Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

1.
Mª Antonia Casanova
La evaluación de las competencias básicas

La Muralla, Madrid, 2012.

por Milagros Muñoz Martín

 

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Las competencias básicas constituyen la  mayor novedad de la última década en el mundo de la educación. Frente a un enfoque tradicional basado en la transmisión de conocimientos, en Europa se plantea la conveniencia de dar al currículo un enfoque competencial. Las evaluaciones internacionales y la inclusión de España en el núcleo de países europeos hacen que dicho enfoque tenga su reflejo en nuestra propia normativa. La situación social que vivimos en la actualidad inclinaría la balanza, asimismo, hacia el lado competencial, ya que el alumno necesita una formación de base que le permita la transferencia de aprendizajes a los distintos desempeños que deberá desarrollar a lo largo de su vida.

Existe ya una abundante literatura sobre el tema que aborda el término competencia con mayor o menor profundidad. La singularidad del libro que se analiza radica en su constante conexión con los demás elementos curriculares. La autora, experta en temas curriculares y de evaluación, ha tenido el acierto de incardinar las competencias básicas en los procesos de planificación, organizativos y de evaluación que se llevan a cabo en los centros docentes.

Advierte, no obstante, que si este enfoque supusiera simplemente el entrenamiento en «otro tipo de pruebas» no merecería la pena el cambio que se propone. Sería únicamente un cambio de denominación, pero permanecería igual lo que hay en el fondo.

1.1. Definición de competencias básicas

Existen múltiples definiciones de Competencias básicas (España) o Competencias clave (Europa) aunque todas conducen hacia un denominador común: adquirir el conocimiento orientado a la resolución de tareas, a la aplicación de las capacidades adquiridas. Como síntesis y aportación personal a las múltiples definiciones, se propone la siguiente: …la competencia está conformada por un conjunto de capacidades o aptitudes, conocimientos, destrezas, habilidades, actitudes y valores que permiten a la persona desenvolverse, con un nivel de calidad satisfactorio, en los distintos ámbitos en los que desarrolla su vida.

Desde esta perspectiva, las competencias básicas sirven para cohesionar saberes y permiten la aplicación de lo aprendido y se demuestra en la vida habitual evidenciando la funcionalidad de los aprendizajes que deberá contribuir a aumentar el interés de los alumnos.

1.2. Concepto actual de currículo

La evolución de la sociedad, cada vez más rápida, debe conllevar la evolución del currículo. Es preciso que los gobiernos vayan actualizando su contenido pero antes de cambiarlo sería preciso aplicar una evaluación rigurosa del sistema. En este momento, el diseño curricular debe ser la propuesta teórico-práctica de las experiencias de aprendizaje básicas, diversificadas e innovadoras que el centro docente, en colaboración con el entorno, ofrece al alumnado, para que consiga el máximo desarrollo de sus capacidades y dominio de competencias que le permitan incorporarse satisfactoriamente a su contexto logrando una sociedad democrática y equitativa

Centrándonos en el currículo institucional como eje práctico de la educación, hemos de tener en cuenta otros factores fundamentales que influyen en la práctica educativa y en los resultados que se alcanzan. Podría señalarse la calidad y  formación del profesorado, la organización de los centros, la colaboración de las familias, la influencia del entorno, etc. Existen, además, otra serie de factores externos que influyen decisivamente en la persona y que hay que tener en cuenta sumándolos a la acción educativa propiamente escolar.

1.3. Elementos curriculares

En un repaso de los elementos curriculares básicos –Objetivos, Contenidos, Metodología y Evaluación- destaca el cambio en el concepto de «contenidos» que de ser un índice de materias pasaría a abarcar todo lo que se puede enseñar y, por tanto, aprender, incluyendo los conceptos pero también los contenidos que se refieren a saber hacer y saber ser.

Respecto a la metodología –modo de hacer llegar al alumno los conocimientos- constituye la vía para alcanzar el dominio de los contenidos y el logro de los objetivos y competencias básicas, intentando que el alumno ponga en marcha su compromiso personal con aprender. El profesor debe ser guía y contar con recursos didácticos eficaces y un repertorio variado de actividades.

Como enfoque de  evaluación establece que debe abarcar técnicas variadas (observación, entrevista, encuesta, exámenes,…) para disponer de datos de todos los aprendizajes posibles.

1.4. El nuevo elemento curricular: las competencias básicas.

Hay que señalar –plantea la autora- que el trabajo por competencias básicas no es fácil con un currículo establecido en áreas y materias, exige un desarrollo transversal y un trabajo en equipo del profesorado y una interrelación entre competencias básicas y áreas/materias a través de las que deben alcanzarse.

Las CB pueden cohesionar el currículo ya que su implantación exige dos principios:

  • Cada CB se adquiere mediante su trabajo en todas las áreas curriculares.
  • Todas las áreas curriculares contribuyen al logro de todas las competencias.

Esto garantizaría una mayor relación entre las áreas o materias establecidas en el currículo normativamente. Es importante que el alumno comprenda que los personajes literarios vivieron en épocas históricas determinadas, que algunas guerras se derivan de cuestiones económicas o límites geográficos, etc.

Dos premisas se plantean como fundamentales a la hora de dar coherencia a las enseñanzas que el alumno recibe en el aula: un planteamiento interdisciplinar de las materias académicas y el trabajo en equipo del profesorado.

1.5. Las Competencias básicas.

Se inicia este segundo capítulo con un análisis del proyecto DeSeCo (Definición y Selección de Competencias Clave). Para los expertos que participaron en el proyecto, la competencia supone la habilidad de afrontar demandas complejas, imprevistas y de movilizar recursos psicosociales en un contexto concreto y singular.

En DeSeCo las competencias clave se articulan en tres grandes categorías:

  • Categoría 1: Usar las herramientas de forma interactiva. Dividida a su vez en C.1-A, C.1-B y C.1-C
  • Categoría 2: Interactuar en grupos heterogéneos. Igualmente dividida en C.2-A, C.2-B y C.2-C
  • Categoría 3: Actuar de manera autónoma. Dividida en C.3-A, C.3-B y C.3-C.

Se incluye una correlación entre las Competencias que propone DeSeCo, las competencias clave de la Unión Europea y las Competencias Básicas de España.

Se plantea un análisis pormenorizado de cada una de las Competencias básicas: su descripción, su definición, su finalidad.

En la competencia lingüística, además, en relación con el aprendizaje de lenguas extranjeras, se introducen las «Conclusiones del Consejo Europeo sobre las competencias lingüísticas como motor de movilidad» considerando el conocimiento de lenguas extranjeras una aptitud vital para todos los ciudadanos de la UE. En relación a la competencia cultural y artística el mismo Consejo resalta que es de vital importancia para que florezcan en Europa culturas diversas y se preserve y proteja su riqueza.

Una vez descritas y analizadas cada una de las CB se recorre el camino inverso, es decir, se examina cómo las diferentes áreas y materias contribuyen al logro de las CB.

1.6. Otras Competencias de interés para la sociedad actual.

Se proponen en este apartado la competencia intercultural y la competencia emocional. La primera supone educar al alumnado para convivir con amigos y compañeros de otras culturas y para que se relacione con ellas en el trabajo, en el ocio y en la sociedad.

La competencia emocional –que ya había introducido en su currículo la CA de Castilla La Mancha– supone el dominio y control de las emociones, puede considerarse la base de la competencia social y ciudadana e indirectamente del resto de competencias.

1.7. Las competencias en los documentos institucionales de los centros.

Se plantea que no siempre los documentos institucionales sirven de pauta positiva para orientar la organización del centro, ya que pueden limitar la creatividad, la autonomía y la iniciativa de muchos equipos directivos. Hay aspectos organizativos básicos, como puede ser la selección del profesorado, en los que la escuela pública no puede decidir.

En cuanto a los documentos, sin entrar a fondo en los mismos, se hace referencia:

  • Al Proyecto Educativo del centro que debe incluir, de acuerdo con la LOE: las concreciones curriculares, el Plan de convivencia, el Plan de acción tutorial y el Plan de atención a la diversidad.
  • El proyecto de gestión y
  • la Programación general anual.

1.8. Evaluación de las competencias básicas.

Partiendo de la evaluación «como proceso de recogida de la información, rigurosa y sistemática, para obtener datos fiables y válidos acerca de una situación con objeto de emitir un juicio de valor relativo a la misma, determinar la satisfacción de sus resultados y tomar las decisiones oportunas con objeto de reforzar lo positivo o mejorar las disfunciones producidas», supondría incorporar la evaluación desde el mismo momento  en que se inicia el trabajo en el aula, serviría para obtener información permanente sobre el desarrollo progresivo de cada alumno.

En cuanto a las técnicas para recoger esta información destaca la observación siempre que esté bien planificada. Como instrumentos se propone: la lista de control y la escala de valoración. Para el análisis de datos, se propone la triangulación –principalmente de evaluadores y metodológica- que será posible aplicar a los procesos relacionados con la adquisición de competencias.

La autora propone que si lo evaluado siempre deben ser los objetivos conseguidos por el alumno y ahora deben ser también las competencias alcanzadas, sin que las segundas suplan a los primeros, habrá que hacer coincidir, de algún modo, estos dos elementos curriculares. Sin embargo, y teniendo en cuenta que desde la LOGSE los objetivos generales están formulados en términos de capacidades, no debe resultar difícil relacionar capacidad y competencia.

Otro elemento curricular importante lo constituyen los criterios de evaluación, se trataría de comprobar que si se alcanzan estos criterios de evaluación se garantiza la consecución de las competencias básicas.

1.9. Planteamientos para la evaluación de competencias.

Las fases que habría que respetar serían:

  • Estudio conjunto del profesorado de las relaciones entre las competencias y las áreas o materias.
  • Establecimiento de indicadores de competencia a cargo de los distintos especialistas.
  • Secuenciación de los indicadores de etapa para los ciclos o cursos que la componen.
  • Acuerdo sobre la utilización de indicadores de todas las competencias.
  • Elaboración de registros en los que se anotarán las consecuciones progresivas.
  • Selección de metodologías apropiadas.
  • Aplicación de un modelo de evaluación de carácter formativo.
  • Realización de reuniones de puesta en común de los resultados que se van alcanzando.

Se incluye a continuación:

  • Una serie de indicadores para cada una de las competencias básicas.
  • Registros para la evaluación o instrumentos válidos para la recogida de datos, donde plasmar los indicadores.
  • Modelos de informe complementarios en los que se valore el grado de consecución de las competencias.

1.10. Estrategias para la evaluación de las competencias.

Estrategias metodológicas:

  • Trabajo enfocado por tareas
  • Método de proyectos y
  • Mapas mentales

En el trabajo enfocado por tareas se trata de seleccionar un tema de interés general para el alumnado y en torno a dicho tema preparar un plan de actuación para llegar a las competencias y a los objetivos previstos. Las fases serían: determinar la tarea, proponer las competencias que se van a trabajar, proponer los objetivos, establecer actividades parciales, distribuir el trabajo entre los participantes, temporalizar o llevar una agenda de trabajo, elaborar registros de seguimiento y un registro final, realizar las tareas, regular el proceso, comprobar el trabajo hecho, evaluar de forma cooperativa los resultados y tomar decisiones para futuras tareas.

En el método de proyectos se pretende que el alumnado plantee la elaboración de un trabajo como proyecto para llevar a cabo en un tiempo determinado. Las fases serían similares a las del caso anterior de enfoque por tareas.

Los mapas mentales están formados por un conjunto de ideas representadas por palabras clave y/o dibujos interconectados por enlaces en torno a una fuerte idea central, formando una estructura de carácter arborescente con varios subniveles que pueden seguir ramificándose. Constituyen una técnica válida para trabajar las dos propuestas metodológicas anteriores.

Como estrategias evaluadoras se plantean:

  • Los indicadores de evaluación y
  • el propio proceso de evaluación.

Los indicadores sirven para comprobar hasta qué punto una actuación se acerca al funcionamiento que se espera de ella. Deben ser relevantes, claros, concretos y operativos.

Como estrategias organizativas:

  • La organización institucional y
  • los agrupamientos flexibles.

En la organización institucional se hace referencia, principalmente, a los equipos de coordinación docente y las tareas que la legislación les encomienda.

Los agrupamientos flexibles permitirían que se organicen grupos diferentes a los habituales para optimizar la labor del profesorado y lograr aprendizajes eficientes.

En resumen, un libro que puede ser de gran ayuda al profesorado y a los centros que decidan dirigir su labor docente hacia un enfoque competencial.

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2.
Felipe Díaz Pardo
Las CLAVES para EDUCAR en tiempos de CRISIS

Toromítico, Madrid, 2012. 190 págs.

por Jesús Diéguez García

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La crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer.

Bertolt Brecht

El presente libro busca, tal como queda expresado en su Introducción,

analizar aspectos propios de los nuevos tiempos que puedan incidir en el aprendizaje […] atajar, en la medida de lo posible, dificultades y carencias derivadas muchas de ellas de las características de la sociedad actual.

El autor divide su obra en diecisiete apartados, algunos con títulos tan llamativos como Bendita crisis, El abismo de la meta final, Consumo con sumo gusto, Pongamos distancia (visión alienígena de la realidad) o Colofón alegórico para tiempos de crisis, en los que analiza aspectos de la actual crisis que pueden influir positivamente en el campo educativo. Se alinea con el mensaje del refrán popular «no hay mal que por bien no venga».

Parte del análisis de la realidad educativa y social:

  • Los conceptos que encuadran la crisis económica y de valores en que nos encontramos
  • La masificación y democratización de la enseñanza que ha derivado en una cultura de mínimos
  • Los modelos sociales propuestos a los jóvenes: con frecuencia personajes mediáticos, la mayoría de los cuales evidencian el deterioro cultural y social de nuestra nación.
  • La última normativa, con los principios en que se fundamenta y las estrategias que propone

Y va aterrizando en las claves que pudieran mejorar la enseñanza española: necesidad de autoridad y liderazgo del profesorado, necesidad de conocer el contexto en que se imparte la enseñanza, necesidad del establecimiento de normas, necesidad de talante flexible, sin perder la autoridad, la coherencia y el ejemplo del educador así como el respeto mutuo. Finaliza con un resumen esencial de su libro, comentando doce consejos para educar en la compleja sociedad en que nos ha tocado vivir con un alumnado poco dócil y con una cultura que se apunta al subsidio, a lo fácil y rápido, a la moda y a los reclamos de modelos engañosos y se resiste al esfuerzo como forma de superar los obstáculos y dificultades.

El autor, profesor de Lengua y Literatura e inspector de Educación, imprime a su obra la novedad de salpicar su tesis con ejemplos de su experiencia personal y profesional y con abundantes citas literarias de obras y autores que recorren la Literatura española desde sus inicios a la actualidad para demostrar que casi nada es tan nuevo y moderno que no se haya expresado anteriormente, aunque con otras palabras.

En resumen: un libro que contiene reflexiones recomendables para profesores, orientadores, padres y toda persona interesada en el campo educativo.

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3.
Mª Victoria Reyzábal
Canon literario y diferencia de género en la educación

La Muralla, Madrid, 2012.

por Mª Antonia Casanova

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El importante estudio que presenta Mª Victoria Reyzábal en esta obra, logra tres objetivos prioritarios, que en estos momentos resultan de enorme interés para avanzar en la igualdad de oportunidades de las mujeres (y no solo de las actuales, sino también de las que vivieron en el pasado).

El primero, realizar una breve historia de la educación de la mujer a lo largo del tiempo, en la que se ponen de manifiesto las dificultades que esta ha tenido para ser considerada como persona y, después, como persona capaz de educadarse y de aportar valores a la sociedad, en todos los órdenes de la vida y también en el ámbito de las ciencias y las artes.

El segundo, rescatar del olvido la vida y la obra de múltiples mujeres escritoras que han quedado relegadas del canon literario por el hecho de ser mujeres, no por la escasa calidad de sus textos. El tercero, favorecer la incorporación de estas autoras a la educación sistemática, mediante un capítulo que ofrece el planteamiento de unidades didácticas y, sobre todo, de los recursos suficientes como para que pueda abordarse su obra en las aulas, facilitando la tarea al profesorado.

Establecer un canon supone fijar la memoria colectiva en torno a determinados hechos. Por ello, a través del mismo se regula lo que debemos recordar y, en consecuencia, lo que estamos obligados a olvidar. El canon literario se conforma, habitualmente, en los programas académicos, hasta ahora elaborados por hombres (casi siempre) siguiendo dictados del poder, del azar, de las ideologías, de la arbitrariedad…, pero, en cualquier caso, silenciando las voces femeninas, pues pareciera una amenaza que una mujer piense por sí misma y, además, que se atreva a expresarlo.

Por otra parte, educar supone transmitir de forma sistemática lo que una sociedad considera valioso. De este modo, la exclusión de las mujeres y sus obras en los ámbitos educativos (al estar ausentes del canon) deriva inexcusablemente en su exclusión social. Por eso, la autora pretende «deconstruir el vigente parnaso de las letras españolas y sus distorsiones sexistas» (pág. 21), desenterrando obras ocultas a través de la historia que oficialmente están desaparecidas.

Es un reconocimiento a estas mujeres, que, a pesar de las dificultades que debieron vencer, fueron capaces de aportar su saber a la sociedad que las ignoraba. Desde la antigüedad clásica y centrándose después en las escritoras de lengua castellana, tanto en España como en Hispanoamérica (nacidas hasta 1910), surgen innumerables obras y autoras de valor reconocido: desde la Edad Media hasta la actualidad aparecen cientos de escritoras, de las cuales pocas son conocidas y recogidas en el canon, por lo que la obra reviste una importancia destacada si queremos hacer justicia a tantas «desconocidas» que ayudarán a que las niñas y jóvenes que ahora se educan encuentren modelos femeninos en la historia (en este caso, de la literatura) y deseen seguir su camino.

Si no resulta aceptable que este planteamiento se diera en tiempos pasados, lo es menos aún en los nuestros, dado el reconocimiento formal, al menos, de esa igualdad de oportunidades que tenemos reconocida legalmente. No obstante, siguen sin aparecer escritoras en el canon actual, en comparación con el número de escritores que lo hacen, a pesar de esta supuesta equidad y de los méritos equivalentes entre ellos y ellas. Obras como la que ahora se publica contribuirán a facilitar la ampliación del canon oficial en enseñanza, incluyendo a quienes por mérito propio lo merezcan. Reyzábal, con este trabajo de años de investigación y con su erudición comprobada, abre el camino para ello presentando a las autoras y los recursos didácticos para hacerlo.

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4.
Florentino Paredes García, Salvador Álvaro García, Zaida Núñez Bayo y Luna Paredes Zurdo

El libro del español correcto. Claves para hablar y escribir bien en español

Instituto Cervantes / Espasa, Madrid, 2012

por Florentino Paredes García

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La lengua es el principal instrumento de comunicación entre los seres humanos, pero el conocimiento que los hablantes tienen acerca de ella es siempre limitado, incluso entre los hablantes de nivel cultural más alto. De hecho, el saber lingüístico se amplía, aumenta y puede mejorar de manera progresiva a lo largo de la vida: si en la etapa infantil se adquiere la gramática y el léxico básico, en etapas posteriores lo normal es que se incremente el vocabulario conocido, se dominen progresivamente formas sintácticas más complejas y se adquieran nuevos registros idiomáticos.

En ese proceso de incremento del saber lingüístico es muy frecuente que el hablante se enfrente a dudas: ¿cómo se forma el plural de tal expresión?, ¿está bien usada en este contexto la locución x?, ¿cuál es el significado exacto de la palabra y? Estas vacilaciones son un claro exponente de que los hablantes contrastan a menudo su propio dominio lingüístico con un saber externo a ellos, un saber que reside en la sociedad en la que viven y que se manifiesta en la preferencia de unos comportamientos lingüísticos frente a otros. Es la sociedad, pues, la que crea la norma, que se ha de entender en el sentido de que no todos los usos lingüísticos son igualmente válidos, que en función de la situación comunicativa se da una gradación que va desde los usos totalmente rechazables hasta los perfectamente adecuados, pasando por los aceptables, los preferibles o los recomendables.

El DRAE define el adjetivo correcto como ‘libre de errores o defectos, conforme a las reglas’, definición en la que puede verse ya un doble componente de la corrección: uno prescriptivo, de carácter absoluto –lo correcto es lo que carece de defectos–, y otro contrastivo, de carácter relativo –lo correcto es lo que se ajusta a una determinada regla. Esos son los dos ejes sobre los que se ha articulado El libro del español correcto. Claves para hablar y escribir bien en español, una obra que surge a partir de una propuesta del Instituto Cervantes para ayudar a quienes desean mejorar su manera de expresarse en español.

Los dos primeros capítulos están dedicados a la comunicación escrita y la comunicación oral y en ellos se proponen pautas, consejos, recomendaciones y trucos para elaborar textos bien estructurados, adecuados y eficaces. El capítulo tercero se dedica a describir la norma culta del español, tomando como base las directrices más actuales emanadas de las instituciones oficiales y académicas. Mediante una redacción directa, clara y accesible, el capítulo proporciona respuestas a las dudas que pueden suscitarse en el lector respecto a la manera adecuada de usar el lenguaje. Desde la ortografía hasta el léxico, pasando por la morfología y la sintaxis, el capítulo está ilustrado con numerosos ejemplos y con comentarios sobre los usos incorrectos que aparecen con frecuencia en los textos, a la vez que se proporcionan las claves para resolverlos.

La obra ofrece también en el cuarto capítulo un muestrario de textos que pueden servir de apoyo a los lectores para resolver situaciones cotidianas, desde cómo preparar adecuadamente una entrevista de trabajo hasta consejos para redactar un currículum vitae eficaz, sin olvidar los requisitos que exigen medios y géneros textuales nuevos, como el blog, el correo electrónico o el chat. El libro se cierra con un capítulo dedicado a explicar para qué pueden servir los distintos tipos de diccionarios y otras herramientas y recursos de utilidad y dirigido a quienes estén interesados en mejorar su manera de comunicarse por escrito o de forma oral.

En la medida en que pretende dar respuesta a una demanda social, la obra se inscribe en una corriente muy productiva tradicionalmente entre los estudios lingüísticos: la de los manuales cuyo propósito es solucionar los problemas prácticos de quienes se enfrentan a la creación de los textos, orales o escritos, y ofrecer respuestas claras para resolver las dudas. Escrito en un estilo claro, ameno y fluido, y planteado desde una orientación esencialmente práctica, el libro va dirigido tanto al público no especializado como al especialista y tiene como objetivo proporcionar información completa, actualizada y rigurosa sobre cómo hablar y escribir correctamente en lengua española.

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5.
Jesús Diéguez García
El gran plagio medieval

Visión Libros, Madrid, 2011, 449 págs.

por Juan de la Cruz Martín

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Con el recurso tan repetidamente utilizado del hallazgo casual de un manuscrito, la presente novela expone un compendio de ideas y textos de la literatura medieval. Utilizando el tópico intemporal y universal, muy utilizado en la Edad Media, del viaje vital y de los viajes jacobeos, además de su finalidad de entretener, el autor pretende acercar a los posibles lectores una visión literaria muy completa de la Edad Media, mediante una estrategia original: entretejer textos medievales como apoyo del relato. Se trata, pues de una «novela abierta» apoyada en fragmentos breves de autores y obras alejadas temporal y espacialmente.

Sin renunciar al nexo argumental que unifica el texto (las peripecias de la existencia de tres relicarios supuestamente milagrosos), el autor divide la obra en siete libros, con personajes independientes, que retratan de una forma muy amena el pensamiento, las costumbres, los anhelos y las necesidades de la sociedad civil (monarquía, nobleza, caballeros y escuderos, guerreros, comerciantes, siervos, juglares, truhanes, alquimista, alcahuetas, bandoleros…) y religiosa de la época (papado, obispos, monjes, frailes, ermitaños, musulmanes y judíos) y se erigen en protagonistas de las diversas narraciones, históricas o ficticias, entresacadas de las literaturas europeas.

Enumeramos los títulos e indicamos su temporalidad como motivación y orientación de sus contenidos:

Libro I: Origen de la leyenda de la reliquia milagrosa (mediados del s. VI e inicios del VII).

Libro II: La difícil convivencia de tres culturas (finales del s. VI, VIII y X).

Libro III: Memorables hazañas del caballero desterrado (segunda mitad del s. XI).

Libro IV: Diálogos de un juglar y un ermitaño (segunda mitad del s. XIII).

Libro V: El caballero poeta que recorrió el camino (finales del s. XIII e inicios del XIV).

Libro VI: La peste. Y el cisma (segunda mitad del s. XIV e inicios del XV).

Libro VII: El alquimista y la alcahueta (segunda mitad del s. XV).

En capítulos, generalmente breves pero de título casi siempre amplio (otro rasgo que da verosimilitud al manuscrito original) se ofrecen al lector hechos, ideas y textos medievales (literarios en su mayoría), descolocados históricamente, lo que permite al autor añadir numerosos comentarios y anotaciones, indicando fuentes, explicando anacronismos o aclarando las posibles dudas al lector actual.

Se trata de una novela curiosa y amena que, como se indica en la contraportada del libro, además de entretener a cualquier lector, puede resultar, por su valor de compendio y recorrido integral de la literatura medieval, en una interesante obra para los departamentos de Lengua y de Historia de institutos y universidades. Al final de la misma se añaden, en su grafía más o menos original, los textos medievales, utilizados y «traducidos» al castellano actual con indicación de los títulos y autores a quienes pertenecen.

El autor demuestra un amplio conocimiento de la literatura medieval europea y un manejo muy didáctico, al tiempo que preciso, sincrónico y ameno, del lenguaje. Para mí ha representado un auténtico placer su lectura: por su amenidad y por mi enriquecimiento intelectual.

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