ellas ya no están tan claras, ¿a que no? Imaginemos el Atlas Lingüístico que se inició en la Edad de Plata y aún sugie sus trabajos; qué geografías de la pronunicación nos puede regalar cuando sabemos que el habla no solo camina sino que trota y galopa y riega de variedades los territorios, ¿variedades que son igualmente válidas? Porque, ¿el chateo digital es escritura u oralidad escrita? ¿Se debe escribir siempre el punto final cuando se chatea? Lástima que no contemos con unas instrucciones básicas sobre ello que se puedan debatir en clase con los alumnos y que, entretanto, cada uno haga lo que le peta, ¿o es mejor así? Lo resuelve, como siempre, Cervantes en el Prólogo:
...y estás en tu casa, donde eres señor de ella, como el rey de sus alcabalas, y sabes lo que comúnmente se dice, que «debajo de mi manto, al rey mato».
¡La escucha activa ofrece tantos matices! Terminemos este ensayo con uno más, que llamaremos el matiz del canto del mirlo, que nunca se repite y además trina en contrapunto. La filósofa Donna Haraway propone bautizar nuestra época bajo el signo del «Fonoceno», argumento que apoya su colega Vinciane Despret (2022: 159), que precisa: «Es no olvidar que si la Tierra cruje y rechina, también canta.» Y se refiere al canto de los pájaros, como el del mirlo que interpreta el fin del invierno en «Contrapunto» (Recitario 487). Precisamente hace un siglo, Wallace Stevens escribió su poema «Trece maneras de mirar a un mirlo» (Recitario 402) y cuatro décadas más tarde Gerardo Diego continúa ese hilo temático con «Estoy oyendo cantar a un mirlo» (Recitario 361), en donde traza el camino de su vida entretejido con esos trinos, que termina así, con esta alusión fugaz y en minúscula a «federico mirlo»:
Estoy oyendo y estaré oyendo siempre
a este mirlo de esta tarde, de aquella aurora,
a este uno y mismo federico mirlo, Purísimo Chopin,
mirlo negro, rosa y verde de mi eternidad.
Por último, y para enlazar con el comienzo de este artículo, podemos y debemos recordar otra creación que nuestro poeta publica unos pocos años después, titulado explícitamente «La voz de Federico», un nuevo homenaje a su amigo desaparecido, que alude nada menos que al Archivo de la Palabra, y que comienza así:
Concluyamos ya. En nuestro recorrido por los territorios de la voz hemos confirmado que las voces perdidas pueden recrearse y vivir una nueva vida, distinta pero accesible, una dulce compañía, que nos nos deje solos ni de noche ni de día.
¿Quieres, lector paciente, como despedida, escuchar el canto del mirlo del cedro inmenso que da hoy sombra y voz al banco de piedra donado en 1924 a la Residencia de Estudiantes, plantado por entonces y acaso ya poblado de trinos que despertaban a los residentes de la Edad de Plata? ¿Quieres escuchar el mirlo del verano pasado que acaso sea el mismo mirlo? Aquí lo tienes:
¿Qué puede haber más sublime que el canto de los pájaros entremezclado con la voz de los poetas? O mejor aún, el trino de los poetas en contrapunto con los textos de los pájaros.
FERNÁNDEZ DELGADO, Javier (2024). «Recitantes. Técnicas del proyecto de Oralidad y audiolibros para la Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo». Año XI. N.º 14. ISSN 2341-1643 [URI: https://letra15.es/L15-14/L15-14-41-Javier.Fernandez.Delgado-Recitantes.Tecnicas.del.proyecto.de.Oralidad.y.audiolibros.para.la.BVPB.html]
Recibido: 13 abril de 2024.
Aceptado: 3 de mayo2024.
Licencia Creative Commons: Reconocimiento – CompartirIgual (by-sa): se permite el uso comercial de la obra y de las posibles obras derivadas, la distribución de las cuales se debe hacer con una licencia igual a la que regula la obra original.