Sección CARPE VERBA
Judith Sanz Micó
La autora (Soria, 1985) es una filóloga y poeta soriana y valenciana. Su amor por la poesía y el teatro la llevaron a estudiar Filología Hispánica, Filología Inglesa y Filología Catalana. Escribe y hace teatro desde niña, y además se ha dedicado a la docencia, al trabajo con diversidad funcional, a la corrección editorial y a la traducción. Ha publicado el poemario Els sospirs castrats (Premio Universitat de València de poesía 2017, Aula de poesia número 37, Universitat de València), y también ha publicado poemas en Antologia de textos (Gargots Revista Literària, 2015), en Aragonés y catalán en la historia lingüística de Aragón (Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2020), y en Versos del Duero (Soria Edita, 2022), además de colaborar en diversas revistas y publicaciones culturales. .
Ahora esperamos que alguien
abra las puertas de los arrabales
para quemar el último recuerdo de los navíos.
Y si algún día llueve
una larga tarea nos espera en las plazas.
Jesús Hilario Tundidor
Si un dia el riu s’asseca,
Eixiran les bicicletes velles de la infància,
Tirem-hi aigua.
El cotxe d’aquell xic
Que es va matar per desamor,
Tirem-hi aigua.
Els llocs amens trairan delits,
Els crancs trauran cabets caníbals,
Tirem-hi aigua.
El fem infecte que mata peixos
Perquè ja sabem de qui és la fàbrica;
I els somriures de les nimfes a l’estiu,
I el pontet que hi ha sobre la cascada,
I tirar-se’n serà només suïcidi,
Tirem-hi aigua.
Els homes mostraran cares ronyoses,
Tant i tant com tenen l’ànima,
I els ulls que brillen es tornaran tèrbols,
I el molí de blat esdevindrà casa,
I els fills del moliner, ja per si magres,
Ploraran crits de veritable gana.
No deixeu que, trencat el reflex,
El llit del riu ens mostre la cara:
Tirem-hi tots, vessant cabassos,
El nostre moll silenci d’aigua!
Judith Sanz Micó. 9 de agosto de 2014.
Ahora esperamos que alguien
abra las puertas de los arrabales
para quemar el último recuerdo de los navíos.
Y si algún día llueve
una larga tarea nos espera en las plazas.
Jesús Hilario Tundidor
Si un día el río se seca,
saldrán las bicicletas viejas de la infancia,
echémosle agua.
El coche de aquel chico que se mató por desamor,
echémosle agua.
Los lugares amenos traicionarán deleites,
los cangrejos sacarán cabecitas caníbales,
echémosle agua.
El ciemo infecto que mata peces
porque ya sabemos de quién es la fábrica;
y las sonrisas de las ninfas en verano,
y el puentecito que hay sobre la cascada,
y tirarse de él será sólo suicidio,
echémosle agua.
Los hombres mostrarán caras roñosas,
tanto y tanto como tienen el alma,
y los ojos que brillan se volverán turbios,
y el molino de trigo se convertirá en casa,
y los hijos del molinero, ya de por sí enjutos,
llorarán gritos de verdadera gana.
No dejéis que, roto el reflejo,
el lecho del río nos muestre la cara:
¡Echémosle todos, rebosando espuertas,
nuestro blando silencio de agua!
Oráculo privado de su oyente,
del cómputo global la perspectiva
ofrece a su lector la disyuntiva
del don velar o al vil semblar demente.
Por más que meridiano se presente
el lúcido mirar que en juicio estriba,
al vulgo le semeja diatriba,
pues es a su razón visión ausente.
Cuán ardua es de llevar la recia carga
de verlos enfilar hacia el abismo
profanos de profética mirada;
la dulce facultad se vuelve amarga,
reserva uno su faz para uno mismo
y sabe que el hablar no ayuda en nada.
Asnos somos, de esta noria
sistémica vamos presos
ignorando nuestros sesos
con terquedad ilusoria
arrastrando una disforia
que nos lleva a disociar
el querer del codiciar;
que sin la del pensamiento,
la libertad es un cuento
y su ausencia, perentoria.
Ábrase el alma aterida,
libere el miedo que inerte
va dejando
la esencia de toda vida
si ausencia su hielo vierte
encallando
en simiente el florecer,
que en el pecho acongojado
da dolor,
y no es sino fenecer
darle un nicho atabicado
al amor.
Pues si notamos lo ausente
cómo nunca es suprimido
ni olvidado,
apuremos el presente
por tornar lo más querido
en hallado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de tornar
primavera
que en pavor no germinó,
el reloj no ha de parar
y no espera.
Nuestras vidas son sombríos
trazos sin determinar,
definir;
así van cuerpos vacíos
por miedo a seleccionar,
diferir,
malgastando sus caudales
pues parecen más que humanos
bien borricos,
obsesos por ser iguales
anegándose de arcanos,
pobrecicos.