Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección ARTÍCULOS

Dos fábulas pedagógicas con 70 años de diferencia. De Nuestra Natacha (1935) a Los chicos del coro (2004)

Raquel Gutiérrez Sebastián

La autora, Doctora en Filología por la Universidad de Santiago de Compostela con una Tesis sobre El costumbrismo en José María de Pereda, es Profesora titular de la Universidad de Cantabria y Profesora de Educación Secundaria de la especialidad de Lengua y Literatura en excedencia. Sus líneas de investigación son la Literatura española del siglo XIX, en especial, la narrativa y la literatura con imágenes (participa en el Proyecto Buril de investigación) así como en Literatura Infantil y Educación Literaria. Dentro de este ámbito ha trabajado sobre los álbumes ilustrados y los clubes de lectura. Es presidenta del Instituto Cántabro de Estudios e Investigaciones Literarias del siglo XIX, vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Menéndez Pelayo de Santander, secretaria de la revista Boletín de la Biblioteca de Menéndez Pelayo, Vicepresidenta de la Asociación de Profesores de Español Gerardo Diego y miembro del equipo asesor del Aula de Letras de la Universidad de Cantabria. Ha publicado más de 50 artículos en revistas de Literatura y Didáctica de la Lengua y la Literatura y participa en proyectos nacionales e internacionales sobre esas temáticas, concretamente en proyectos con la Universidad de Pau y Toulouse.

gsebastianr@unican.es

Borja Rodríguez Gutiérrez

Catedrático de Lengua y Literatura Castellana en Enseñanza Secundaria, Profesor asociado de la Universidad de Cantabria y, además, escritor. Ha publicado estudios sobre la Historia del cuento español (1764-1850) así como antologías de relatos del siglo XVIII y el Romanticismo. Ha publicado, asimismo, numerosos artículos sobre estos períodos. Ha sido Coordinador del Grupo Lazarillo de la Universidad de Cantabria, donde ha llevado a cabo diversas investigaciones como Lectores y lecturas en la ESO. Más información en www.stockcero.com/borjagutierrez.html.

rodrifdb@unican.es

Una versión de este artículo se presentó en el XIV Congreso de la Faspe celebrado en Pamplona en julio de 2013.

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Resumen / Abstract

Resumen.

 

En esta comunicación se plantea el análisis de la obra dramática Nuestra Natacha de Alejandro Casona y de Los chicos del coro, la película de Chistophe Barretier, como dos obras representativas de lo que hemos denominado fábulas pedagógicas, es decir, historias que ponen en escena modelos educativos contrapuestos y que nos han servido como base para elaborar una propuesta didáctica para alumnos universitarios de Magisterio. Partiendo de las diferentes visiones de la educación que plantean ambas obras y a través de una batería de preguntas pretendemos que nuestros alumnos, futuros docentes, reflexionen sobre la importancia de los modelos que sustentan las prácticas educativas.

Palabras clave: Casona, Fábulas pedagógicas, Los chicos del coro, modelos educativos, cine, teatro.

Two educational fables separated by 70 years: From «Nuestra Natacha» (1935) to «Los chicos del coro (2004)».

Abstract.

This article deals on the analysis of the dramatic work of Nuestra Natacha (Our Natacha), by Alejadro Casona, and Christophe Barretier's movie Los chicos del coro (The Boys of the Choir). Both can be considered as representative works of what we can call «pedagogic fables». That is to say, they put in scene two educational opposite models which have served us as a base to elaborate a didactic proposal for university students of Teaching and Training College. Knowing that both works outline different visions of education, we claim that, thanks to a set of questions, our students, future teachers, ponder on the importance of the models which sustain educational practices.

Keywords: Casona, Pedagogic fables, Educational models, The boys of the choir, cinema, theatre.

 

Un nuevo maestro/a llega a la escuela. La escuela es triste, oscura, fría, hostil. Los alumnos rebeldes, sucios, agresivos, desagradables y peligrosos. El ambiente en la escuela es deprimente y negativo. La autoridad solo conoce una norma: la disciplina por encima de todo: por un despiste, el castigo, por una falta, el castigo, por un error, el castigo. Cuando el despiste, el error o la falta son más graves el castigo se vuelve cruel, incluso sádico. Las instalaciones de la escuela están preparadas para todo tipo de castigos. Hay aulas de castigo, patios de castigo y celdas de castigo. Nadie discute esas normas, nadie las cuestiona. Todo el mundo acepta la situación sin ponerle un pero. En el fondo late una idea que nunca se expresa, pero en la que todos creen: «los otros (para unos los alumnos, para otros los profesores, y autoridades de todo tipo) son nuestros enemigos». Se trata por tanto de una guerra y el bando de los profesores está convencido de que los alumnos son malvados. No hay que educarles: hay que disciplinarles, domesticarles, convertirles en obedientes por medio de la fuerza y del terror.

El nuevo maestro, o la nueva maestra, llega de fuera, es extraño al colegio, nada conoce de él. No cree que los alumnos sean sus enemigos. Cree en la educación y la asume en muchas ocasiones como una misión sagrada, como un sacerdocio. Su relación con los alumnos al principio es difícil, pero rápidamente se gana su confianza. Ante la sorpresa de casi todos, aquellos alumnos rebeldes y hostiles se transforman: aprenden, progresan, trabajan en común. Se ayudan unos a otros, emprenden actividades conjuntas, se organizan. Ante la nueva situación, algunos de los antiguos profesores acogen con entusiasmo los nuevos métodos y colaboran con el nuevo docente, cansados del método antiguo y ordenancista en el que no se encontraban a gusto. Otros, nostálgicos del pasado orden militarizado y autoritario, en el que habían trabajado antes se apartan y se muestran indiferentes u hostiles.

Los cambios en la escuela sacuden el orden y llaman la atención de las autoridades. Al principio, todo son alabanzas y satisfacción, pero en seguida comienzan las dudas. Los nuevos métodos suponen un cambio de lo admitido hasta el momento, una subversión del orden, una sustitución de la autoridad, la jerarquía y el escalafón, por la igualdad, el humanitarismo y la comprensión del otro, y eso hace tambalear los cimientos del orden y de la estructura, no ya de la escuela, sino de la misma sociedad. El poder recela de esa escuela innovadora y distinta, pues supone una alteración del orden establecido: que triunfe es peligroso, pues ello significa poner en cuestión valores, normas e ideas que no interesa cambiar.

Por ello el nuevo estilo de educación se aborta: el profesor, la maestra es expulsada del colegio, por alguna razón ridícula o aprovechando una circunstancia que nada tiene que ver con él o ella, de la que se le responsabiliza. Con la partida del docente innovador la autoridad parece haber cerrado la cuestión y vencido; pero en el ánimo de los alumnos quedan las lecciones recibidas, lecciones que no se perderán. Y la maestra, el profesor, expulsados del colegio, pero no vencidos, van a otro sitio, a otra escuela, con otros alumnos y vuelven a recomenzar su tarea.

1. La fábula pedagógica

Es la fábula pedagógica una historia que se ha contado muchas veces, en literatura y cine, completa o parcialmente 1 . Quizás porque el trabajo del docente en el aula tiene mucho de representación, el mundo del teatro y del cine siempre han sentido una especial fascinación por la enseñanza. De ahí la presencia de fábulas pedagógicas, que, además de fijarse en el trabajo del docente, comparten una misma idea, casi podríamos decir un mismo ideal: la bondad natural del ser humano y el hecho de que se puede llegar a despertar esa bondad con decencia, compasión, buen trato y justicia.

Un idealismo pedagógico, una creencia en la eficacia y bondad de la enseñanza, en la idea que la educación es el remedio para mucho, para casi todo lo imperfecto del ser humano, que es la forma de eliminar diferencias, de dar oportunidades, de remediar injusticias, de curar resentimientos. Fe en la educación. Y en la historia de nuestro país, si ha habido un momento en el que la fe en la educación alcanzó su punto más alto fue en aquellos años de la Segunda República Española en los que los hombres de la Institución Libre de Enseñanza tuvieron una parte muy importante del poder educativo.

Y en aquellos años, con aquellos hombres, colaboraba un joven asturiano, maestro e hijo de maestros, escritor dramático, de nombre Alejandro Rodríguez Álvarez, que firmaba con el pseudónimo de Alejandro Casona.

Lo que importa de una escuela es el maestro y las nuevas generaciones del magisterio republicano supieron ponerse a la altura histórica del momento, bajando de la tarima autoritaria a buscar el nivel de sus alumnos con los cuales compartían trabajos, juegos y canciones. Su obra, humanizada, adquirió un sentido de colaboración, de militancia, de esfuerzo y sacrificio. Yo que he recorrido centenares de escuelas en las zonas más humildes del mapa español, he visto de cerca la labor entusiasta de aquellos muchachos que llegaban a las aldeas transidos de emoción educadora, dispuestos a darse íntegros a la nueva religión de la cultura popular. Los he visto trabajar en las clases y fuera de ellas, con los niños y con los padres, con el alma y con las manos, convirtiendo en escuela viva todo lo que les rodeaba: la era y la trilla, el aula y la tertulia y la plaza pública. Los he visto arrinconar el libro fácil para enseñar la botánica en el bosque, y la agricultura en la siembra y las matemáticas en el mercado. Los he visto improvisar talleres de industria doméstica con ruecas y telares olvidados; y laboratorios de física con botellas, rodajas de lata, tornillos de reloj y bombillas rotas. Y sólo entonces he comprendido en toda su dramática verdad, la nueva glosa del apotegma medieval: «La letra con sangre entra... Pero con sangre del maestro». Cortar lo marcado en rojo para que la cita sea más breve.

Palabras de Casona que nos dan idea de los conceptos educativos que por entonces tenía el dramaturgo asturiano. Comprometido con las Misiones Pedagógicas, alma mater del Teatro popular, las decisiones del gobierno de la CEDA en materia de educación le habían herido en lo vivo.

Gustavo Martín Garzo en el Paraninfo de la UCM

Ese desencanto se hizo patente en diciembre de 1935, con el estreno en Barcelona de Nuestra Natacha. El éxito fue resonante, y ese mismo mes la obra se representaba simultáneamente en castellano y en catalán en Barcelona. En Madrid se estrenó en febrero de 1936, y el éxito se reprodujo.

Desde un primer momento la obra fue entendida como una proclama política. Así las izquierdas aplaudían la presencia de los estudiantes comprometidos políticamente y la crítica a una sociedad conservadora que ofrecía una falsa redención en la que no creía y que en el fondo tampoco deseaba. Por parte de la derecha se criticaba insistentemente las, para entonces, atrevidas referencias sexuales de la obra, pretendiendo así descalificarla en su totalidad como inmoral.

Al iniciarse el primer acto conocemos a una serie de estudiantes, la mayor parte de ellos serios, trabajadores y comprometidos, menos Lalo, modelo de perpetuo estudiante. Aparece después Natalia Valdés, Natacha, la primera mujer doctora en Pedagogía de España. Pronto conocemos su historia, aunque ella la oculta todo el tiempo a su compañeros: huérfana y abandonada había sido educada en un reformatorio y solo la adopción por parte de Don Santiago, el rector de la Universidad, la ha salvado de aquel lugar que recuerda con horror. Llega Sandoval, un médico que viene a ofrecerle un puesto de trabajo: la dirección del Reformatorio de las Damas Azules, precisamente el mismo en el que ella estuvo. Natacha acepta con la ilusión de conseguir transformar aquella cárcel en un sitio de alegría. Mientras tanto Lalo se ha declarado a Natacha y esta le reprende, con cariño, por su irresponsabilidad y le recomienda que se enfrente a la vida.

En el segundo acto asistimos a la actuación de Natacha como directora. Desde un principio se esfuerza en cambiar el reformatorio y va consiguiendo que las chicas y chicos que allí viven sean más felices, a pesar de la oposición del conserje y de una profesora, representantes de la visión más conservadora y ordenancista de la enseñanza. La llegada de los amigos de Natacha, que inician una gira de teatro popular con una actuación en el reformatorio, coincide con la aparición en escena de la marquesa, presidenta del patronato que rige la institución, que llega para provocar la dimisión de Natacha, por desconfianza ante los métodos modernos de esta. Natacha le ruega a Lalo que le preste una granja que este tiene sin cultivar y pide a todos sus amigos un año de trabajo voluntario con ella para poner en marcha una nueva escuela a la que irán todos los alumnos del reformatorio. Lalo accede y todos se comprometen.

El tercer acto es el triunfo de Natacha: acabado el año, el proyecto de la granja es un éxito. Lalo le reitera a Natacha que la ama y esta le confiesa que le corresponde pero le pide que tenga paciencia con ella, puesto que tiene que completar su trabajo con los alumnos y hasta entonces no será libre de unirse con él. Lalo promete esperarla y se va, junto con el resto del grupo de amigos de Natacha, mientras esta, entre lágrimas, proclama que seguirá en su puesto.

En el éxito de Nuestra Natacha tuvieron mucho que ver las especiales circunstancias históricas que vivía España. Estrenada solo seis meses antes de la guerra civil, en un clima de pasiones enfrentadas, Nuestra Natacha ponía sobre el escenario del teatro varios de los temas que estaban en el debate político y social: los reformatorios, la coeducación (en un amplísima mayoría de los centros educativos españoles los dos sexos estaban rígidamente separados), la función de la universidad, la necesidad de un compromiso social de la juventud... Y planteado todo ello, no por medio de largos discursos, ni a través de historias lacrimógenas o dramones tremebundos, sino en clave de comedia, buscando la sonrisa o la risa de los espectadores, presentando una juventud, que, además de solidaria, responsable y trabajadora, era alegre.

Casi 70 años después, en 2004, se estrena la película Les choristes. La acción se sitúa en Francia, en los años 40, poco después del final de la Segunda Guerra mundial. Clement Mathieu, un músico fracasado, acepta un trabajo como vigilante en un internado con alumnos problemáticos. Desde el principio de su llegada se le informa de que los alumnos son violentos y peligrosos, y conoce la doctrina del director del centro, Rachin: «Acción-reacción». La disciplina, castigos duros e inmediatos.

Gustavo Martín Garzo en el Paraninfo de la UCM

Mathieu no está de acuerdo con los métodos de Rachin y poco a poco va consiguiendo acercarse a los niños, buscando una comunicación con ellos que vaya más allá de la mera autoridad. Lo consigue gracias a la formación de un coro con los alumnos, en el que se integran todos, hasta uno de los más conflictivos, Morhange, que se revela como poseedor de una voz excepcional.

A medida que el coro va progresando, el comportamiento de los alumnos es más positivo y se reduce la necesidad de castigos. Mathieu consigue atraer a su idea a otros profesores como Chabert, que hasta entonces seguían el sistema de «Acción-Reacción». El director desconfía de los métodos de Mathieu, pero este sigue adelante.

Un nuevo alumno, Pierre, trasladado de un reformatorio parisino, llega al centro. No se integra, recaen sobre él sospechas de robo, y ante la brutalidad de los métodos de Rachin le ataca. Finalmente es sacado del centro por la policía. El coro sigue mejorando y actúa ante la Condesa, patrona del liceo. Rachin no duda en atribuirse el mérito del coro ante la Condesa. Pero un día que Mathieu se ha quedado solo con los alumnos en el liceo y decide sacarlos de excursión, el edificio se incendia y queda destruido. El causante es Pierre, que quiere vengarse de Rachin.

El director despide a Mathieu, culpándole de lo ocurrido y aprovechando así para volver a implantar la disciplina ordenancista y brutal en la que cree. Mathieu se enfrenta con Rachin y le reprocha su actitud y su concepto de la educación. Cuando se va del centro, el coro, desde una ventana le despide con una canción. Pero no se va solo. Uno de los alumnos más pequeños, Pepinot, un huérfano, se va con él.

Al principio de la película, Morhange, que se ha convertido en un famoso director de orquesta, recibe una visita: es Pepinot que le lleva los diarios que Mathieu escribió durante su estancia en el liceo. Ambos recuerdan a la persona que fue tan importante en sus vidas.

Nuestra Natacha y Los chicos del coro tienen muchos puntos de contacto. Ambas historias tienen un mismo tema central: dos visiones de la educación que entran en conflicto. Por una parte una concepción ordenancista, obsesionada por la disciplina, basada en el castigo y que revela una profunda desconfianza hacia los jóvenes a los que se pretende educar. Por la otra, una enseñanza que busca la colaboración de los que aprenden y de los que enseñan, que cambia la disciplina por la comprensión y que cree sinceramente en las posibilidades de los seres humanos a los que intenta integrar en la sociedad. Rachin, en Los chicos del coro, y la Marquesa, en Nuestra Natacha, comparten, en el fondo, la misma idea: no existe posibilidad de educar a los jóvenes. Por ello su concepción de la enseñanza tiene más que ver con una cárcel que con un centro educativo.

Estas semejanzas temáticas entre estas dos manifestaciones artísticas nos han hecho plantearnos el trabajo conjunto sobre ambas, que hemos articulado en torno a una propuesta didáctica que parte de la lectura de la obra de Casona y del visionado de la película y que se plantea que los estudiantes, futuros maestros profundicen en las visiones de la educación que allí se plantean.

Las preguntas (recogidas en el anexo1) con las que pretendemos suscitar la reflexión en nuestros alumnos se articulan en torno a la caracterización psicológica de los protagonistas de ambas producciones artísticas, Mathieu y Natacha, y a cómo superan sus propios problemas personales a través de su ejercicio profesional como maestros, la función de la educación en la regeneración de individuos conflictivos, presente en ambas obras, el castigo y la violencia como fórmulas educativas y el posicionamiento que los diferentes personajes de las obras tienen con respecto a los cambios planteados por los protagonistas de las mismas.

2. Anexo. Batería de preguntas para trabajar con los estudiantes

Mathieu y Natacha, no son seres angelicales. Los dos, al ayudar a sus alumnos, superan algún problema personal. ¿Cuáles son esos problemas?

Queda de manifiesto desde el principio que son personajes que tienen algo dentro que podemos adivinar o suponer y eso que tienen dentro es lo que explica la tristeza de Natacha, en la que el autor insiste desde el primer momento en que aparece en la obra, o el hecho de que Mathieu haya renunciado a su vocación y haya aceptado un trabajo que no tiene que ver con ella. ¿En qué momento de la obra y de la película se presentan esos problemas al espectador? ¿Y de qué manera?

¿Mathieu y Natacha, consiguen al final, curarse de esas heridas que tenían gracias a su labor con los alumnos del reformatorio y con los chicos del coro?

En Nuestra Natacha, la presidenta del reformatorio es una marquesa, en Los chicos del coro, una condesa. Intenta relacionar el hecho de que a la cabeza de las dos instituciones esté una representante de la aristocracia con el funcionamiento que tenían antes de la llegada de Natacha y Mathieu. Piensa que los dos casos, la condesa y la marquesa no están en la vida diaria del centro, pero que son una fuerza con la que es necesario contar, y que tienen un representante como puede ser Rachin (Los chicos del coro) o la Señorita Crespo y las anteriores directoras (Nuestra Natacha).

Juan, el chico violento de Nuestra Natacha, se integra en el nuevo espíritu del Reformatorio de las Damas Azules y en la granja de Natacha. Pierre, el chico violento de Los chicos del coro, no se integra en el coro, ni en el nuevo espíritu que Mathieu consigue instaurar en el Liceo. ¿Puedes explicar esta diferencia?

¿Puede tener algo que ver que a Juan, Natacha le trata con confianza, mientras que Pierre es tratado por Rachin con desconfianza y violencia?

En realidad, Pierre es muy diferente a los alumnos del reformatorio que dirige Nuestra Natacha: mucho más violento y malintencionado. ¿Dirías que Pierre es irrecuperable, y que no hay forma de integrar a un chico como él?

¿Crees que Natacha estaría de acuerdo con esa idea?

En las dos obras hay una celda de castigo donde van los alumnos especialmente rebeldes. Compara la primera aparición de Marga (cuando sale de la celda de castigo a la llegada de Natacha al reformatorio) con la estancia de Pierre en la celda y como reacciona a ella.

Teniendo en cuenta estas dos reacciones, ¿crees que la celda de castigo tiene alguna utilidad?

La utilidad puede ser desde el punto de vista de la conducta (se supone que el temor a la celda hará que los alumnos moderen su conducta para no tener que ir allí) o de la educación (¿aprenden algo los alumnos castigados al entrar en la celda de castigo?).

En realidad la celda de castigo, ¿es propia de un centro de enseñanza o de otra institución?

Si es de otra, ¿qué institución o instituciones podrías citar?

Y que un centro de enseñanza tenga ese tipo de celdas, que son propias de esas instituciones ¿qué revela sobre la postura ante la educación de personajes como Rachin o la Señorita Crespo, que son los que las utilizan?

Chabert (el profesor de gimnasia de Los chicos del coro) y Francisco (el conserje de Nuestra Natacha) forman parte de la estructura antigua, ultradisciplinaria, antieducativa de los centros donde trabajaban antes de la llegada de Natacha y de Mathieu. Sin embargo son captados por ese nuevo espíritu y se convierten en ayudantes, en colaboradores de los nuevas intenciones (la Señorita Crespo y Rachine jamás lo serán).

¿Puedes explicar el porqué de este cambio de Francisco y de Chabert?

Si estos dos personajes tuvieran un valor simbólico, ¿a quién o quiénes representarían?

Imagina el simbolismo: la renovación, el cambio, la modernidad, la valentía, la justicia, la compasión, la humanidad, la libertad (Natacha y Mathieu), que se enfrenta a lo antiguo, al conservadurismo férreo, a la injusticia como método y forma de vida, a la prisión, a la falta de sentimientos (Rachin y Señorita Crespo); en definitiva a toda la estructura que esta protegida por la riqueza y por el poder social y económico de toda la vida (la Marquesa y la Condesa).

El combate es la educación, el concepto de la educación. Hay que pensar que el hecho de que Mathieu y Natacha hayan convencido a personas que en principio militaban en bando contrario es un elemento significativo. Por lo tanto hay que determinar a quiénes simbolizan estos personajes (Francisco y Chabert), a quiénes representan, quiénes creen los autores que son esas fuerzas o personajes o funciones que antes están en el bando de lo antiguo y se convencen y se pasan al bando del cambio.

3. Referencias

3.1. Citas

 1  En Semilla de maldad (1955) de Richard Brooks, un profesor novato y vocacional (Glenn Ford) de un centro de un barrio deprimido se enfrenta a toda la estructura educativa. Rebelión en las Aulas (1967) de James Clavell, presenta a un profesor negro (Sidney Poitier) enfrentado a un grupo de conflictivos alumnos blancos londinenses. En El club de los poetas muertos (1989) de Peter Weir, los alumnos son la flor y la nata del capitalismo estadounidense, en una ultraconservadora escuela y se encuentran ante los métodos innovadores y seductores del nuevo profesor de literatura (Robin Williams). En Mentes peligrosas (1995) de John N. Smith, una profesora novata (Michelle Pfeiffer) se enfrenta a un grupo de muchachos con problemas sociales. En el fondo la misma historia, en diferentes escenarios, con diferentes rostros, con distintos desarrollos, pero la misma historia. Con variaciones más dulzonas y sentimentales como Adiós Mr Chips (1939) de Sam Wood, que hizo célebre a Robert Donat, y otras más negras pero de luminosa intensidad como La versión Browning (1951) de Anthony Asquith, con un inolvidable Michael Redgrave. Y convertida incluso en transparente fábula política partidista en ¡Arriba Hazaña! (1978) de José María Gutiérrez. Podríamos poner en nota a pie de página algunas películas francesas más recientes que han tratado el mismo tema como Ser y tener de Nicolás Philibert (2003), que es una especie de documental que refleja la vida de las escuelas unitarias francesas o La clase (2008).

3.2. Bibliografía

  • AA.VV. Boletín del Instituto de Estudios Asturianos. LVII. 1996. Número monográfico dedicado a Alejandro Casona. Incluye un texto del propio Casona, recuerdos personales de sus conocidos, notas biográficas y artículos.
  • AZCOAGA IBAS, Enrique (1981). «Las misiones pedagógicas». Revista de Occidente. (7 y 8). Pp 222-232. Este trabajo, junto con el de Eleanor Krane que se cita más abajo, aparecieron en un número monográfico de la Revista de Occidente dedicado a la Segunda República Española. Constituyen una importante fuente de información sobre las Misiones Pedagógicas, el Teatro del Pueblo y sobre la participación en ello de Alejandro Casona.
  • DÍAZ CASTAÑÓN, Carmen (1990). Alejandro Casona. Caja de Ahorros de Asturias. Oviedo. Biografía y crítica del autor. Un excelente estudio que cuenta con la ventaja de aportar un gran número de testimonios del propio Casona y de otros autores. Junto con el libro de Rodríguez Richart que se cita más abajo, obra base e imprescindible para el conocimiento del autor.
  • DOMÉNECH, Ricardo (1962). «La dama del alba o la realidad poetizada». Cuadernos Hispanoamericanos. (149). Pp 85-88.
  • —(1963). «Otra vez el diablo de Alejandro Casona». Primer Acto. (39). P 55.
  • —(1963). «La barca sin pescador de Alejandro Casona». Primer Acto (41). Pp 42-43.
  • —(1964). «Los árboles mueren de pie de Alejandro Casona». Primer Acto. (49). P 52.
  • —(1964). «Para un arreglo de cuentas con el teatro de Alejandro Casona». Ínsula. (209).
  • —(1965). «Prohibido suicidarse en primavera de Alejandro Casona». Primer Acto. (63). Pp 55-57.
  • —(1966). «Nuestra Natacha de Alejandro Casona». Primer Acto. Pp 49-51. Ricardo Doménech, Ángel Fernández Santos y José Monleón (citados más abajo) eran los críticos teatrales de la revista Primer Acto que a raíz del regreso a España de Casona, censuraron duramente la obras del autor asturiano, acusándole de escapista, de insustancial, de falto de hondura, etc. Los juicios de estos tres autores ejercieron y ejercen gran influencia y hoy en día la valoración de Casona en la mayoría de manuales y estudios sigue las ideas de estos tres autores. De entre ellos Doménech fue el más acerbo, llegando en algunos momentos a lo que parece un ensañamiento personal. Fundamental el artículo de Ínsula en el que quedan establecidas las bases de este rechazo de la obra de Casona.
  • FERNÁNDEZ SANTOS, Ángel (1964). -«La casa de los siete balcones de Alejandro Casona». Primer Acto. (56) Pp 59-61.
  • —(1964). «La tercera palabra de Alejandro Casona». Primer Acto. (58). Pp 63-64.
  • —(1965). «Alejandro Casona». Primer Acto (68). Pp 48-50.
  • KRAUZE PAUCKER, Eleanor (1981). «Cinco años de Misiones» Revista de Occidente. (7 y 8). Pp 233-268.
  • MONLEÓN, José (1962). -«La dama del alba de Alejandro Casona». Primer Acto. (34). P 45.
  • —(1964). «Alejandro Casona frente a su teatro». Primer Acto. (49). Pp 17-19.
  • RODRÍGUEZ RICHART, José R. (1963). Vida y teatro de Alejandro Casona. Instituto de Estudios Asturianos. Oviedo. Rodríguez Richart es el máximo especialista en Casona. Esta obra fue la más completa de cuantas se habían dedicado hasta entonces al autor asturiano y hoy en día, sólo el libro de Díaz Castañón puede considerarse a su altura. El conocimiento de la obra y de la valoración crítica de Casona siempre debe empezar por aquí.
  • RUIZ RAMÓN, Francisco (1981). Historia del teatro español. Cátedra. Madrid. Pp 224-245. En esta obra clásica de la historiografía literaria española, el análisis de Casona se hace, como Ruiz Ramón reconoce desde un principio, siguiendo las ideas de los críticos de Primer Acto. Ruiz Ramón hace un recorrido por las obras más fundamentales de Casona, y, con la excepción de La dama del alba, la valoración es negativa. De nuevo la censura se basa en el escapismo, la falta de compromiso, la poetización de la realidad, el idealismo casoniano, etc. Ruiz Ramón (como Doménech, Fernández Santos y Monleón) echa en falta una «necesaria función social» que no encuentra en el teatro de Casona.

4.4. Créditos del artículo, versión y licencia

GUTIÉRREZ SEBASTIÁN, R. y RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ, B. (2014). «Dos fábulas pedagógicas con 70 años de diferencia. De Nuestra Natacha (1935) a Los chicos del coro (2004)». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid. Año I. Nº 1. ISSN 2341-1643 [URI: http://letra15.es/L15-01/L15-01_05_dos-fabulas.html]

Recibido: : 15 de julio de 2013.

Aceptado: 28 de noviembre de 2013.

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