Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección ARTÍCULOS

¡Si nunca nadie me dijo que así se amaba tanto!
Acercamiento a la poesía amorosa de Carmen Conde

Alejandro Fernández González

Alejandro Fernández González

Profesor de Lengua Castellana y Literatura en Secundaria. Licenciado en Filología Española por la Universidad de Oviedo, actualmente está realizando la tesis doctoral dentro del programa de Género y Diversidad de la Universidad de Oviedo sobre Modelos de mujer en la Biblioteca «Patria» de obras premiadas: realidad y adoctrinamiento, trabajo interdisciplinar de Literatura y Sociología. Ha publicado artículos sobre los poetas Miguel Hernández y Aurelio González Ovies y sobre la novela Nada, de Carmen Laforet. Ha coordinado la Biblioteca Escolar del IES Besaya durante cuatro años y es el editor de la revista Boletín de la Asociación de Profesores de Español «Gerardo Diego» de Cantabria.

ualex02@gmail.com

Mª Mar Friera Moreno

Mª Mar Friera Moreno

Profesora de Lengua Castellana y Literatura en Secundaria. Licenciada en Filología Española por la Universidad de Oviedo y Máster en Investigación literaria y teatral por la UNED, actualmente está realizando la tesis doctoral dentro del programa de Género y Diversidad de la Universidad de Oviedo sobre Mujeres y emigración a América (1880-1920), trabajo interdisciplinar de Historia y Literatura. Ha coordinado bibliotecas escolares e imparte formación a docentes en este campo. Pertenece al grupo Rutas literarias, con el que ha publicado trabajos galardonados, entre otros, con el Sello Buenas prácticas Leer.es del MECD o el premio Giner de los Ríos 2013.

marfriera@gmail.com

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Resumen / Abstract

Resumen.

Carmen Conde fue la primera mujer académica de la lengua; ocupó el sillón K en 1978. Aun siendo este hecho un hito destacado en su vida y en la de la Academia, donde todavía la presencia de mujeres es minoritaria, no es la única razón que nos lleva a dedicarle este artículo. La vida de Carmen Conde fue intensa y sorprendente: mujer universitaria gracias a becas, trabajadora de la enseñanza, traductora, impulsora de múltiples actividades culturales, esposa del poeta Antonio Oliver Belmás, amiga de escritores e intelectuales y autora de una extensísima obra literaria, variada en temas y géneros (poesía, teatro, literatura infantil...). Una trayectoria meritoria sin duda, más aún para una mujer en la época que le tocó vivir y que se mantuvo firme, coherente e incesante durante más de sesenta años.

Palabras clave: Carmen Conde, mujer, poeta, Académica de la RAE.

No one ever told me it could be loved that much this way! An approach to Carmen Conde’s love poetry

Abstract.

Carmen Conde was the first woman who became a full member of the Royal Spanish Academy in 1978. Even though this is an important fact in her life considering that the presence of women in the Academy is still minority, it is not the only reason to dedicate her this article. Her life was intense and amazing: university student by virtue of scholarships, teacher, translator, promoter of many cultural activities, poet Antonio Oliver’s wife, trusted friend of writers and intellectuals and author of an extensive and varied work. A commendable career, specially for a woman at that time, which remained solid, coherent and incessant for sixty years.

Keywords: Carmen Conde, Woman, Poet, member of the Royal Spanish Academy.

1. Carmen Conde: mujer, escritora, académica

 

Yo solo sé del amor

que me tuvo enamorada.

Cancionero de la enamorada (1971)

El hecho de haber sido la primera mujer académica de la lengua es, probablemente, el aspecto de la trayectoria de Carmen Conde que más se conoce; efectivamente ocupó el sillón K en 1978. Aun siendo este hecho un hito destacado en su vida y en la de la Academia, donde todavía la presencia de mujeres es minoritaria, no es la razón principal para acercarse a conocerla.

Su vida fue intensa y sorprendente: mujer autodidacta y luego universitaria gracias a becas, trabajadora de la enseñanza, traductora, impulsora de múltiples actividades culturales, preocupada siempre por acercar la cultura al pueblo, esposa del poeta Antonio Oliver Belmás, amiga de escritores e intelectuales y autora de una extensísima obra literaria, variada en temas y géneros (poesía, teatro, literatura infantil...).

Una trayectoria meritoria sin duda, más aún para una mujer en la época que le tocó vivir y que se mantuvo firme, coherente e incesante durante más de sesenta años. Trayectoria desconocida para muchos e identificada con valores que para nada la representan en otros casos, marcada por el exilio interior que sufrieron aquellos que decidieron permanecer en España tras la Guerra Civil y siguieron publicando. Trayectoria que logró reconocimiento con la conmemoración del centenario de su nacimiento en 2007, que refleja su lucha por afirmar sus capacidades intelectuales y desarrollar una singular obra literaria.

En este artículo os invitamos a realizar un recorrido por su vida y su obra, fundamentalmente lírica, pues ambos aspectos van indisolublemente unidos, y a deleitaros con la lectura de algunos poemas seleccionados entre su amplísima producción, con la esperanza de rendirle homenaje y reconocer su voluntad creadora y su compromiso, constantes en su larga experiencia vital. Los poemas que, de su obra, hemos escogido tienen que ver con lo que nosotros consideramos el tema más importante de la trayectoria vital y literaria de la cartagenera: el amor. Su discurso de ingreso en la RAE: “Poesía ante el tiempo y la inmortalidad”, se relaciona también con el anhelo de inmortalidad de Carmen Conde, que no se referirá a su creación poética en sí misma, a pesar de lo extensa que es, sino a su visión del amor, que en ella anula el paso del tiempo y busca la inmortalidad.

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2. Trayectoria vital y creadora

 

2.1. Primeros años (1907-1936)

Carmen Conde Abellán nació en Cartagena el 15 de agosto de 1907. Allí vivirá hasta 1915, cuando, tras la quiebra del negocio paterno, la familia se traslada a Melilla, donde residirán durante cinco años. Esta estancia nutrirá su obra de recuerdos que aparecerán a lo largo de toda su creación.

Tres años después de regresar a Cartagena, con el fin de ayudar en la economía doméstica, se vio obligada a buscar empleo. Se presentó a las pruebas de acceso convocadas por la Sociedad Española de Construcción Naval y empezó a trabajar como calquista de planos.

El 15 de abril de 1924, cuando aún no había cumplido los diecisiete años, publicó su primer trabajo en un diario cartagenero. A esta colaboración la seguirán otras en periódicos y revistas locales y regionales. Incluso en la revista Lecturas de Barcelona, se recoge en noviembre de 1925 su entremés titulado A los acordes de la pavana, que había obtenido el primer premio en los Juegos Florales organizados por la Asamblea Local de la Cruz Roja de Albacete.

El 12 de marzo de 1926, en la Sesión de la Comisión Permanente del Ayuntamiento cartagenero, se acordó costearle los gastos de matrícula y libros de texto para que pudiera cursar los estudios de Bachillerato; superados estos, inició la carrera de Magisterio en la Escuela Normal de Maestras de Murcia. Aparecerá entonces su vocación docente. En esta época compaginaba su trabajo en el Arsenal (que abandonará antes de finalizar 1928), los estudios como alumna libre de Magisterio y su labor literaria.

Ya en febrero de 1927 se publica una colaboración suya en El Diario Español de Buenos Aires. En marzo de aquel año conoció a Antonio Oliver Belmás, joven oficial de Telégrafos y poeta relacionado con la Generación del 27, que influirá en su forma de escribir aconsejándole lecturas e introduciéndola en la nueva literatura: Juan Ramón Jiménez, Gabriel Miró, Antonio Machado... También ejercerá de crítico de su obra poética, él será el primero en leer sus poemas. Ese año comienzan a admitir sus composiciones en revistas literarias como la lorquina Colores, o en Verso y Prosa, que apareció de la mano de Juan Guerrero Ruiz como continuación del Suplemento Literario del diario La Verdad de Murcia.

De esta relación afectiva y literaria con Antonio Oliver (y del hecho de que este le hubiera presentado a los poetas Juan Ramón Jiménez y Gabriel Miró, que tanto influirían en ella) nace en 1929 el primer libro de Carmen Conde, Brocal, algunos de cuyos poemas ya había publicado Juan Ramón Jiménez en sus minoritarias revistas Ley: entregas de capricho (1927), y Obra en marcha: diario poético (1928). Es, en palabras de Carmen, «un libro puro y enamorado», con presencia dominante de la naturaleza y en el que el sentimiento predominante es el amor. Los primeros versos de este poemario, lleno de imágenes, muestran a las claras esa influencia de la que hablamos, tanto la personal como la de los sentimientos, son una verdadera declaración de intenciones (los poemas y fragmentos que hemos escogido de toda la obra de Carmen Conde responden al sentimiento del amor en cualquiera de sus facetas, pues creemos que ese es el sentimiento que jalona toda su obra):

Yo no pregunto adónde me llevas.

Ni por qué.

Ni para qué.

¿Tú quieres caminar?, pues yo te sigo

(En Poesía completa de Carmen Conde, pág. 91).

Acabados los estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Albacete, y tras obtener el título de maestra de primera enseñanza, comenzó a trabajar en la Escuela de párvulos de El Retén, barrio cartagenero.

Bajo el sello editorial de los valencianos Cuadernos de Cultura aparece en 1931 su ensayo pedagógico Por la escuela renovada.

Carmen Conde y Antonio Oliver contraen matrimonio el 5 de diciembre de ese año y, juntos, impulsan y fundan la primera Universidad Popular de Cartagena con el fin de divulgar la cultura, principalmente entre la clase trabajadora. La institución cuenta con Biblioteca de adultos, Biblioteca infantil (de las primeras en España) y Cinema educativo; se celebran en ella exposiciones, audiciones del Archivo de la Palabra donado por el Patronato de Misiones Pedagógicas, conferencias y controversias. Uno de los invitados a dar una conferencia a esta Universidad es el poeta oriolano Miguel Hernández, que se convertirá, a partir de ese momento, en íntimo amigo del matrimonio. Lo invitaron para dar a conocer su primer poemario, el gongorino Perito en lunas. El poema que Miguel va a explicar con un cartelón pintado por un amigo de Orihuela es la Elegía media del toro. Carmen y Antonio lo recordarán siempre como un amigo fiel, como se desprende del artículo de Díez de Revenga y Mariano de Paco «Miguel Hernández en la memoria fértil de Carmen Conde» y fueron ellos quienes le presentaron a la poeta murciana María Cegarra, a la que Miguel le dedicó su poemario El rayo que no cesa, como se observa en una de las cartas del archivo de la poeta. Al gran poeta oriolano le dedica Carmen Conde el poema Toro en Guadarrama, inserto en su poemario Mi fin en el viento, de 1947, del que transcribimos la dedicatoria y las estrofas tercera y cuarta:

TORO EN GUADARRAMA

 

Al poeta Miguel Hernández Giner,

desde la vida donde fuimos amigos.

 

Eres la simiente espesa que germinan los muertos.

Cuando la tierra brota de sí, tú te la llevas

sentada entre tus lomos, tierra hembra raptada

por energías sin freno, en deseos desbocados.

Ágil tu cuerpo oscuro, firmes tus remos tensos,

este bramido orgiástico bajo tus medias lunas…

¡Toro que has sido leche de una vaca bravía,

embiste a las estrellas, desgárranos la aurora.

 

No hay bestia más humilde que tú cerca del árbol;

brilla tu pelo en calma mientras la yerba muerdes,

y en los ojos que muerte de viles trazas cela

se reduce el paisaje que Dios hinche de gloria.

El sol se te deshace entre las horas plácidas,

ningún mal te visita hasta que el hombre quiere.

¡Oh, qué alardes de gracia, de valor y destreza

se quedan desusados al medirse contigo!

(En Poesía completa de Carmen Conde, pág.234).

Otros muchos poetas e intelectuales importantes de la época fueron a la Universidad Popular de Cartagena para leer ante sus gentes conferencias o partes de sus obras: Ramón Sijé, Margarita Nelken, Mariano Ruiz-Funes, Guillermo de Torre, María de Maeztu, que entonces era la directora de la Residencia de Señoritas, paralela a la famosa Residencia de Estudiantes madrileña, Elena Fortún... En 1933 colaboran en las Misiones Pedagógicas dirigidas en Cartagena por María Moliner.

La vocación de Carmen por la enseñanza no se limitó a la docencia en la escuela primaria. Difundió en numerosos artículos y libros sus ideas pedagógicas sobre temas diversos: la educación femenina, la escuela rural, la educación musical, el cine en la enseñanza... siempre con ideas avanzadas y uniendo su sensibilidad social y educativa en busca del progreso individual y colectivo, siempre con ilusión y pasión.

Carmen Conde vuelve a trabajar, en enero del año siguiente, esta vez como maestra interina (tras su nombramiento en diciembre de 1933) en la Escuela de El Retén, hasta que a finales de septiembre el Consejo Local de 1ª Enseñanza de Cartagena acepta su dimisión. Es en ese mes cuando es nombrada Inspectora-Celadora de Estudios del Orfanato Nacional de El Pardo, incorporándose en octubre; mientras, Oliver consigue el permiso de traslado a la Estación Central, reuniéndose con Carmen en Madrid. Desde allí siguieron ocupándose de los asuntos de la Universidad Popular.

Un hecho fundamental en su vida tuvo lugar también en 1933. En octubre nacía muerta la única hija del matrimonio. La pérdida de su hija será terrible; Carmen lo vivió como un fracaso y aparecerá en muchas de sus obras años después.

El mismo año de 1934, la editorial murciana Sudeste publicó Júbilos (poemas de niños, rosas, animales, máquinas y vientos); un poemario que comienza lleno de luz aunque con una dedicatoria ya terrible:

A María del Mar, que se

fue a bordo de su nombre

con un prólogo de Gabriela Mistral agradeciendo los dos libros de poemas que lleva publicados, e ilustrado por Norah Borges. Fue escrito durante la época feliz y pletórica de su embarazo. A este magnífico poemario, lleno de«sueños de la infancia» en palabras de Gabriel Mistral, pertenece el poema en prosa Caballos:

En los ríos apretados de agua se hundieron gozosos los caballos. Venían despacito, descansando de la faena durísima, y encontraron las limpias corrientes tranquilas.

Eran unos espléndidos caballos de ebonita. Tenían los ojos retallados de paisajes.

Cuando emergieron, para salpicar de agua el césped y las campanillas doradas, la tarde se llenó del olor ácido a tierra llovida.

(En Poesía completa de Carmen Conde, pág. 129)

La hispanista Mathilde Pomès incluye, también ese año, algunas de sus composiciones, traducidas al francés, en la antología Poètes espagnols d'ajourd'hui.

Del 13 al 19 de marzo de 1935, el matrimonio dirigirá las campañas de Misiones Pedagógicas, llevando a cabo acciones de educación popular en localidades rurales y costeras próximas a Cartagena. En agosto deja de prestar servicio, suspendida de empleo y sueldo, en el Orfanato de El Pardo. Carmen se vio obligada a dimitir, apenas un año después de obtener la plaza, por no querer colaborar con las autoridades municipales. Entonces volvió a Cartagena con su esposo.

Durante estos años ambos colaboran con periódicos nacionales como El Sol (en el que se publican por entregas, en 1935, las Cartas a Katherine Mansfield, de Carmen Conde) y también con publicaciones seriadas hispanoamericanas.

Carmen Conde en el Orfanato Nacional del Pardo. Madrid, 1935

Figura 1. Carmen Conde en el Orfanato Nacional del Pardo. Madrid, 1935.

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2.2. Guerra Civil y primera posguerra (1936-1944)

El sueño compartido por Carmen y Antonio de llevar a cabo la revolución cultural, la educación del pueblo, se desvanecerá con la guerra y la posterior represión, que sumieron en el olvido la mayoría de las experiencias de educación popular surgidas en esa época.

En enero de 1936, Carmen Conde solicita a la Junta para Ampliación de Estudios una pensión para viajar a Francia y Bélgica con el fin de estudiar Instituciones de Cultura popular. En abril, debido a la convocatoria de los exámenes para acceder a los cursillos de selección profesional para ingreso en el Magisterio Nacional Primario, debe renunciar al proyecto de acudir a la invitación de Gabriela Mistral, entonces Cónsul de Chile en Lisboa, antes de viajar a Francia y Bélgica tras haber obtenido la pensión solicitada, que sería anulada al estallar la Guerra Civil en julio. Este mismo mes se celebran los ejercicios de los mencionados cursillos, que se truncan igualmente —no será hasta 1978 cuando se le reconozca su participación y aprobado, como a muchas otras mujeres—. En septiembre, Oliver se une al ejército republicano al frente de la Emisora Radio Frente Popular número 2. Ella se desplaza con él a Guadix pero pronto regresa a Cartagena. Tras comprobar la destrucción causada por los bombardeos, se marcha con su madre a Murcia en noviembre de 1936. De nuevo se reúne con su marido cuando lo trasladan a Jaén, y también cuando lo destinan a Úbeda y Baeza; mientras, ya en marzo de 1937 toma posesión como maestra interina de la Escuela Nacional de niñas nº 3 de Murcia; asimismo imparte clases a adultas analfabetas en la Casa de la Mujer de la Agrupación de Mujeres Antifascistas. Ese mismo año, Publicaciones Mujeres Libres edita su obra La composición literaria infantil.

En febrero de 1936 tuvo lugar un encuentro fundamental en su vida: conoce a Amanda Junquera, esposa del catedrático de Historia Española Cayetano Alcázar, que impartía clases en la Universidad de Murcia y que había colaborado con la Universidad Popular. Mucho se ha escrito acerca de la relación que las unió, especialmente a partir de la publicación del libro de Ferris Carmen Conde. Vida, pasión y verso de una escritora olvidada, ya que para él Amanda «fue el ser que iluminó la vida de Carmen en todos los aspectos, la que la ayudó a creer en su obra y la que la apoyó siempre y en todo» y, además, dice que la suya «es una relación que está por encima del concepto de amor tradicional que tenemos de amor en pareja. Es un ser ontológico que llena la vida de Carmen, y sin el cual llega un momento en que no puede vivir» (Diario La Verdad de Murcia, 25 de mayo de 2007). También algunos autores afirman que la relación con su marido comenzó a estropearse cuando la hija de ambos nació muerta y que se deterioró a partir de este momento y ya solo compartieron trabajo y creación desde entonces. A la hora de preparar este artículo, decidimos que no era necesario aclarar este punto, ni por supuesto posible, y que no había lugar a especulaciones. Amanda fue una persona crucial en la vida de Carmen, compañera y amiga en cada momento desde el día en que se conocieron y poco importa la naturaleza de este sentimiento. De igual manera, sus poemas amorosos son excepcionales, sensuales, sugerentes y cercanos para quien los lee; poco importa quién fuese su destinatario o su fuente de inspiración.

En octubre, Carmen y Amanda superan el examen de ingreso en la Universidad de Valencia (la única que permanecía abierta y a la que habían destinado a Cayetano Alcázar), donde cursan estudios de Filosofía y Letras. Pero aún regresa al Frente Sur en 1938, cuando destinan a Alcázar a un Departamento de Información en Baza, donde ahora se encontraba Oliver; allí convivieron los dos matrimonios durante un breve período de tiempo. Incluso en 1938, ambas aprueban oposiciones para Auxiliares de Bibliotecas, aunque no llegan a ejercer. Residen en Valencia hasta 1939.

La Guerra Civil marca profundamente a Carmen Conde, llevándola a escribir varias obras en prosa poética que no se publican hasta mucho después: Sostenido ensueño (1938) —permanece inédita hasta que se incluye en Obra poética (1929-1966)—, Mientras los hombres mueren y A los niños muertos por la guerra (1938-1939), que agrupadas bajo el primer título se editarían en Italia en 1953.

A diferencia de otros intelectuales afines al bando republicano, cuando acaba la Guerra deciden no marchar al exilio; Oliver vive recluido inicialmente en Murcia en casa de su hermana; Carmen se instala en el domicilio de la familia Junquera, en la madrileña calle de Alcalá. Allí, durante el año que permanece escondida, escribe el largo poema en prosa El Arcángel, inédito hasta que se incluye en la citada Obra poética (1929-1966).

En la primavera de 1940, Carmen y Amanda salen de Madrid para residir en San Lorenzo de El Escorial. Allí, donde encontró la serenidad y la madurez, alumbró una ingente obra: su poema en prosa Mío, recogido después en Obra poética, los ensayos que más tarde serían Mi libro de El Escorial, parte de lo que luego constituiría los poemarios Pasión del Verbo y Ansia de la Gracia, o la novela que finalmente se tituló En manos del silencio. De entre todos estos poemarios, creemos que Mío es en el que más y mejor aparece ese sentimiento de «amor» que queremos mostrar en la poesía de Carmen Conde. La propia autora quiso que apareciera, al principio, dónde lo había compuesto: El Escorial. He aquí el apartado I de Mío, creemos de belleza insuperable:

Unísona unidad compacta. Bajo retumbante que las montañas sostienen. Trazado indeleble en la abierta llanura. La luz que te señala en las noches de fuegos, revela tu arquitectura a la Toledo del alfanje líquido.

¿Quién, si no tiene un alma oceánica, puede resistirte el frente a frente, desnudos los dos de ternuras, en híspidos inviernos como los tuyos?

He puesto mis manos sobre tu roca amartillada, domada, hecha Carmen de ardores, y nos hemos trasvasado el calor que nada ni nadie apaga.

(En Poesía completa de Carmen Conde, pág. 189).

En otoño de 1941 regresan a Madrid para instalarse en el piso superior del inmueble número 5 de la calle Wellingtonia, propiedad del poeta Vicente Aleixandre, que reside en la planta baja, aunque periódicamente volverían, durante los años 40 y 50, al tan grato refugio de El Escorial.

Lo cierto es que esos años de exilio interior fueron muy duros. Casi un año escondida en plena juventud, casi sin salir a la calle ni ver la luz del sol. Luego, la inquietud permanente y cierta clandestinidad. La decisión de quedarse no fue sencilla. Cuando muchos de sus amigos afines se fueron, Antonio y ella pensaron que solo habían defendido sus ideas y decidieron quedarse. Este hecho, unido a relaciones con personas de derechas o las ideas religiosas de Carmen, que no veía problema en ser de izquierdas y católica (aunque su religiosidad, desde nuestro punto de vista, se aleja de la ortodoxia impuesta, se basa en la espiritualidad íntima y casi panteísta) hizo que durante años se confundiesen sus ideas sociales y políticas. Llegaron después años de represalias, silencio, tribunales, años de persecución que ella condenó más que a la propia guerra.

Fue juzgada por haberse decantado como partidaria de la República. En 1940 se instruye procedimiento sumarísimo ordinario contra la escritora, que finaliza cuando en enero de 1944 se le notifica el fallo de sobreseimiento provisional —incluso cinco años después, en julio de 1949, se presenta una nueva denuncia, anónima, contra la encausada—. A pesar de ello, desarrolla una intensa actividad literaria aunque, consecuentemente, en esta época ha de utilizar distintos seudónimos: firma como Magdalena Noguera, Florentina del Mar, Asunción Parreño y otros; así ocurre sobre todo en los libros publicados por la Editorial Alhambra, para la que trabajó hasta 1946 como asesora literaria y lectora (como tal, dispuso la edición de La destrucción o el amor, de Aleixandre).

Con el seudónimo Magdalena Noguera publicó en Alhambra obras de tono religioso como La encendida palabra (San Antonio de Padua) o El Santuario del Pilar, de 1943, y como Florentina del Mar firma cuentos como Doña Centenito, gata salvaje (1943), los ensayos La amistad en la literatura española o La poesía ante la eternidad (que tanto tendrá que ver con su Discurso de ingreso en la RAE), prosa: Vidas contra su espejo: novela o Soplo que va y no vuelve: (relatos), estas de 1944, etc. Con el mismo heterónimo dirige la sección «Nana, nanita, nana» de La Estafeta literaria durante este año y principios del siguiente. Igualmente, con la autoría de Florentina del Mar ven la luz en Hesperia los cuentos históricos Don Juan de Austria (1942) y Don Álvaro de Luna (1943), o Aladino: teatro para niños (1944), estrenado en el Teatro Español de Madrid en noviembre del año anterior. No obstante, en el cuarenta y cuatro publica con su auténtico nombre Pasión del Verbo, su primer libro de versos, en una edición no venal. En la década de los cuarenta, además, trabaja como minutera en los Estudios Cinematográficos Roptence (1942 y 1943) y realizando traducciones del francés y del italiano.

Carmen Conde con Amanda Junquera hacia 1940

Figura 2. Carmen Conde con Amanda Junquera hacia 1940.

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2.3. Etapa de plenitud (1945-1978)

Ayudada por Cayetano Alcázar, ingresa en 1945 en la Secretaría General del Rectorado de la Universidad de Madrid y, a la vez, desde diciembre en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), como Redactora del Boletín bibliográfico; en febrero de 1957 la contratan como Oficial 1ª de la Sección de Distribución de Publicaciones, y ya desde 1958, como Redactora literaria, pasando a ocupar plaza de Administrativo adscrito en 1971, hasta que cesa tres años después.

Por fin, el matrimonio puede reunirse en diciembre de 1945, residiendo en la pensión Valls de la madrileña calle de Goya, junto con la madre de Carmen, hasta que en 1949 pasan a vivir en el que será el domicilio familiar de la calle Ferraz.

En estos años publica algunas de sus obras poéticas más importantes: en el cuarenta y cinco aparece en la prestigiosa colección Adonais su Ansia de la gracia, y la editorial granadina Vientos del Sur edita Signo de amor. Al año siguiente ve la luz Honda memoria de mí: poema.

A estos primeros años pertenece el poemario Ansia de la gracia, que supuso su lanzamiento al mundo editorial por la puerta grande, al aparecer, como decimos, en Adonais. Este es un poemario en que lo erótico es lo más importante, Carmen sigue identificándose con la Naturaleza y las imágenes más poéticas pertenecen a ese mundo de lo hiperbólico. A la segunda sección de este poemario, titulada «Destino», pertenece el poema que nos parece más elocuente de esa poesía «amorosa» de tipo erótico, lleno de metáforas que tienen que ver con el campo semántico de la «pasión», del «gozo», de la «exaltación». Su título es Primer Amor:

¡Qué sorpresa tu cuerpo, qué inefable vehemencia!

Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo

sin haberlo soñado, sin que nunca

un ligero esperar prometiera la dicha.

Esta dicha de fuego que vacía tu testa,

que te empuja de espaldas,

te derriba a un abismo

que no tiene medida ni fondo.

¡Abismo y solo abismo

de ti hasta la muerte!

¡Tus brazos!

Son tus brazos los mismos de otros días,

y tiemblan y se cierran en torno de su cuerpo.

Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido

de cosas que tú ignoras,

de mundos que lo mueven…

¡Oh pecho de tu cuerpo, tan firme y tan sensible

que un vaho lo pone turbio

y un beso lo traspasa!

¡Si nunca nadie dijo que así se amaba tanto!

¿Podías tú esperar que ardieran tus cabellos,

que toda cuanta eres cayeras como lumbre

en un grito sin cifra,

desde una cordillera gritada por la aurora?

¿Ceniza tú algún día? ¿Ceniza esta locura

que estrenas con la vida recién brotada al mundo?

¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca!

Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo

para quemar el cielo subiéndole la tierra.

(En Poesía completa de Carmen Conde, pp. 214-215).

Como hiciera Federico García Lorca años atrás al decir que

en este momento dramático del mundo, el artista debe llorar y reír con su pueblo. Hay que dejar el ramo de azucenas y meterse en el fango hasta la cintura para ayudar a los que buscan las azucenas

en la última entrevista que se le conoce, que dio a Luis Bagaría el 10 de junio de 1936, con la que se presenta como un artista comprometido con la realidad que le ha tocado vivir, así lo haría Carmen Conde en el Prólogo a su obra Ansia de la gracia:

Ser fiel a nuestra época lo considero deber ineludible. No puedo residenciarme en un hermoso siglo, dando la espalda al presente. Estos años de destrucción brutal y de arrebatada búsqueda exigen la presencia íntegra del alma en su tiempo,

como afirma en el prólogo a su poemario (p. 203 de Poesía completa de Carmen Conde, editada y prologada por Emilio Miró).

Desde 1946 es colaboradora habitual en Radio Nacional, realizando emisiones infantiles, hasta 1951. Después, continuará con otros programas literarios hasta enero de 1976.

1947 es un año fecundo, pues publica Sea la luz en la colección Mensajes, Mujer sin Edén —considerada por la crítica su obra cumbre— y Mi fin en el viento, también publicada en Adonais. De estas tres obras, sin duda alguna es Mujer sin Edén la más importante. Emilio Miró lo califica como el poemario «que eleva la mujer individual, la madre frustrada a Mujer y Madre universales, a paridora condenada, doliente, suplicante ―Eva mítica y eterna― por el hijo muerto y por el hijo homicida». Cuando habla la mujer en el primer poema del Canto Primero, titulado Arrojada al jardín con el hombre, se aprecia que el amor con su esposo ya no tiene sentido y que para ellos el Edén ha desaparecido:

¡Cuánto pesaba

el hombre sobre mí, sobre la tierra,

sin Dios y con la bestia: los dos juntos!

(Poesía completa de Carmen Conde, p. 289).

Y si cabía alguna duda de que ese amor intenso había desaparecido, podemos aducir los versos finales del poema que cierra Mujer sin Edén, titulado Súplica final de la mujer:

Tan vieja…, tan cansada… Espuelas que me rajan

son las piernas del hombre. Líbrame de ese yugo.

No puedo amarle más ni enterrarle.

Dentro de la línea de poesía amorosa que venimos recorriendo en la obra de la cartagenera, y dentro del poemario Mujer sin Edén, hemos escogido el segundo poema, que responde al título Nostalgia del hombre:

Una espada encendida revolviéndose,

defendiéndonos el Árbol de la vida.

¡Ángeles no tuvo el de la ciencia,

flanqueando su acceso!

«Acércate, varona» —te dijo la serpiente.

Y te acercaste sumisa.

Dios se paseaba por el Huerto,

al aire de su Día.

Ansias tuvo de mí:

«¿Dónde estás tú …?»

¡Desnudo me encontré,

con fruto de tu sed sobre mi carne!

Una espada hay ahora, ¡una lumbre!,

que no nos deja ir … ¿Por qué no ardía

antes que tu voz junto al manzano?

 

¡Ríos que yo vi sumisos míos,

muy lejos ya de mí, aunque ahora os nombre!

Los cuatro vivos miembros del gran agua

que éramos nosotros por su cauce.

Canté su nombre a todo: aves del cielo,

Bestias de los campos, a las flores.

Cayóse el sueño a mí, y ya dormido

Te hicieron de mi espalda, mujer mía.

Me buscas y te busco; el hambre tuya

Es hambre de ti en mí. Yo te deseo.

 

¡Oh tierra que te aprietas a mis lados:

yo tengo que labrarte, que mullirte,

que soy también de tierra en mi transcurso!

Subiendo están de ti dulces vapores

regándote la faz. Hueles a hembra,

y soy quien te fecunda, prolongándote.

(En Poesía completa de Carmen Conde, p. 290).

Durante los años 1948 y 1949 simultanea sus trabajos administrativos en la Universidad de Madrid y en el CSIC con la enseñanza, primero como maestra interina de la Escuela Sección Independiente de la Calle Anastasio Aroca de Madrid (curso 1948-49) y después en la Escuela Nacional Grupo Escolar Nuestra Señora de la Almudena (año escolar 1949-50).

En estos años también ven la luz obras en prosa: la editorial Doncel de Zaragoza recoge sus Cartas a Katherine Mansfield (1948); en el mismo año, y dentro de la Colección Raíz se edita El Escorial: una meditación más; al que siguen Mi libro de El Escorial: (meditaciones) en 1949, y al año siguiente se publica la novela En manos del silencio.

Carmen puede seguir publicando su poesía en la década de los cuarenta gracias a la estrategia de no buscar publicidad, no publicar en editoriales de primera fila y limitar el número de ejemplares publicados. Hubiese sido más problemático intentar sacar a la luz literatura de alcance más universal. Sobrevivió artísticamente, pero su táctica hizo que fuese mucho menos conocida de lo que su obra merecía.

Es esta una etapa de incesante actividad literaria en la que recorre casi toda España invitada para impartir lecciones o hacer lecturas poéticas. Emprende también sus primeros viajes al extranjero, siempre con Amanda: a Londres en 1949 (dio una conferencia en el Instituto Español y la contrató la BBC para leer sus poemas), a París en 1950, de nuevo París y además Bruselas en 1951 e Italia en 1952.

1951 es otro año prolífico: en México imprimen una 2ª edición de Mujer sin Edén, y en Madrid salen Iluminada tierra, poesía, y Canto a Amanda (escrito en 1945), que se presenta con una cita de Quevedo («Retrato del cielo, la amistad verdadera») que simboliza, claramente, la amistad, pero en términos como los siguientes:

¡Qué poco es el hablar! Aunque yo hable

de ti tanto y de mí, ¿quién más podría

saber lo que eres tú para mi vida?

El poemario Iluminada tierra vuelve a estar lleno de amor y de ensoñación, de plena comunión con la Naturaleza y de una admiración por las mujeres jóvenes y sus cuerpos desnudos, quizá con reflejos de la poesía de Safo de Lesbos, lo que puede apreciarse en estos versos:

¡Qué salvaje presencia la de las hembras púberes

entre glicinias cálidas, entre celindas vivas!

La perfección, la belleza y la juventud son el nuevo edén en el que la figura del hombre se ha desvanecido, solo aparece en los momentos en que se le reprocha algo, como en el poema Angustia, del Canto Segundo de este poemario:

Tu corazón y el mío, tan unidos, tan puros.

¿Por qué tú no empujaste a los turbios recelos

para que no se fueran tu corazón y el mío?

¡Dejándonos extraños y enemigos; hostiles,

como dos luchadores de causas diferentes!

¡Qué poco sabe un hombre de la mujer que ama,

y cuán difícil ella para enseñarle a ver!

Son dos mundos ajenos que nunca se penetran,

ni cuando se poseen; porque cada uno de ellos

lo que está poseyendo es su cuerpo y su alma,

sin enterarse nunca de lo que siente el otro.

(En Poesía completa de Carmen Conde, pp. 332-333)

El poema recuerda también a aquellas composiciones de Bécquer en que el tú y el yo se enfrentan a través del tema amoroso. Al principio hombre y mujer están unidos, pero en el caso de Carmen Conde es el hombre quien tiene la culpa de la ruptura. El edén se ha perdido, los culpables son los dos seres, pero es en los últimos versos donde el reproche se hace más directamente al varón, no a uno concreto sino que se hace extensivo a todo el género masculino.

Como clave de este poemario tan importante dentro de la obra de la cartagenera, y siguiendo con el recorrido por el «amor», hemos escogido el poema La impaciente enamorada, que muestra a una mujer cuyo encuentro con el hombre ya es imposible, lo que hace imposible, por tanto, la posesión amorosa entre ambos:

Porque si vinieres, y ya ni yo te espero,

quizá se prenderían mis cortezas.

Te pude soñar tanto, estabas luminoso

allá lejos de todos...

                                       ¿No era tuyo

un sueño incomprensible al que yo me asomaba

alargando los brazos, que no son de ceniza?

¡Eras tan ágil tú como son los caballos

que corren y se saltan obstáculos de piedra!

Entornando los ojos, si quisieras verías

que alucinada iba a tus propios umbrales

una criatura rápida, con muchos junios firmes,

ardiéndole los pulsos con tensa madurez...

Sería en tu misterio la que soñabas siempre,

que te soñaba vivo, suntuoso de sangre

generosa y audaz: hombre que me vencía

para cogerme suya, sometida y secreta.

 

Galopando resuelto a través de tus bosques

me llamabas creyendo que tu sueño fui solo.

Porque no me creíste tan verdad como un ciervo,

no pudimos hallamos, no pudiste ser mío.

(En Poesía completa de Carmen Conde, pp. 331-332).

En 1953 vuelve a Italia llamada para disertar acerca de su poesía en la Universidad Luigi Bocconi de Milán; en esta ciudad, el Istituto Editoriale Cisalpino edita sus obras Mientras los hombres mueren y Carmen Conde: poesie, ambas al cuidado de Juana Granados. A finales del año recibe el Premio Elisenda de Montcada por su novela Las oscuras raíces, editada por Garbo en 1954, en el que también sale Cobre: (novelas), su antología de poetas españolas de posguerra Poesía femenina española viviente y en Milán, traducido por Carla Brunetti bajo el sello editorial de Fratelli Fabbri, aparece Centenito la gattina del bosco.

El año culmina cuando se le concede el Premio Internacional de Poesía «Simón Bolívar» de Siena (Italia) por Vivientes de los siglos. También en 1954 viaja a París, Heidelberg y Bonn, ofreciendo lecturas de sus poesías, que se traducen al alemán; participa en el Congreso Internacional de la Poesía de Knokke-Le-Zoute (Bruselas). De allí viaja a Holanda invitada por la Asociación Hispano-Americana de Ámsterdam, para dictar conferencias y dar a conocer sus composiciones.

En 1955 aparecen editadas en Tetuán las memorias de su infancia en Marruecos Empezando la vida. Visita nuevamente Italia dando charlas sobre su obra y para recibir el Premio «Simón Bolívar» de Siena.

Un gran logro del matrimonio se produce cuando, en 1956, gestionan la cesión al Ministerio de Educación Nacional del archivo de Rubén Darío, que estaba en poder de la compañera española del poeta nicaragüense desde 1899, Francisca Sánchez del Pozo. Seguirá su tarea en 1963, cuando realizan un largo viaje por Centroamérica, invitado Oliver por Nicaragua para pronunciar conferencias con motivo de los días grandes anuales de Rubén Darío. También ella da conferencias y lecturas de sus obras en Puerto Rico, Panamá y Nicaragua. Fruto de este viaje es su libro de poemas Jaguar puro inmarchito, editado el mismo año, y al siguiente la Mesa Redonda de Mujeres Panamericanas pone en el mercado su biografía Acompañando a Francisca Sánchez (resumen de una vida junto a Rubén Darío). En 1967 Carmen se convierte en administradora de las obras de Rubén Darío. Actualmente, el Archivo Rubén Darío recoge esos documentos depositados posteriormente en la Facultad de Filología de la Universidad Complutense. La digitalización de los documentos ha permitido el acceso a una imagen fiel del documento original, gracias a los proyectos de Rocío Oviedo y Luis Sainz de Medrano; ya pueden consultarse más de dos mil documentos que han sido transcritos y clasificados.

Este poemario, tan poco conocido por el gran público, salió a la luz cuando Carmen volvió de una gira por Nicaragua y otros países de Hispanoamérica y tras haber trabajado junto con su marido en la clasificación de los miles de documentos que Antonio Oliver tenía en su poder sobre el poeta nicaragüense y que la hicieron conocerlo en todas sus dimensiones. Hemos querido detenernos en el poema que se destina al «Prólogo», concretamente en su segunda parte. De nuevo los problemas de comunicación entre los enamorados, sobre todo en el caso del hombre, son la clave de este poema:

Si dijera lo que siente, si supiera hablar ese hombre

de todo lo que le muerde su corazón pisoteado,

se salvaría.

Porque la palabra redime, purifica, libera.

Lo trágico es que por él hablan siempre

los que no saben cuánto duele la injusticia,

ni el hambre, ni la angustia del rencor…

[…]

Hay que buscar al que sufre

cortándonos la lengua falsa y vana, la fútil palabrería

que no es pan, sino pólvora;

que es siembra de impotencias, no de simientes

prietas de amor.

(En Poesía completa de Carmen Conde, pág. 600).

La cartagenera da a la estampa en 1959 un poemario dedicado a su madre, Los monólogos de la hija. En 1960 la Revista de Occidente edita Derribado Arcángel, escrito diez años antes, y la editorial Losada de Buenos Aires lanza En un mundo de fugitivos.

El matrimonio gana en 1961 el Premio Doncel de Teatro Juvenil por su obra conjunta A la estrella por la cometa. El mismo año ella consigue una pensión de la Fundación March para una obra de creación poética, Devorante arcilla, y en 1962, otra para escribir Al encuentro de Santa Teresa. Este es un año rico en publicaciones: En la tierra de nadie, prologado por Mariano Baquero Goyanes, Los poemas de Mar Menor y Su voz le doy a la noche.

En este nuevo período fecundo para su creación poética, si es que alguno no lo fue, continuamos el viaje por su poesía amorosa, y nos detenemos en el poemario Devorante arcilla, en que la influencia bíblica y de la mística, sobre todo de San Juan de la Cruz, es más que visible. Escogemos el poema 27, una muestra más del erotismo y de la furia que todo lo arrebata y que nunca termina de saciarse, temas que ya nunca desaparecerán de la poesía de la cartagenera. El final del poema, en palabras de Emilio Miró, «canta la conversión de la pasión carnal en la cegadora pureza que limpia de besos la carne, que enciende otra vez los ojos / en una contemplación infatigable y deslumbrada»:

            Amarse, amarse hambrientamente, amarse

los unos en los otros, con amor que permanezca

tembloroso de hambre que no se sacia nunca, aunque se ame

a dentelladas luminosas y a sombríos latigazos.

Amarse con la agonía entre los labios, sin gritos, secos de

amor, por tanto amarse.

 

Y después, el frío.

El frío, calcinándose todo, cuerpos de amor y palabras

de amor, y el sosegado dormir después del amor.

 

El frío, que vuelve coriáceas las miradas

de los que se amaron como lianas y como leones

en las selvas oscuras del amor violento.

 

Dejarse morir de frío, cayendo poco a poco

en el mortal desaliento que es el frío sin amor…

Cuando todavía resuenan en los huesos sacudidas

delirantes de gozo, mientras la memoria rompe

contra el mañana su empujón de niebla.

 

            ¡Ah, pero los hombres saben siempre que no se acaba

porque se acabe el amor; que existe espacio

al que volver con la celeridad del pensamiento!

¡Y que en el fin de ese vuelo todo es perfecto y puro:

la cegadora pureza que limpia de besos la carne,

que enciende otra vez los ojos

en una contemplación infatigable y deslumbrada!

(En Poesía completa de Carmen Conde, pág. 394).

En 1965, la Caja de Ahorros del Sureste de España publica una nueva obra infantil firmada por Florentina del Mar: Viejo venís y florido...

Desde 1966 y durante toda una década impartió cursos de Literatura en el Institute of European Studies.

En 1967 recibe el Premio Nacional de Literatura «José Antonio Primo de Rivera» de Poesía por Obra poética (1929-1966), editada por Biblioteca Nueva y al cuidado de Emilio Miró, y también el «Hucha de Plata» de la Confederación Española de Cajas de Ahorros por su cuento Hubo una vez una paloma. Este año también ven la luz otras obras: una antología preparada por ella que da a conocer en España a las escritoras de Hispanoamérica, Once grandes poetisas americohispanas; otra recopilación, Poesía femenina española (1939-1950) y su estudio Un pueblo que lucha y canta (iniciación a la Literatura española de los siglos XII al XV).

El 28 de julio de 1968 muere en Madrid Antonio Oliver. Cumpliendo con su deseo, expresado en testamento, ella promociona la edición de sus Obras completas en 1971.

Mientras, da a la estampa obra propia: en 1969 Bruguera saca su Antología de poesía amorosa contemporánea, Unión Editorial hace lo propio con su estudio Menéndez Pidal; al año siguiente EPESA edita la obra sobre Gabriela Mistral y Biblioteca Nueva su poemario A este lado de la eternidad, que comienza con un poema de Carmen Conde, Puerto del amor, escrito en Cartagena en 1930, y va encabezado por dos versos de su esposo muerto pertenecientes a Loas de Oficios:

“Cuando mi vida se acabe,

cógeme tú de la mano.

La clave de este poemario aparece en el poema final, Réquiem por nosotros dos, es decir, por el amor que sintieron y que ya habían dejado de sentir desde hacía tanto tiempo, y que presiden unos versos muy famosos del poeta sevillano que tanto influiría en la poesía española del siglo XX: «Todo cuanto los dos hemos callado / lo tenemos que hablar» (Rima XXXVII de Bécquer), que vuelven a recordar el problema de la incomunicación en la pareja. La relación de ambos a lo largo de su pequeña historia de amor puede verse reflejada en este poema, del que solo transcribimos unos versos:

Cataratas espesas de palabras

que no dijimos nunca

retumban en mí.

[…]

¿Por qué tuvimos miedo del impulso,

y por qué podamos la arboleda

de nuestras enajenaciones?

[…]

¿Qué temías de aquella juventud

que tan solo era tuya?

[…]

Tú que amabas al viento y a las aguas,

nunca supe jamás por qué opusiste

tanto sique a su fuerza.

[…]

¡Qué tremenda pasión la de aquel tiempo,

en que solos tú y yo, como un arroyo

que en la luz corretea enamorado,

descubrimos el mundo que perdimos!

[…]

Yo te quise, tu amor se salva intacto

de todos los fragores de la vida.

Me quisiste también, estoy segura

de que nada quebró lo que fue nuestro.

(En Poesía completa de Carmen Conde, pp. 696-699).

Desde 1971, año en que se publica su Cancionero de la enamorada y su antología Poesía femenina española (1950-1960), hay que esperar hasta 1974, en el que CVS edita el audiolibro El caballito y la luna. En este año, ya jubilada de la Universidad de Madrid y del CSIC, es galardonada con el Laurel de las Bellas Artes por la Asociación de la Prensa de Murcia.

Teníamos la obligación de hacer una parada en su poemario Cancionero de la enamorada, en el poema Ya sé que me acabaré, que significa para nosotros la relación entre el amor, el paso del tiempo y la eternidad, que tendrán tanto que ver con el Discurso de ingreso en la RAE de la cartagenera:

Ya sé que me acabaré,

que tú no serás un día…

Que todo cuanto ahora digo

irá perdiendo su vida.

 

Si no quitaras tu boca

de mis ojos; si tu mano jamás

soltara la mía,

amor mío enajenado.

 

Quisiera perderme ahora,

morirme sin despertarme.

No quiero olvidarte nunca,

bebida de amor, amante.

(En Poesía completa de Carmen Conde, pp. 714).

En 1975 sale al mercado Corrosión; en el 76, Cita con la vida; al año siguiente su novela La rambla y en el mismo año la Editora Nacional se ocupa de una recopilación de sus poemas, con estudio preliminar de Miguel Dolç: Días por la tierra (antología incompleta). Y si un poemario ha llamado poderosamente nuestra atención ha sido Corrosión, publicado cuando Carmen está cerca de cumplir 70 años. Y ha conseguido que nos fijemos en él porque sigue vigente en su obra poética lo pasional, el erotismo, la fuerza de la carne, aunque en algunos momentos se debata la cartagenera entre esa fuerza pulsante y el espíritu:

Una muchacha casta y curiosa de conocer qué y cómo

haría la otra boca, al empujar a esta boca

con la dulce acometida de una búsqueda sagrada.

Señora y ajena la frente entre sus rocas puras,

orillas a las que afluían rubios cabellos aéreos.

[…]

El primer contacto con lo imposible…

La mística entrega luego realizada entre gemidos

y lágrimas que los párpados cortaban en tajadas.

(En Poesía completa de Carmen Conde, pág. 750).

Pero el poema que queremos dejar completo en este recorrido por la poética amorosa, erótica en su mayor parte, de Carmen Conde es el que ha conseguido que sea más visible ese erotismo a flor de piel que la cartagenera aún muestra en los años anteriores a su entrada en la RAE. Siguen vertebrando sus composiciones la cercanía con la Naturaleza y la belleza de los cuerpos jóvenes; es un poema en el que podríamos ver en él un recuerdo de su vida y cómo esta va pasando pero la eternidad se mantiene en esos cuerpos jóvenes. Es el poema final del Prólogo de Corrosión, y su primer verso reza Adolescente tú, muchacho:

Adolescente tú, muchacho:

¡el que reluce mojado por el agua del mar!

Es a ti a quien hablo en amoroso silencio,

a quien dirijo mi cántico;

el que admiro. Muchacho intacto de vida,

radiante y luminoso.

Porque tu vida recién estrenada y ávida

del mundo, me atrae para contemplarla.

He sido tan joven como nadie jamás lo fuera

y me duele dejar la tierra. Lo sigo siendo en ti

sin volver a serlo.

¡Vive, ríe, corre, salta, ama y delira,

que así proteges mi gloria de divinidad!

 

No canto a las muchachas ni a los niños,

solamente a ti. Porque a ti no te tuve nunca

y tu adolescencia me la debe Dios.

Te amo, me enamoras como un astro o un río,

pura y limpiamente e inagotable amor.

 

Pasaría mis días mirándote, cantando a tu alegría,

y acercaría a tu cuerpo de oro

todo el trigo y el heno oloroso

para que fueran plinto de tu verdor crujiente.

¡Cuán ajeno y distante sonríes a tu savia,

te derramas a enajenados contactos

que no colman tu ímpetu!

Yo sé, yo podría, yo sería tu continente preciso;

pero te exclamo, te sueño, nunca tuve riqueza como la tuya

y te veo a distancia.

¡A la distancia de una realidad que no alcancé en mi vida…!

 

Hermoso y flexible animalillo habitado

por un alma intonsa, por una lumbre incipiente.

Cierro los ojos y te meto en mi pecho,

sobre el que tampoco puedo esperar siquiera

que ponga sus rosas

una delicada despedida sin nombre.

(En Poesía completa de Carmen Conde, pp. 735-736).

Carmen Conde y Antonio Oliver en el Sardinero. Santander, 1946

Figura 3. Carmen Conde y Antonio Oliver en el Sardinero. Santander, 1946.

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2.4. Carmen Conde, Académica (1978-1996)

En 1978, año en el que cumpliría los 71 de edad, Carmen Conde es elegida Académica de Número de la Real Academia Española, convirtiéndose en la primera mujer que logra este honor. A raíz de este hecho, se suceden los homenajes y reconocimientos institucionales: se la distingue como Hija Predilecta de la provincia de Murcia e Hija Predilecta de la ciudad de Cartagena, así como Hija Adoptiva de La Unión. Viaja a Ottawa (Canadá) invitada para impartir conferencias. Todo después de unos años de cierta inercia creativa.

Es el año en el que ven la luz sus obras Al encuentro de Santa Teresa, el poemario El tiempo es un río lentísimo de fuego, o el libro para niños Cuentos del Romancero.

El 28 de enero de 1979 pronuncia su Discurso de ingreso en la Academia, titulado Poesía ante el tiempo y la inmortalidad, que fue contestado por Guillermo Díaz-Plaja. Ocuparía el sillón K, que había dejado vacante Miguel Mihura. En estos últimos días ha vuelto a quedar vacante por la muerte de la escritora Ana María Matute.

En su Discurso se referirá a algunos escritores de los siglos XIX y XX y al acoso a lo indescifrable del Tiempo o su preocupación por la inmortalidad en parte de la obra de estos poetas. Entre ellos (Gertrudis Gómez de Avellaneda, Carolina Coronado, Bécquer, Rosalía de Castro, Unamuno, Antonio Machado, Luis Cernuda, Salvador Espríu, Antonio Oliver, Juan Maragall y Juan Ramón Jiménez) vamos a centrar nuestro interés en las mujeres, sobre todo por el hecho de que sea Carmen Conde la primera mujer en entrar en la RAE, un lugar que estuvo siempre vetado a ellas, hasta que Carmen fue la primera en hacer historia en la institución. Como hemos dicho al principio de esta parte, a través de los distintos poemas que hemos insertado, lo que pretendemos es hacer un recorrido por su obra poética, sobre todo por su poesía amorosa de tipo erótico y demostrar que el título de su Discurso de ingreso en la RAE tiene que ver también con su obra poética, pues creemos que el anhelo de inmortalidad de Carmen Conde no se referirá a su creación poética en sí misma, a pesar de lo extensa que es, sino a su visión del amor, que anula el paso del tiempo y busca la inmortalidad.

De hecho, en su discurso de ingreso en la RAE observamos ideas que aparecen en su obra poética, pues desde la infancia «ha deseado lo eterno, ha buscado lo que no cambia», «no la inmortalidad sino la eternidad», como ella misma afirma en su Discurso. Así lo podemos ver en su poema Eternidad, incluido en su poemario Desde nunca, de 1982:

Esta es mi mano, aquella

que estrechabas con las tuyas,

cuando estabas a mi lado.

 

¿Dónde estarán ya las manos

que eran hueco de las mías?

¿Cómo estaré yo sin ellas

tantos años, tantos días?

 

No pueden acariciarte

aquellas sienes queridas,

estas pobres manos tristes

que son ahora las mías

(En Obra completa de Carmen Conde, pág. 993).

En su Discurso de ingreso Carmen Conde afirma también que

el Tiempo es eterno e implacable y la vida está llena de venturas y desventuras, por lo que hay que mantenerse fiel a la Poesía, supremo logro del ser y el estar en la Tierra. Sin ella no habría podido vivir.

Y continúa diciendo que

la Poesía restaña heridas causadas por el tiempo o la historia, conduciendo desde el amor por un solo ser al amor por todos los seres,

por eso

quienes crean poesía lealmente porque sí, saben de la necesidad de su verdad y de la defensa desinteresada de las causas perdidas.

Escribió en él sobre importantes mujeres de la historia de nuestra literatura, como hemos visto. La primera en orden estrictamente cronológico es Teresa de Jesús, y a ella le dedica el poema Teresa, inserto en Una palabra tuya, de 1988. Transcribimos solo la primera estrofa, los primeros doce versos, que, para nosotros, se identifican mucho con la propia vida de la poeta cartagenera:

La siempre ajetreada comunicativa,

la que no se dormía por malamente sentarse

casi o en el suelo para escribir lo que sabía

y pensaba remetidamente

con indómita necesidad de verterse:

Teresa del alma, amiga que nunca

pude ni podré encontrarme cara a cara

para quererte más que nadie te quiso

sobre la tierra áspera de tu andadura.

Equivocaron mi fecha de venir al mundo

porque debiera haberme enfrentado contigo,

es decir, vernos frente a frente, ojos a ojos…

(En Poesía completa de Carmen Conde, pág. 1179).

Por lo que se refiere a las poetas que aparecen en el Discurso de ingreso de Carmen Conde en la RAE, es fundamental el interés de la cartagenera por la obra de Rosalía de Castro, aunque comienza con la de Gertrudis Gómez de Avellaneda y sigue con la poeta extremeña Carolina Coronado. Comencemos por la primera cronológicamente hablando.

Dice Carmen Conde que Juan Nicasio Gallego prologó la obra de la poeta Gertrudis Gómez de Avellaneda y que él creía que si muchas mujeres no habían publicado antes que ella era por su miedo al ridículo, pero creía que la poesía de la cubana era la mejor no solo de su siglo sino de todos. Para ella, según Carmen Conde, «inmortalidad» era igual a «gloria o eternidad»; por lo que

la cubana conserva hoy la gloria que pidiera venciendo al tiempo, aunque ella no fue comprendida ni amada cuánto y cómo mereció serlo

(Discurso de Carmen Conde).

Sobre la pacense Carolina Coronado, afirma que ya desde joven aparecieron sus ideas de la muerte y de la eternidad por las prematuras muertes de sus seres queridos y son muy habituales los dejes nostálgicos por el paso del tiempo.

A la poeta gallega del Rexurdimento le dedica Carmen Conde la más amplia de sus reflexiones. Antes de entrar en estas, y volviendo a afirmar que Rosalía y Carmen tiene muchos puntos en común en su trayectoria vital, transcribimos la primera estrofa del poema que la cartagenera le dedica a la gallega en su poemario El tiempo es un río lentísimo de fuego, de 1978:

Vamos a caminar entre los árboles

de nuestra Galicia, que también la lleva

la mitad de mi sangre…

Busco tu brazo para apoyarme en él

que nada importa

que en el nacer nos separen setenta años.

Puedo repetir con versos tuyos

que «el camino antiguo nos saldrá al paso».

«¡Oh tierra, antes y ahora —decimos juntas—,

siempre fecunda y bella!»

Y ya no importan «en su sepulcro el muerto;

el triste en el olvido y mi alma

en su desierto».

(En Poesía completa de Carmen Conde, p. 915).

La cartagenera afirma que

la poesía busca su origen divino defendiendo a los que ve mermados en sus derechos y marginados en sus posibilidades,

para ella

si humano significa perecedero, el ser humano, no obstante, es vaso de eternidad

(Discurso de ingreso).

Expresándose por distintos medios, las dos gallegas, Rosalía de Castro y Concepción Arenal, manifestaban que padecieron por causas que concurrían a idéntico fin: el ansia de aliviar la desventura de inmensa parte de la sociedad, no presentan ninguna preocupación por la inmortalidad pero sí por los seres humanos y sus problemas: exilio, dolor, muerte… Rosalía de Castro, Carolina Coronado e incluso el famoso Juan Ramón Jiménez vivieron y denunciaron la experiencia sufrida: que los consideraran locos, tal y como se aprecia en el fragmento que Carmen Conde copia de la poeta Carolina Coronado en la página 33 de su Discurso. Carmen considera a Rosalía la precursora de cuantas escriben poesía pues mantiene fuerte solidaridad con la humanidad entera. Rosalía demostró que, al interesarle más lo humano, las escritoras ya no eran tan débiles ni se conformaban con los temas predeterminadamente femeninos.

Para cerrar este pequeño apunte sobre su Discurso de ingreso en la RAE, tomamos prestadas las palabras de uno de los mejores conocedores de la poesía de Carmen Conde, el profesor Francisco Javier Díez de Revenga:

el amor, la muerte y el tiempo son las columnas sobre las que se asienta su universo poético, junto a los recuerdos nostálgicos y llenos de vida, el constante sentimiento elegíaco del mundo y su perdurabilidad, la distancia, la eternidad, el presentimiento, el destino y la guerra. Intensa y original, su obra está caracterizada por la rebeldía y el espíritu de lucha.

El mismo año es nombrada Académica correspondiente de la Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico. También en 1979 se le otorgan los premios Benito Pérez Galdós de Periodismo y Adelaide Ristori del Centro Culturale Italiano y es nombrada «Honorary Citizen of the Great State of Nebraska».

Aquel año publica las novelas En manos del silencio y Creció espesa la yerba, así como una serie de libros para niños editados por Escuela Española, entre otros: Belén: (auto de Navidad), Una niña oye una voz o Un conejo soñador rompe con la tradición.

Se suceden años de trabajo intenso, añadiéndose a las tareas en la Real Academia Española y a su incesante producción literaria, los continuos viajes, tanto por España como por el extranjero.

Aunque comienza a padecer los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer, no deja de conceder entrevistas, participar en programas de radio y televisión, colaborar en prensa y revistas, etcétera.

En esta etapa de su vida realiza frecuentes viajes a América, ofreciendo conferencias y lecturas poéticas y recibiendo importantes distinciones: así, en 1979 el Título de Miembro Honorario de la Society of Spanish and Spanish-American Studies, Socio Honorario de la Sociedad Nacional Hispánica; en 1980 le entregan las llaves de la ciudad de Miami...

Es en este año cuando obtiene el puesto de Asesora del Ministro de Cultura y consigue el Premio Ateneo de Sevilla por su novela Soy la madre. Durante toda esta década continúa con su importante labor creadora: La noche oscura del cuerpo (1980), Desde nunca (1982); la editorial Torremozas saca a la luz en 1983 un poemario fruto del dolor por la pérdida de su hija, que había permanecido inédito durante cincuenta años, Derramen su sangre las sombras, al año siguiente se publica Del obligado dolor y en 1985 los títulos Cráter y Hermosos días en China.

Para cerrar este recorrido por la obra poética de Carmen Conde hemos escogido un poema muy interesante de su poemario Desde nunca. Su título Nacimiento último parece llevarnos de nuevo a esa eternidad de la que habla en el título de su Discurso de ingreso en la RAE y parece que la cartagenera quisiera nacer por última vez para estar en contacto con el mar, con la Naturaleza, que tan importantes han sido en su vida y en su creación:

Allí donde la mar,

fruta verde-roja, olor exhala,

deshace creando el mundo, yo sería

la mujer más dichosa si lograra

consumir el afán de poseerla:

comunión con sentidos liberados.

Allí donde la mar se ofrece ciega

como tú, como todos que la aman,

allí consumaría yo mis bodas

con elementos precipitándose.

Allí, nombre callado que no es nombre,

emergerías de mí, no Afrodita

apoyada en vestales sino piedra

que se deja tallar mansamente.

Allí me encontrarás enajenada

rompiendo en un cantar, porque segura

de salvarme de mí ya realizada.

Donde tierra dulcemente se adelgaza

suaviza con su arribo a las mareas,

allí donde la arena borra formas,

allí quisiera ser abandonada.

No a los montes que ásperos esperan:

sí a la mar que me hizo y que me tiene

en su voz de las mares de la Tierra.

Viaja también a Buenos Aires y a Montevideo en 1985 como Académica impartiendo conferencias, y también a Italia. En 1986 llegará hasta El Cairo y Alejandría mientras bajo el sello editorial de Plaza & Janés aparecen, en tres volúmenes, sus memorias tituladas Por el camino, viendo sus orillas.

Incluso en 1987 la editorial Torremozas edita su Memoria puesta en olvido (antología personal) y recibe el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por Canciones de nana y desvelo, que se había publicado dos años antes.

En septiembre de 1992 redacta su testamento donando al Ayuntamiento de Cartagena, su ciudad natal, un importante legado cultural, el del matrimonio Conde-Oliver. El 8 de enero de 1996 fallece Carmen Conde.

Acto de ingreso en la RAE. Madrid, 28 de enero 1979

Figura 4. Acto de ingreso en la RAE. Madrid, 28 de enero 1979.

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3. La exposición del centenario y su legado

Desde el fallecimiento de Carmen Conde, y más aún con motivo del centenario de su nacimiento, se han desarrollado varias iniciativas para difundir su obra y dar a conocer su vida y su legado.

Como antes dijimos, en 1992 Carmen redactó su testamento, probablemente sintiendo los primeros signos de su enfermedad. En él dona un importante legado cultural al Ayuntamiento de Cartagena. El 11 de octubre de 1994 se aprobó el texto definitivo del convenio entre los representantes de Carmen Conde, en virtud del poder otorgado por la poeta, y el Ayuntamiento para la donación, que fue completamente gratuita.

Dicha donación o legado cultural estaba constituido por su archivo particular (integrado por manuscritos de la obra de Carmen Conde y Antonio Oliver; el epistolario de ambos y documentos personales), su biblioteca (en la que predominan las obras literarias, sobre todo españolas e hispanoamericanas), un depósito de libros del matrimonio sin vender, una colección de dibujos, fotografías, pinturas y esculturas y piezas de mobiliario y enseres procedentes del estudio y la sala de estar de su casa, además de los derechos de explotación de la obra literaria de ambos autores y derechos de propiedad intelectual, a partir del fallecimiento de Carmen Conde.

En el Convenio se acordaba que el fin de la donación era promover y fomentar el conocimiento popular y académico de las personalidades y obras de Carmen Conde y Antonio Oliver, y con ese fin se creó el Patronato Municipal Carmen Conde-Antonio Oliver, que se ubicó en el Centro Cultural «Ramón Alonso Luzzy». [http://www.patronatocondeoliver.es/]

La Fundación promueve todo tipo de actos y actividades, además de permitir a los investigadores acceder a este interesantísimo legado, desde manuscritos literarios autógrafos (algunos inéditos) a un rico epistolario constituido por casi 30.000 cartas escritas a lo largo de casi todo el siglo XX por las personalidades más relevantes del mundo de la cultura o el valioso archivo fotográfico del matrimonio y una rica colección de recortes de prensa, reflejo de su vida y de toda una época.

Diversas publicaciones que aportan luz sobre su vida y su obra han aparecido en estos años. En 2007, centenario de su nacimiento, se publican tres libros muy interesantes y recomendables.

La editorial Castalia publica el volumen Poesía completa, editado y con prólogo de Emilio Miró. Constituye una recopilación de su obra poética casi completa. Sin olvidar su narrativa, teatro, ensayo o literatura infantil, sin duda Carmen brilla especialmente en su poesía, de ahí el interés de este libro.

Otra publicación que vio la luz en 2007 es el Epistolario (1927-1995) entre Ernestina de Champourcin y Carmen Conde, editada por Rosa Fernández Urtasun, también en Castalia. Por primera vez se publica en España este epistolario entre las dos escritoras, que recoge cartas personales datadas en años anteriores a la guerra. Debido a la categoría intelectual de sus protagonistas, el presente epistolario tiene un doble valor: histórico, pues nos cuenta desde el punto de vista femenino sucesos de la vida cotidiana, cultural y social –especialmente desde 1927 hasta 1932–, y literario, ya que desde los primeros meses de la correspondencia las cartas van aumentando su tono lírico hasta constituir en ocasiones verdaderos poemas en prosa. El grupo más numeroso de cartas corresponde a las que datan de 1927 a 1931 —casi diarias—, puesto que después, como se explica en la introducción, los avatares de la guerra y del exilio hace que se pierdan la mayoría de ellas. A partir de la carta del 17 de julio de 1928 ya no tenemos más de Carmen Conde, a excepción de alguna que otra muy posterior, lo cual hace que tengamos que conformarnos con lo que vislumbramos de ella a través de las palabras de la Champourcin.

Particularmente polémica fue la aparición de una tercera obra sobre la autora: Carmen Conde. Vida, pasión y verso de una escritora olvidada, la extensa biografía de José Luis Ferris, editada por Temas de Hoy. El ingente legado de Carmen Conde, depositado en Cartagena, del que antes hablamos, fue la fuente principal que utilizó Ferris para aproximarse a su figura y comprobar que, detrás de sus numerosos libros publicados, había una vida apasionante. La presenta como defensora de la mujer como poeta y sostiene que mientras vivía el exilio interior en España, no escatimó erotismo, fuerza y verdad existencial a su poesía. Ferris considera que una de las circunstancias que ha contribuido a su olvido ha sido la falta de reediciones de sus libros, puesto que las ediciones de su obra se hicieron en los años 40 y 50, y con tiradas de 300 ejemplares que luego se repartían entre los amigos. Después no se han reeditado las obras y hay generaciones que no han podido conocer su obra ni su grandeza literaria. Por sus páginas discurre, unida a su trayectoria vital, toda la historia de la literatura española: Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Miguel Hernández... y presenta por primera vez la parte más íntima y escondida de Carmen, que el autor reconstruye a partir de lo que él consideró pistas que ella había dejado para quien investigase su vida, una vez muerta.

Sostiene que ella dejó marcado el territorio, y las cuestiones que quiso que no se conocieran las destruyó. Destaca que en cada libro de poemas, manuscrito, había una copia para Amanda Junquera. Todo ello desde el 36, y en las dedicatorias decía

Cada poema está pensado en ti.

Ya tratamos este aspecto de su vida al hablar de la relación entre las dos mujeres. Para Ferris la respuesta está clara, pero para nosotros, como manifestamos en el apartado correspondiente de este artículo, la identidad de la persona amada no cambia el valor de su poesía amorosa.

Unos años antes, en 1984, comenzó una actividad que, en nuestra opinión, habría hecho feliz a Carmen. La editorial Torremozas convoca desde entonces el Premio Carmen Conde de Poesía para Mujeres, galardón literario dedicado exclusivamente a autoras del sexo femenino. Esta editorial Torremozas fue fundada por la poeta Luzmaría Jiménez Faro, quien fue designada albacea por la escritora y es miembro del Patronato de la Fundación Carmen Conde y Antonio Oliver. Es también presidenta de la Fundación Gloria Fuertes, siendo la depositaria de todos los derechos de esta autora. Su editorial, creada en 1982, está especializada en la literatura escrita por mujeres, con particular atención a la poesía y al relato corto [http://www.torremozas.com].

Para terminar es necesario hacer referencia a la exposición Carmen Conde. Voluntad creadora, comisariada por Francisco Javier Díez de Revenga, con la que se conmemoró el centenario del nacimiento de la escritora. Fue organizada por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales (SECC), la Consejería de Cultura, Juventud y Deportes de la Región de Murcia y el Ayuntamiento de Cartagena, en colaboración con la Biblioteca Nacional. Pudo verse en Cartagena, Murcia, Madrid y Melilla, los lugares más importantes de la trayectoria vital de la cartagenera.

La exposición incluía libros, revistas e impresos publicados, junto con numerosa documentación inédita, como los manuscritos de sus textos más relevantes o su correspondencia con los principales autores de la época. En total, casi trescientas piezas junto a retratos de Carmen Conde, pinturas de su colección, esculturas, fotografías de su vida pública y familiar, grabaciones audiovisuales de entrevistas que la escritora concedió a programas de radio y televisión y objetos que forman parte de su ámbito personal. A partir de todos estos documentos se intentó reflejar su relación con escritores contemporáneos como Juan Ramón Jiménez, Azorín, Jorge Guillén, Camilo José Cela, Vicente Aleixandre o Dámaso Alonso.

La exposición formó parte del programa de actividades diseñado con motivo del X Congreso Internacional Interdisciplinar Mundo de Mujeres, organizado por la Universidad Complutense de Madrid y supuso, junto con el catálogo editado para la ocasión, un gran logro en la tarea de acercar a Carmen al público actual. En esta línea de difusión y reconocimiento se ha escrito este artículo, desde el convencimiento de que Carmen Conde, mujer, escritora y académica, como reza el título, merece un reconocimiento mayor, que no debe permanecer en el olvido. Para ello hemos presentado lo más destacado de su trayectoria vital y una modesta selección de sus poemas. Con uno más cerramos este trabajo, esperando que suponga una invitación a leer su poesía, que, desde luego, no deja indiferente.

Acto de ingreso en la RAE. Madrid, 28 de enero 1979

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4. Obras de Carmen Conde

 

Creemos fundamental cerrar el artículo con una relación de los títulos que, a lo largo de su trayectoria vital, publicó Carmen Conde. Es muy extensa porque fue una mujer infatigable que nunca abandonó la creación literaria, y mucho menos, la poesía, como hemos comentado con anterioridad. También se puede consultar, que es de donde la hemos extraído, en la dirección de Internet correspondiente al portal de autor que la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes dedica a la cartagenera.

 

4.1. Poemas en prosa

  • Brocal: (poemas). (1929) Madrid: La Lectura.
  • Júbilos: (poemas de niños, rosas, animales, máquinas y vientos). (1934). Pr. de Gabriela Mistral; dibujos de Norah Borges de Torre. Murcia: Sudeste.
  • Mientras los hombres mueren: (poemas). (1953). Prefazione e glossario a cura di Juana Granados. Milano: Istituto Editoriale Cisalpino.
  • Empezando la vida: memorias de una infancia en Marruecos: (1914-1920). (1955) Ilustraciones de Antonio Salas. Tetuán: Al Motamid.
  • Brocal. (1980). Poemas de Carmen Conde; con diez aguafuertes de Hernández Cop. Madrid: Almodóvar.
  • Brocal y Poemas a María. (1984). Ed. de Rosario Hiriart; ilustraciones de Francisco Hernández Cop. Madrid: Biblioteca Nueva.
  • Júbilos. (1980) Ilustrado por Julia Díaz de Robertie; [pr. de Gabriela Mistral]. León: Everest.
  • Empezando la vida: memorias de una infancia en Melilla: (1914-1920). (1991). Melilla: UNED.
  • Brocal. (2007). Introducción, Mª Victoria Martín González. Cartagena: Áglaya.

4.2. Poesía

  • Pasión del Verbo. (1944). Madrid: Ed. no venal de la autora.
  • Signo de amor. (1945). Granada: Vientos del Sur.
  • Ansia de la Gracia. (1945). Madrid: Editorial Hispánica. Adonais.
  • Honda memoria de mí: poema. (1946). Dibujos de Eduardo Vicente y Pedro de Valencia. Ed. de lujo no venal. Madrid: J. Romo Arregui.
  • Sea la luz. (1947). Madrid: Mensaje.
  • Mi fin en el viento. (1947). Madrid. Adonais.
  • Mujer sin Edén. (1947). Viñeta de Molina Sánchez. Madrid: Jura.
  • Mujer sin Edén: 2ª ed. México, 1951.
  • Iluminada tierra: poesía. (1951). Madrid: Ed. de la autora.
  • Canto a Amanda. (1951). Madrid: Ed. no venal de la autora.
  • Vivientes de los siglos. (1954). Madrid: Los Poetas.
  • Réquiem por Cayetano. (1958). Viñeta de Eduardo Vicente. Madrid: Ed. no venal de la autora.
  • Los monólogos de la hija. (1959). Madrid: Ed. de la autora.
  • En un mundo de fugitivos. (1960). Buenos Aires: Losada.
  • Derribado Arcángel: poemas. (1960). Madrid. Revista de Occidente.
  • Réquiem por el Dr. Luis Calandre. (1961). Madrid: Ágora.
  • En la tierra de nadie. (1962). Pr. de Mariano Baquero Goyanes. Murcia: Laurel del Sureste.
  • Los poemas de Mar Menor. (1962). Portada e il. de Carpe; fotografías de Abellán. Murcia: Cátedra «Saavedra Fajardo».
  • Su voz le doy a la noche. (1962). Madrid: Ed. no venal de la autora.
  • Jaguar puro inmarchito. (1963). Madrid: Ed. de la autora.
  • Obra poética de Carmen Conde: (1929-1966). (1967). [Pr.-estudio de Emilio Miró]. Madrid: Biblioteca Nueva.
  • A este lado de la eternidad. (1970). Madrid: Biblioteca Nueva.
  • Cancionero de la enamorada. (1971). Ávila: Institución Gran Duque de Alba.
  • Corrosión. (1975). Madrid: Biblioteca Nueva.
  • Cita con la vida. (1976). Madrid: Biblioteca Nueva.
  • El tiempo es un río lentísimo de fuego. (1978).  Pr. Susana March. Barcelona: Ediciones 29.
  • La noche oscura del cuerpo. (1980). Madrid: Biblioteca Nueva.
  • Desde nunca. (1982).  Barcelona: Libros Río Nuevo.
  • Derramen su sangre las sombras. (1983). Madrid: Torremozas.
  • Del obligado dolor. (1984). Litografías de Julián Grau Santos. Madrid: Almarabú.
  • Cráter. (1985). Estudio preliminar de Manuel Alvar. Madrid: Biblioteca Nueva.
  • Hermosos días en China. (1985). Madrid: Torremozas.
  • Mujer sin Edén. (1985). Pr. de Leopoldo de Luis. Madrid: Torremozas.
  • Woman without Eden (Mujer sin Edén). (1986). Translated by José R. de Armas, Alexis Levitin; preface by Concha Zardoya and Vicente Aleixandre. Miami (Florida): Universal.
  • Al aire: VI poemas. (1987). Ed. Ángel Caffarena. Málaga: Librería Anticuaria El Guadalhorce.
  • Una palabra tuya; Ansia de la Gracia. (1988). Madrid: Torremozas.
  • Mujer sin Edén. (2007). Pr. Leopoldo de Luis. Madrid: Torremozas.

4.3. Prosa

  • Vidas contra su espejo: novela. (1944). Firmado por Florentina del Mar. Madrid: Alhambra.
  • Soplo que va y no vuelve: relatos. (1944). Firmado por Florentina del Mar. Madrid: Alhambra.
  • Cartas a Katherine Mansfield. (1948). Zaragoza: Doncel.
  • El Escorial: una meditación más. (1948). Madrid: Raíz.
  • Mi libro de El Escorial: (meditaciones). (1949). Valladolid: Colegio Mayor Universitario de Santa Cruz.
  • En manos del silencio. (1950). Barcelona: José Janés editor.
  • Las oscuras raíces. (1954). Pr. Susana March. Barcelona [etc.]: Bruguera.
  • Cobre: (novelas). (1954). Madrid: El Grifón.
  • Las oscuras raíces. (1968). Pr. Susana March. 1ª ed. en Libro Amigo. Barcelona [etc.]: Bruguera.
  • La rambla. (1977). Pr. Milagros Sánchez Arnosi. Madrid: Magisterio Español.
  • En manos del silencio. (1979). Esplugas de Llobregat (Barcelona): G.P.
  • Creció espesa la yerba: novela. (1979). Barcelona: Planeta.
  • Soy la madre. (1980). Barcelona: Planeta.
  • Virginia o La calle de los balcones azules. (2002).  Estudio introductorio de Mª Pilar Palomo; edición a cargo de Caridad Fernández Hernández. Murcia: Editora Regional.
  • La rambla. (2006). Pr. Ramón Jiménez Madrid. Murcia: Editora Regional.

4.4. Antologías

 

4.4.1. De la obra de Carmen Conde

  • Carmen Conde: poesie. (1953). Testo integrale con introduzione, traduzione e note di Juana Granados. Milano: Istituto Editoriale Cisalpino.
  • Días por la tierra: (antología incompleta). (1977). Prólogo-estudio Hacia el orbe poético de Carmen Conde por Miguel Dolç. Madrid: Editora Nacional.
  • Antología poética. (1985). Selección y estudio preliminar de Rosario Hiriart. Madrid: Espasa-Calpe.
  • Memoria puesta en olvido: (antología personal). (1987). Pr. en solapas, Antonio Porpetta. Madrid: Torremozas.
  • Carmen Conde y el mar. (1992). Presentación y selección de Rosario Hiriart. Madrid: Libertarias; Ayuntamiento de Cartagena.
  • Mar de bronce: antología. (2005).  Madrid: Vitruvio.
  • Carmen Conde. Antología infantil y juvenil. (2006). Edición, Caridad Fernández Hernández; selección de textos, Marisa López Soria; diseño y maquetación, Marta Pina. Murcia: Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver: Dirección General de Formación Profesional e Innovación Educativa.
  • Carmen Conde: antología poética. (2006). Edición de Francisco Javier Díez de Revenga. Madrid: Biblioteca Nueva: Patronato Carmen Conde-Antonio Oliver.
  • Carmen Conde y el mar. (2006). Presentación y selección de Rosario Hiriart. Madrid: Huerga y Fierro editores.
  • Poesía completa. (2007). Edición de Emilio Miró. Madrid: Castalia.

 

4.4.2. Reunidas, prologadas y anotadas por Carmen Conde.

  • Poesía femenina española viviente: antología. (1954). Madrid: Arquero.
  • Once grandes poetisas américohispanas. (1967). Madrid: Cultura Hispánica.
  • Poesía femenina española: [1939-1950]: antología de Carmen Conde. (1967). Barcelona [etc.]: Bruguera.
  • Antología de poesía amorosa contemporánea: recopilación de Carmen Conde. (1969). Barcelona [etc.]: Bruguera.
  • Poesía femenina española: (1950-1960): antología por Carmen Conde. (1971). Barcelona [etc.]: Bruguera.
  • Darío, Rubén. Cuentos y Prosas. (1979). Sel. y pr., Carmen Conde de Oliver Belmás. Madrid: Magisterio Español.

 

4.4.3. Estudios, ensayos, biografías, memorias.

  • Por la escuela renovada. (1931). Valencia: Cuadernos de Cultura.
  • La composición literaria infantil: (Escuela Primaria). (1937). Madrid: Publicaciones Mujeres Libres.
  • La encendida palabra: (San Antonio de Padua). (1943). Firmado por Magdalena Noguera. Madrid: Alhambra.
  • El Santuario del Pilar. (1943?). Firmado por Magdalena Noguera. Madrid: Alhambra.
  • El Cristo de Medinaceli. (1943?). Firmado por Magdalena Noguera. Madrid: Alhambra.
  • La amistad en la Literatura española. (1944). Firmado por Florentina del Mar. Madrid: Alhambra. Dulcinea.
  • Dios en la poesía. (1944). Firmado por Florentina del Mar. Madrid: Alhambra. Dulcinea.
  • Juan Ramón Jiménez: ensayo crítico. (1946?). Firmado por Florentina del Mar. Bilbao: Ediciones de Conferencias y Ensayos.
  • «La humana realidad de unas criaturas increíbles: vida, pasión y angustia de la familia Brontë». En Obras [de] Carlota, Emilia, Ana y Patricio Brontë. (1949). Madrid: Plenitud, pp. [XV]-LXXV.
  • Acompañando a Francisca Sánchez: (resumen de una vida junto a Rubén Darío). (1964). Managua (Nicaragua): Unión.
  • Un pueblo que lucha y canta: (iniciación a la literatura española de los siglos XII al XV). (1967).  Madrid: Editora Nacional.
  • Menéndez Pidal. (1969). Ap. de José Gerardo Manrique de Lara. Madrid: Unión Editorial.
  • Gabriela Mistral. (1970). Madrid: EPESA.
  • Por la escuela renovada. 2ª ed. Murcia: Universidad, 1978.
  • Al encuentro de Santa Teresa. (1978). Murcia: Hoja de Laurel.
  • Poesía ante el tiempo y la inmortalidad: [discurso de ingreso en la Real Academia Española]. (1979). Madrid: Real Academia Española.
  • Por el camino, viendo sus orillas. (1986). Esplugues de Llobregat (Barcelona): Plaza & Janés, 3 vol.
  • Al encuentro de Santa Teresa. (1987). 2ª ed. Murcia: Editora Regional.

 

4.4.4. Libros para niños

  • Don Juan de Austria. (1943). Firmado por Florentina del Mar; il. de Carlos Tauler. Madrid: Hesperia.
  • Doña Centenito, gata salvaje, Libro de su vida: (Cuaderno primero). (1943). Firmado por Florentina del Mar. Madrid: Alhambra.
  • Los enredos de Chismecita: (Cuaderno primero). (1943). Firmado por Florentina del Mar. Madrid: Alhambra.
  • Chismecita y sus enredos: (Cuaderno segundo). (1944). Firmado por Florentina del Mar. Madrid: Alhambra.
  • Aladino: teatro para niños, en dos actos, estrenado en el Teatro Español, de Madrid, por el Teatro Nacional Lope de Rueda, el día 11 de noviembre de 1943. (1944). Firmado por Florentina del Mar. Madrid: Hesperia.
  • Don Álvaro de Luna: una vida luminosa y una muerte sombría en la Edad Media. (1945). Firmado por Florentina del Mar; (ilustraciones de Francisco Reyes). Madrid: Hesperia.
  • Belén: (Auto de Navidad) en dos actos. (1953). Matilde Salvador es autora de la música, canciones y orquesta, para esta obra. Madrid: ENAG.
  • Centenito la gattina del bosco. (1954). Traduzione dallo spagnolo di Carla Brunetti. Milano: Fratelli Fabbri.
  • El mundo de Cayetano: libro de lectura adaptado al cuestionario de Formación del Espíritu Nacional. Primer curso. (1959). Oliver-Conde; pr. de Julián Pemartín. Madrid: [s.n.].
  • A la estrella por la cometa. (1961). Carmen Conde-Antonio Oliver; ilustraciones de José Antonio Molina Sánchez; partituras musicales de Matilde Salvador y de Rafael Rodríguez-Albert. Madrid: Doncel.
  • ¡Viejo venís y florido! (1965). Firmado por Florentina del Mar; portada e ilustraciones, Manuela Salazar. Alicante: Caja de Ahorros del Sureste de España.
  • El caballito y la luna. (1974). Firmado por Florentina del Mar. Madrid: CVS Audiolibro.
  • Cuentos del Romancero. (1978). Ilustraciones, Joaquín Castañer. Barcelona: Ediciones 29.
  • Zoquetín y Martina. (1979).  Ilustraciones, Carlos Torres. Barcelona: Ediciones 29.
  • Doña Centenito, gata salvaje, el libro de su vida. (1979). Ilustraciones, Carlos Torres. Barcelona: Ediciones 29.
  • Belén: (auto de Navidad). (1979).  Ilustraciones, Sánchez Muñoz. Madrid: Escuela Española.
  • Una niña oye una voz. (1979). Madrid: Escuela Española.
  • Un conejo soñador rompe con la tradición. (1979).  Ilustraciones, Marisa Salmeán. Madrid: Escuela Española.
  • El mundo empieza fuera del mundo. (1979). Madrid: Escuela Española.
  • El Conde Sol. (1979). Ilustraciones de Vivi Escriba. Madrid: Escuela Española.
  • El lago y la corza. (1980). Ilustraciones de Vivi Escriba. Madrid: Escuela Española.
  • El monje y el pajarillo. (1980). Ilustraciones Ulises Wensell. Madrid: Escuela Española.
  • Canciones de nana y desvelo. (1985). Portada e ilustraciones de Marisa Salmeán; prólogo, Eduardo Soler Fiérrez. Madrid: Susaeta.
  • Cuentos del Romancero. (1982). Ilustraciones, Joaquín Castañer. Barcelona: Libros Río Nuevo.
  • Centenito. (1987). Ilustraciones, Marisol Menéndez. Madrid: Escuela Española.
  • Cuentos del Romancero. (1987).  Ilustraciones, Nivio López Vigil. Madrid: Escuela Española.
  • Cantando el amanecer. (1988). Ilustraciones, Carmen Trigo. Madrid: Escuela Española.
  • Despertar. (1988). Comentario del texto Manuel Artigot. Madrid: Bruño.
  • Madre Ballena y otros cuentos. (1989). Ilustrado por Enrique Ibáñez Clemente. León: Everest.
 

5. Referencias

Una versión de este artículo se presentó en la Convención organizada por la FASPE y la APE Francisco de Quevedo de Madrid Escritoras y escritores de la RAE en el tercer centenario de su fundación, celebrada en Madrid en julio de 2014.

 

5.1. Bibliografía

  • ARCO, Antonio. (2007). La historia de amor de Carmen Conde y Amanda Junquera se reaviva en Murcia. En diario La verdad de Murcia. Publicado el 24 de octubre de 2007. Consultado 19-07-2014.
  • CONDE, Carmen (2007). Poesía completa. Edición de Emilio Miró, Madrid, Castalia.
  • Carmen Conde. Voluntad creadora (1907-1996) (2007). Catálogo editado por Francisco Javier Díez de Revenga, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Patronato Carmen Conde – Antonio Oliver y Consejería de Cultura, Juventud y Deportes de la región de Murcia, Murcia.
  • Carmen Conde: antología poética (2006). Edición de Francisco Javier Díez de Revenga, Madrid: Clásicos Biblioteca Nueva.
  • CONDE, Carmen (1979). «Poesía ante el tiempo y la inmortalidad». Discurso de ingreso en la RAE.
  • DÍEZ DE REVENGA, Francisco Javier y DE PACO, Mariano (2010). «Miguel Hernández en la memoria fértil de Carmen Conde», en Monteagudo, 3ª época, nº 15, pp. 83-102.
  • DÍEZ DE REVENGA, Francisco Javier, (2010). «Ediciones europeas de Carmen Conde», en Monteagudo, 3ª época, nº 15, pp. 179-184.
  • DOLÇ, Miguel, (1977). «Hacia el orbe poético de Carmen Conde», Días por la tierra: Antología. Madrid, Editora Nacional.
  • PRIETO DE PAULA, Ángel L. (2007). «Carmen Conde, la primera mujer», Babelia, El País, publicado el 11 de agosto de 2007.
  • FERRIS, José Luis (2007). Carmen Conde. Vida, pasión y verso de una escritora olvidada. Madrid. Temas de Hoy, Serie Biografías y Memorias.
  • VIÑAO FRAGO, Antonio (1983). «Las misiones pedagógicas en Murcia (1932-1934)», En Revista Internacional de Ciencias Sociales, Universidad de Murcia, número 3-4, 1983, pp. 103-114. Consultado 19-07-2014.

5.2. Créditos del artículo, versión y licencia

FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, A. y FRIERA MORENO, Mª M. (2014). «¡Si nunca nadie me dijo que así se amaba tanto! Acercamiento a la poesía amorosa de Carmen Conde». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid. Año I. Nº 2. ISSN 2341-1643 [URI: L15-02-05-Si-nunca-nadie.html]

Recibido: 19 de julio de 2014.

Aceptado:14 de agosto de 2014.

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