Sección ARTÍCULOS

María José Zamora Muñoz
Doctora en Artes y Licenciada en Filología Hispánica y Filología Italiana por la UCM, ha sido profesora en el Departamento de Lingüística Aplicada a la Ciencia y a la Tecnología de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería industrial de la UPM y ejerce actualmente como Catedrática de Italiano Aplicado al Canto en la Escuela Superior de Canto y de Dicción, prosodia y fuentes literarias de la canción española en la Escuela Superior de Canto de Madrid. Es autora de varias publicaciones, entre ellas El tricentenario de Lope de Vega. Una conmemoración cultural en la España de 1935 (Madrid: Fundación Universitaria Española, 2021)), diversos artículos y traductora de poetas en lengua italiana y libretos operísticos.
mariajosezamoramunoz@gmail.com
Resumen.
La obra de María Teresa León, escritora de relatos, novelas, cuentos infantiles, teatro, guiones cinematográficos, artículos, biografías, directora de teatro, actriz, ensayista, traductora, secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas, encargada de proteger y salvar el patrimonio artístico de Toledo, El Escorial y el Museo del Prado y, entre tantas cosas más, compañera de Rafael Alberti, se alimenta de la memoria de todo lo vivido. De hecho, su obra cumbre, Memorias de la melancolía, es también un valioso documento para conocer y entender el periplo de toda una generación y, sobre todo, de las mujeres que lucharon por sus derechos, se comprometieron con la República, lucharon en la Guerra Civil, sufrieron un largo exilio y siempre defendieron la libertad de los pueblos. Sin embargo, a pesar de todo el esfuerzo, del tesón y de la valentía para tomar las riendas de su vida y romper el silencio que el patriarcado impone a la mujer, al final de su vida seguirá siendo la «cola del cometa» y, después de una vida dedicada a la cultura, a la escritura, a la defensa de la libertad, al reconocimiento de los españoles exiliados, en 1977 podrá regresar a España, enferma ya de Alzheimer, sin poder ya reconocer, perdida en el olvido, la tierra que tanto amó desde el destierro.
Palabras clave: María Teresa León, literatura española, Rafael Alberti, feminismo, Segunda República, exilio español.
Abstract.
The work of María Teresa León —writer of short stories, novels, children's stories, plays, film scripts, articles, biographies, theater director, actress, essayist, translator, secretary of the Alliance of Anti-Fascist Writers, responsible for protecting and safeguarding the artistic heritage of Toledo, El Escorial, and the Prado Museum, and, among many other things, companion of Rafael Alberti— is fueled by the memory of everything she experienced. In fact, her magnum opus, Memories of Melancholy, is also a valuable document for understanding the journey of an entire generation and, above all, of the women who fought for their rights, committed themselves to the Republic, fought in the Civil War, endured long exile, and always defended the freedom of their peoples. However, despite all her effort, tenacity and courage to take control of her life and break the silence that patriarchy imposes on women, at the end of her life she will continue to be the «tail of the comet» and, after a life dedicated to culture, writing, the defense of freedom, and the recognition of exiled Spaniards, in 1977 she was able to return to Spain, already suffering from Alzheimer's, no longer able to recognize, lost in oblivion, the land she had loved so much since her exile.
Keywords: María Teresa León, spanish literature, Rafael Alberti, feminism, Second Republic, Spanish exile.
María Teresa León era una mujer hermosa. Por dentro y por fuera, de frente y de perfil, en la tristeza y en las alegrías, a cualquier edad, en cualquier lugar, más allá del tiempo y del espacio, bella siempre, para siempre. De cerca, y todavía más de lejos. Me estremecen su rostro y su figura, su fe y sus palabras, su ilimitado amor, y su coraje. Una mujer bella y valiente, valiente su belleza por dentro y por fuera, bello su valor en la tristeza y en las alegrías. Una mujer admirable, fruto del admirable país que una vez, quien lo iba a decir, fue España 1

Retrato de María Teresa León Goyri en amotinadas.blogspot.com.
La obra de María Teresa León, escritora de relatos, novelas, cuentos infantiles, teatro, guiones cinematográficos, artículos, biografías, también directora de teatro, actriz, ensayista, traductora, secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas, encargada de proteger y salvar el patrimonio artístico de Toledo, El Escorial y el Museo del Prado y, entre tantas cosas más, compañera de Rafael Alberti, se alimenta de la memoria de todo lo vivido. Desde biografías, que bien podrían denominarse, utilizando el término de M. Alberca, bioficciones 3 , la mayoría de los relatos y novelas transitan la autoficción o, en el caso de Memorias de la melancolía, la autobiografía. A esta última se le dedica el siguiente epígrafe.
Nacida en 1903 en Logroño, su niñez y adolescencia transcurrieron en distintas ciudades a las que fue destinado a su padre, el coronel Ángel León Lores, sobre todo en Burgos, de donde era su madre, Oliva Goyri de la Llera, y, más adelante, Madrid:
Niña de militar inadaptada siempre, no niña de provincia ni de ciudad pequeña con catedral y obispado y segunda enseñanza... con amigas de paso y primaveras acercándose cada año a la niña, coloreándola, obligándola a crecer y estirarse. La vida parecía hecha para acomodar los ojos a cosas nuevas: veraneos, parientes y luego a comparar: esto es mejor que lo otro. Aquí las nubes pasan más deprisa. Tonta, es el viento. Llueve menos. Las iglesias se caen de feas. No me gusta rezar. ¿Y los chicos?
Los chicos siempre iguales, torpes, engreídos de serlo, audaces, candidatos inexpertos al premio mayor. Bah, nada. Manos largas. [73]
Colegios religiosos que separaban debidamente a las niñas ricas de las pensionadas, clases de francés, siempre acompañada, un colegio que «tenía una puerta para tragarnos (...) Echábamos a correr para no sentirnos chicas, chicas y solas, miradas por los cuadros negros de santos y santas heroicos, capaces de soportar el frío» [77-78]. Tardes de paseos familiares donde María Teresa aprende que ha de bajar la mirada si otras personas la miran y no replicar: «¡Qué rubia, y sin tintarse el pelo!» [84]. La rebelde, bella y valiente María Teresa descubre precozmente el peligro que la acecha en el espacio público por ser mujer:
Cuando se fue acostumbrando a que los ojos de los hombres la siguieran, olvidó el canto de los pájaros. [87]
Pronto descubre la infelicidad de su madre «por la impunidad que la ley española no escrita concede al adulterio» [87]. Oliva Goyri, como tantas mujeres de la alta burguesía, había ya olvidado su afición al piano, esas «clases de adorno» [234]. La idéntica experiencia vital de su abuela. El abuso, siempre oculto en el seno familiar, del tío que dejaba abierta su biblioteca a las lecturas prohibidas de Julio Verne o Víctor Hugo, quien
Un día tocó a la niña sus pequeños senos minúsculos. Vamos, vamos, aún tienen que crecer y la besó en los labios. La niña corrió, corrió a lavárselos en la fuente, se los restregó contra la yerbabuena. Se quedó mirando los musgos de la gruta. [142-143]
En Madrid podrá conocer nuevos modelos femeninos: su tía María Goyri, la primera mujer que asistió a una facultad universitaria donde conoció a su marido, Ramón Menéndez-Pidal, a quienes acompañó a recoger romances gramófono en mano y así, por primera vez, oyó la voz del pueblo, y su envidiada y adorada prima Jimena «chica diferente, morena, que andaba sola por Madrid, que iba al colegio sin acompañante, colegio sin monjas, a la que dejaban leer». Jimena no iba a misa, y recibía una educación laica y científica en la Institución Libre de Enseñanza donde «no bajaban la voz para enseñarte arte, aunque estuviesen llenos de desnudos los museos» [151]. Conoció a Américo Castro, Giner de los Ríos, Bartolomé Cossío en la casa de su tía y, sobre todo
Aprendí en ella que los libros pueden tapizar de sabiduría las paredes, que las yedras viven en el interior y van hacia los techos y que ha de contestarse a todas las preguntas para que las niñas puedan seguir creciendo y que todo en el mundo puede comprenderse y admirarse. [151]
En 1920, con 17 años, se casa en Barcelona con Gonzalo de Sebastián Alfaro. Ese mismo año nace su hijo Gonzalo y, cinco años después, Enrique. Cuatro años más tarde, empieza a compaginar la infelicidad de su matrimonio con las primeras colaboraciones en el Diario de Burgos y aparecerán, con tan solo 21 años, sus primeros relatos firmados con el seudónimo de Isabel Inghirami, personaje trágico de la novela Forse che sì, forse che no de Grabiele D’Annunzio pues «no se atrevió a poner su nombre. Mejor que tomasen a la autora por una de las estudiantes de los cursos de verano del Instituto de Burgos.» [159]. En su primer artículo, «Apuntes de una mujer. Divagaciones» 4 , contó la terrible historia, de la que fue testigo, del recién nacido que había ahogado su madre, una sirvienta, en la acequia de su jardín. Desde este su primer artículo, nunca abandonó su compromiso con la denuncia de la situación de la mujer que irá ahondando más y más a medida que vaya adquiriendo mayor conciencia:
Cuando aquella muchacha que empezaba a escribir abrió los ojos al pobre delito tristísimo ocurrido en el jardín, quiso entender por qué todos los hombres no comprenden la congoja que nos llega del prójimo. ¿En qué mundo extraño de diferencias y divisiones había nacido? [162]
En 1928 publica su primera colección de cuentos, animada por María Goyri, quien se ocupa del prólogo, e ilustrados por su amiga la pintora Rosario de Velasco, Cuentos para soñar, dedicado a su primer hijo. Partiendo de la idea de la necesidad de renovar la literatura infantil, los cuentos están protagonizados por personajes clásicos de los relatos infantiles como Pulgarcita, el Gato con Botas, Puck y la reina Titania o Cenicienta. Escribir era entonces el refugio de la infeliz casada María Teresa. Con su marido viaja a Argentina donde empieza a impartir conferencias y continúa allí publicando artículos. Tras su regreso, a los 25 años, se separa de él, quien, junto con su familia, la obligan a renunciar a sus hijos. Incluso se la vigila en el hospital cuando el más pequeño enferma con meningitis
Le rebasó la hiel, los injurió. Injurió a todos sin dejar uno. Tenía derecho. Les recordó que la separación no vino de la muchacha, que se paseaba del brazo de su padre coronel por las calles de Barcelona, vino de él, él, que temblaba en un pasillo de la casa pidiendo perdón. [163]
En 1930 aparece en Burgos su segunda colección de relatos, La Bella del mal amor. Cuentos castellanos. Los seis relatos, influenciados por el romancero y Campos de Castilla de Antonio Machado, presentan seis dramas rurales donde a la mujer, víctima del sistema patriarcal, le espera un destino aciago del que no puede escapar. A las bellas malmaridadas, emparejadas sin elección o emparejadas enamoradas, les espera el mismo destino de llanto, humillaciones, abandono o resignación:
─Hija mía, todas fuimos desgraciadas, tú tienes juventud.
─Por eso, abuela.
─Tú tienes juventud, energía; haz que no te das cuenta; él volverá. (...) Eres una visionaria. ¿No tienes libertad? ¿No puedes ir y tornar a tu antojo? No me dirás que el marido te cela.
─No, abuelita; me deja antojos y se toma costumbres.
─Cuando no queden ni deseos, ni sueños...
El marido era tamboril de puerta ajena y reniego de la propia. Me exigían olvido, compostura y silencio. 5
Este mismo año decide marchar a Madrid y su vida dará un vuelco definitivo: conocerá a Rafael Alberti del que ya no se separará en toda la vida. El 14 de abril del año siguiente, la Segunda República traerá nuevos aires de esperanza del anhelado cambio social y cultural. Rafael y María Teresa empezarán su vida en común tras su primer viaje a Mallorca y en 1932, cuando María Teresa consiga el divorcio, se casarán por lo civil.
Sí, abuela, me voy, sigo el viaje. He regresado para decírtelo: Rafael y yo no desuniremos nuestras manos jamás. Ya sé, ya sé. Adiós, abuela, adiós, madre. Ya no estoy sola, ya no me contesta el eco cuando hablo en voz alta. Empiezo, empiezo por mi cuenta y riesgo la vida. Nos vamos a Francia. Él es un poeta. ¿Le conoces? Abuela, ¿me recibirás cuando regrese? Y mi abuela Rosario contestó: Vuelve. Tú eres mi nieta. Esta es tu casa. Nada más. [167]
En Madrid había empezado a relacionarse con otras mujeres con las que compartirá su lucha por la emancipación y la igualdad de la mujer, «Pero las mujeres no encontraron un centro de unión hasta que apareció el Lyceum Club.» [513]
Eran los tiempos en que por las calles madrileñas corría la subversión y la burla. La caprichosa monarquía entonces sostenía a su dictador jacarandoso para cerrar el paso a algo que se avecinaba. El Lyceum Club no era una reunión de mujeres de abanico y baile. Se había propuesto adelantar el reloj de España. Creo que fue María de Maeztu la primera presidenta y Halma Angélico, la última. Al volver de Argentina, yo conocí a todas. [514]

María Teresa León con Rafael Alberti y Federico García Lorca. En luisantoniodevillena.es.
La Junta de Ampliación de Estudios pensiona a María Teresa en 1932 para estudiar el teatro innovador europeo. Viajará junto a Rafael por Berlín, Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Francia, la Unión Soviética y Holanda. Durante el viaje asisten en 1933 en Ámsterdam al Congreso Internacional de la Paz. A su regreso a Madrid se instalan en la calle Marqués de Urquijo, en el que había sido estudio de Zuloaga, por donde pasarán tantos amigos: Bergamín, Buñuel, Serrano Plaja, Pablo Neruda, García Lorca, Santiago Ontañón, Luis Cernuda, Concha Méndez, entre tantos otros. Fruto de esta experiencia son los artículos publicados en 1933 en El Heraldo de Madrid sobre las nuevas tendencias teatrales europeas del momento. En junio del mismo año se había fundado la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios (AEAR). La revista Octubre, que agrupaba, entre otros, a Rafael Alberti, María Teresa León, César Arconada y Emilio Prados, será su órgano de expresión. Ya el título aludía al creciente compromiso de la pareja, no siempre visto con buenos ojos por parte de sus anteriores amistades:
Todos los demás nos miraron con desconfianza. Vendíamos la revista por las calles. Algunos amigos, asombrados, dejaban en mi mano unas pesetas con el gesto de decir y para qué me va a servir esto, ¡locos! Sí, habíamos mirado las calles, los campos, las gentes de España. Llevábamos anudada España a la garganta. Habíamos aprendido a cantar en coro con otros hombres y mujeres los himnos. Era como si nos hubiésemos convertido en amigos solidarios y entrañables de todo obrero, de toda pobre mujer mal vestida, de todo necesitado de una palabra, de toda mano hambrienta. Era como si nos hubiésemos echado al hombro la bolsa vacía y tomado el cayado franciscano de la renuncia. Renunciamos hasta al saludo de los amigos, bueno, los amigos dejaron de saludarnos. Nos criticaban. [171-172]
En el número 3 de Octubre aparece su obra teatral Huelga en el puerto que, siguiendo la estela del teatro de Piscator, presenta la huelga en el puerto fluvial de Sevilla de 1931. María Teresa León consideraba el teatro «una fuerza civilizadora». Abogaba por un teatro de masas, como había teorizado un año antes Ramón J. Sender en el libro del mismo título, un teatro para la muchedumbre, como había sido en otros tiempos el teatro, que afrontara los problemas reales y las inquietudes colectivas. Para María Teresa, el innovador grupo teatral universitario de Federico García Lorca La Barraca, al igual que los teatros de minorías, había nacido como «un arma de lo bueno contra lo malo», un proyecto de lo que podía ser el buen teatro español. La Barraca o Las Misiones Pedagógicas se habían empeñado, opinaba ella, en llevar teatro clásico a un público que lo admiraba ante la fascinación de lo «nunca visto». Sin embargo, el cambio de régimen exigía una nueva conciencia y el repertorio del siglo XVII «no le sirvió de mucho a la República» pues, mientras el Congreso pretendía laicizar la enseñanza, La Barraca ponía en escena el auto de Calderón La vida es sueño, o mientras se votaba la ley del divorcio, Las Misiones llevaban por los pueblos el entremés cervantino El juez de los divorcios
donde el problema se soluciona a la manera vieja, según la antigua ley de desconsideraciones masculinas. Por los pueblos se debió representar un Nuevo entremés de los divorcios, donde la ley votada por la República se popularizase y fuese enseñada a usar en justicia. 6
Su obra teatral más importante es La libertad en el tejado en la que reflexiona sobre la condición humana y la lucha entre el instinto y la razón. Inédita hasta 1989 en que fue publicada por Manuel Aznar Soler, fue publicada en Heraldo de Madrid en 1933. Obra simbólica, en la línea de la recuperación del auto sacramental en el que también otros autores estaban indagando (del mismo año Quien te ha visto y quien te ve y sombra de lo que eras de Miguel Hernández o, dos años antes, en 1931, El hombre deshabitado de Rafael Alberti, entre otros) entre los personajes simbólicos que deambulan por el tejado encontramos a Maricastaña, la Sonámbula, la Chica, el Muchacho, Sabelotodo, la voz Primera, el hombre Primero y Segundo, la Razón y Madame Pimentón, quien también aparece en el relato del mismo nombre de Las peregrinaciones de Teresa (1950) y de la que nos habla en Memorias de la melancolía, vagabunda excéntrica y alcoholizada que vivía en la calle cuando María Teresa era niña, antaño bailarina en un teatro de París. La libertad la representa el frágil cuerpo de la Sonámbula por quien dos hombres pugnan. En esta batalla uno de ellos optará por el suicidio para dejar la vía libre al otro hombre quien acabará huyendo con la muchacha, abriendo la posibilidad de la conciliación entre vencedores y vencidos. Sabelotodo, sin embargo, no se muestra tan optimista y, mirando a la pareja que marcha ilusionada, desde la experiencia vivida, expresa con ternura «Pobres, creen que un sombrero invisible vale para todo». 7
En 1934 aparece en Espasa-Calpe la colección de nueve cuentos Rosa-Fría, patinadora de la luna, acompañados de otros tantos dibujos de Alberti y tres de ellos también con lemas del poeta. El interés por la renovación de los cuentos infantiles, que ya había empezado en los años veinte, contó con importantes protagonistas como Antoniorrobles, Salvador Bartolozzi, también ilustrador de la popular revista infantil Pinocho de la editorial Calleja y creador, junto a Magda Donato, de los famosos títeres Pipo y Pipa, amados héroes infantiles de sus cuentos. María Teresa León y sobre todo su amiga Elena Fortún, compañera, como Magda Donato, del Lyceum Club, creadora de las aventuras de la entrañable Celia, aportaron una visión renovada de la literatura infantil acorde con las nuevas corrientes pedagógicas, convencidas de la importancia de los maestros y maestras como los primeros responsables de una concepción nueva del mundo y revalorizando a la primera difusora de relatos y de canciones: la madre.
Los cuentos aúnan la tradición popular y un nuevo lenguaje que rebosa fantasía: desde animales humanizados que toman el té, como «La Tortuga 427» o «El Oso poeta» que pretende salir de los cuentos al mundo real donde comprueba «lo fácil que es convencer a los niños de que no existe el coco» o «El Gallo Perico» en el que hasta los dedales cobran vida cuando llega la noche. Al peligroso lobo se le vence con la astucia, como hacen todos los animales de «El lobito de la sierra» o incluso Caperucita que, ejemplo para las nuevas niñas, se ha comido ella misma al lobo o Blancanieves, que se metamorfosea para librarse del lobo que le envía la madrastra como castigo porque «Nunca está en casa. Cuando quiero mirar si es más hermosa que yo, me saca la lengua. Ha roto el espejo mágico. Esto es terrible, ya no respeta nada». 8 El padre la encierra en una torre que ha de pintar porque para Blancanieves «ya no hay torres» y exigirá en su encierro «mi raqueta, y mis patines, y mi traje de baño, y mis libros…» 9 . Pero también huirá de la torre y pondrá rumbo a las playas del Sur, donde, flor del norte, se derrite y se funde en la arena. También es deportista la protagonista del cuento que da nombre a la colección, 10 Rosa-Fría «patinadora de primera categoría, vencedora de todas las velocidades, que había inventado el deporte de llenar los pasillos de nieve-confeti, para usar antes del invierno los esquís», que surca los cielos para llegar a la meta y así ganar la Copa de las Cuatro Estaciones. La luna, además, le regalará un collar de piedras de rayo y las estrellas entradas para el cine. 11
Al lado de las niñas valientes y rebeldes, encontramos los niños astutos y resolutivos, como «Juan Bobo», los aventureros y sensibles como «El pescador sin dinero» que persigue sus sueños y rechaza a Cay-y-Nieve o «El ladrón de islas» que, aburrido en la escuela frente al mapa, volará con su imaginación en busca de la bordadora que riega la albahaca.
Ese mismo año la pareja volverá a la URSS para asistir al Primer Congreso de Escritores Soviéticos. En España, en octubre, Asturias caía en poder de los obreros en la zona minera y el ejército, retrocediendo ante las milicias, veía cómo la Alianza Obrera se iba adueñando de la cuenca minera para llegar a Oviedo. La resistencia de los revolucionarios se mantuvo durante una semana y el 18 de octubre el general López Ochoa y el dirigente minero Belarmino Tomás llegaron a un acuerdo para el cese de las hostilidades, con un saldo de muertos que superaba el millar. Aunque el presidente del gobierno Lerroux intentó moderar la represión del movimiento de octubre, esta fue durísima, como exigieron al gobierno carlistas y miembros de la CEDA.12 Hubo ejecuciones, torturas y saqueos. 30.000 izquierdistas acabaron en prisión, incluso Largo Caballero y buena parte de los dirigentes de izquierda. A Rafael y María Teresa no se les permitirá volver a España y se trasladan a París. Al año siguiente, en 1935 el secretario del Partido Comunista Italiano exiliado en París, Palmiro Togliatti, les envía por países americanos para explicar los sucesos de Asturias y recabar fondos para las familias de los mineros. Visitaron México, Cuba y Estados Unidos entre otros países. Este viaje marcará profundamente a Teresa y a Rafael en su compromiso político: «Nos íbamos volviendo rabiosos antiimperialistas» [262].
Este mismo año publica en México Cuentos de la España actual. Todos los relatos conforman un testimonio sobre el devenir de la República en manos de la CEDA, la lucha de clases en el Bienio Negro, enmarcado en la Revolución de Asturias. La temática prácticamente común a todos ellos es la toma de conciencia revolucionaria frente al conformismo de un estado de injusticia social. Los personajes que se enfrentan a esta dialéctica son personas anónimas, mujeres oprimidas que despiertan su conciencia ante la injusticia y el patriarcado, hombres de dura vida de trabajo indigno y, sobre todos, niñas y niños cuyo futuro de dolor, represión, incultura y miseria está ya marcado de antemano. En estos personajes desfavorecidos el discurso esperanzador del nuevo mundo que se debe conquistar arraigará con fuerza. En el primero que abre la serie, «Liberación de octubre», nos presenta la toma de conciencia de una mujer anónima, víctima de la desigualdad de oportunidades de la sociedad patriarcal y ya resignada a una vida de soledad que, sin embargo, decide tomar las riendas de su vida:
Ya no volvería a esperarle, ni se miraría al espejo, ni oiría el ruido de los cuchillos al guardarse, ni el agua última perdiéndose desaguada en la tierra. Alcanzó al camarada que llevaba los fusiles.
─ Dame uno. 13
Mientras tanto en París se había celebrado en junio de 1935 el I Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, el primer paso colectivo para unir las conciencias antifascistas que culminarían con la Resistencia. Aunque la presencia española en el Congreso no fuera muy alta, en la sociedad intelectual española de 1935, como en Europa, se respiraba un cambio que favorecía la organización del compromiso. En febrero de 1936, poco antes de las elecciones, la pareja volvió de la Unión Soviética y recibió un homenaje de buena parte de los más destacados intelectuales de los años 30: Antonio Machado, Federico García Lorca, Álvarez del Vayo, Luis Araquistáin, Rosa Chacel, Concha Méndez, León Felipe, José Bergamín, Ramón J. Sender, Magda Donato, Salvador Bartolozzi, Jesús Hernández, Luis Lacasa, Arturo Serrano Plaja, Luis Cernuda, Juan Vicens, Alberto, José Díaz Fernández, Dolores Ibárruri, César Arconada, Manuel Altolaguirre, Miguel Prieto, Luis Buñuel, Timoteo Pérez Rubio, Isaac Pacheco, Pérez Ferrero, Francisco Galán, Luis Salinas o Gustavo Pittaluga, entre otros. A los pocos días, el 1 de febrero, María Teresa León organizó un homenaje a Valle-Inclán, convocatoria que fue, de nuevo, seguida ampliamente. Buena parte de esa intelectualidad antifascista, en aquel momento, firmó un manifiesto a favor del Frente Popular.

María Teresa León en un mitin de la Alianza de Escritores Antifascistas. En change.org.
Cuando Franco emprende la golpista sublevación militar, los intelectuales más representativos del período formarán parte de la Asociación de Intelectuales Antifascistas por la Defensa de la Cultura o Asociación de Intelectuales Antifascistas.
El golpe de estado les sorprende en Ibiza. El 11 de agosto, ayudados por campesinos y los contrabandistas y pescadores Pau y Escandell, logran escapar de la isla y regresan a Madrid. El 19 de noviembre de 1936 el diario El Sol publica en su segunda página un manifiesto de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, firmado por José Bergamín, Manuel Altolaguirre, Luis Cernuda, Miguel Prieto, Antonio Rodríguez Luna, Alberto Sánchez, Manuel Sánchez Arcas, Eugenio Imaz, Vicente Aleixandre, Miguel Hernández, Rodolfo Halfter, Salvador Bacarisse, Gabriel García Maroto, Vicente Salas Viu, Rafael Dieste, Arturo Souto, Antonio Aparicio, León Felipe, Felipe Camarero, Emilio Prados, Arturo Serrano Plaja, Antonio Machado, Ramón Menéndez Pidal, Pío del Río Hortega, Adolfo Salazar, Rafael Alberti y María Teresa León en el que denuncian la falsedad de la propaganda de la prensa de Burgos que afirma que los incendios y los bombardeos en Madrid son producto de la «provocación roja»:
Os la decimos nosotros los poetas, escritores y artistas, antes que nada y que por serlo no estamos sino al servicio del hombre, de lo más alto y nombre del hombre, por encima de los partidos y de la propaganda interesada.

Detalle superior de la página 2 con el inicio del artículo «A los intelectuales antifascistas del mundo entero» publicado el 19 de septiembre de 1936 en El Sol. Hemeroteca Digital-BNE.
Las bombas caen sobre Madrid y destruyen buena parte del barrio de Argüelles y María Teresa y Rafael tienen que abandonar su casa. Vidas rotas, como los muros, víctimas indefensas:
Mi barrio ─como tanto otros de tantos países del mundo─ se quedó sin puertas. El enemigo de las puertas es la explosión de una granada. Ventanas, balcones, persianas parecen párpados trémulos. Los muros resisten, pero las ventanas parpadean. A veces, como si el pecho de un edificio se dilatase para respirar, vuelan los balcones. El bombardeo de cañón aturde como si millones de manos aplaudiesen o abofeteasen o injuriase o se riesen de ti o te escupiesen... y tú, sin poder hacer otra cosa que temblar. No importa que las casas sean altas, pues todas se ladean o agrietan o se desmigan como pan. La vida doméstica queda al aire. Se produce una desnudez fea y despiadada que ninguna mano piadosa cubre hasta que llega la paz. El hombre tendrá que sobrevivir hasta la paz. Al llegar el peligro, el hombre huye, procurando librarse instintivamente del infierno que lo cerca; pero un atávico instinto de posesión le enciende y le hemos visto bajando, enloquecido, la escalera llevándose un jarrón o la jaula del loro o un gramófono o el retrato de alguien que le recordaba la flor del azahar. Yo he visto a la gente huir, atónita, al sentirse expulsada de su centro habitual, barrida por una escoba de fuego, y hacerlo sin gritos en medio de un pueblo de fantasmas moviéndose sin dirección determinada. Mi barrio se quedó lleno de hoyos enormes colmados de agua. Agua de cañerías quejándose, cicatrices en los muros, astillas, cables y hierros rotos. Los árboles tenían su cabeza al pie del tronco: en el alero, el chal de una muchacha, y un poco más arriba, sobre el techo humeante, una máquina de coser. Estrellada en la acera, una muchacha que tal vez fuese la propietaria de las tres cosas. Y no quiero hablaros de los niños. Los niños que claman porque se cierran las ventanas, los niños que no consiguen nunca olvidar el estruendo de las explosiones y se les queda dando vueltas en su cabecita sin encontrar salida... Pero todos los niños de Europa de ese momento horrible de la última guerra mundial conocen esto. ¿Cómo explicaría la Historia nuestra postguerra que poco a poco vamos convirtiendo en la preguerra próxima? Recuerdo que, durante uno de los bombardeos de Madrid, una mujer me enseñó un niño que apretaba su mano. La madre verdadera debió quedarse bajo un montón de escombros y él echó a correr y, como todo huía, se agarró a una mano y.… confío que nada los haya podido separar nunca. [334-335]
María Teresa es nombrada secretaria de la Alianza de Escritores Antifascistas. Presidida por José Bergamín, colaboraron, entre tantos otros, José Renau, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, Juan Gil-Albert, Pedro Garfias, León Felipe, Antonio Machado, Nicolás Guillén, César Vallejo, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Robert Capa, Jhon Dos Passos o Ernest Hemingway. La Alianza se instaló en el madrileño palacete de los Heredia-Espinosa de la calle Marqués de Duero y allí también vivirá la pareja. Funda la revista El Mono Azul (Hoja semanal de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la defensa de la Cultura), junto a José Bergamín, Rafael Dieste, Rafael Alberti, entre otros.
El diario El Sol, que había sido fundado por M. Urgoiti en 1917, publicó el 17 de noviembre de 1936, en la sección a 'Los intelectuales en la guerra civil' de su página tercera, la locución de María Teresa León que ella misma había leído en las emisiones radiofónicas de Altavoz del Frente, organización dependiente de la Comisión de Agitación y Propaganda del PCE, creada por César Falcón al inicio de la guerra, en agosto de 1936. Desarrolló una intensa actividad que, desde los inicios, aunó a muchos intelectuales, no necesariamente afiliados al PCE.
La locución de María Teresa León se debió de emitir a través de Unión Radio, donde Altavoz del Frente contaba con «secciones de cuarto de hora diaria, de nueve y a nueve y cuarto de la noche, en las que se emitía música, charlas culturales y políticas, y recitales poéticos».14
Una de las actividades más destacadas de Altavoz del Frente fue el teatro. El estreno de la compañía fue en el Teatro Lara el 22 de octubre de 1936, con un «espectáculo integrado por cuatro piezas proletarias y revolucionarias, a saber: Así empezó… de Luisa Carnés; El bazar de la providencia, de Rafael Alberti; La conquista de la prensa y el cuarto acto de Asturias, de Irene y César Falcón».15

Teatro de la Guerra del Altavoz del Frente, antiguo, y actual, Teatro Lara de Madrid. UCM.
La sección de cine producía películas y reportajes sobre la guerra. La sección de pintura y dibujo y escultura, en la que colaboraban, entre otros, Ramón Puyol o Bartolozzi, montó exposiciones en la sede del Altavoz del Frente, en el número 62 de la madrileña calle de Alcalá. Entre las publicaciones, editó tres números en 1936 del semanario Altavoz del frente y, más adelante, Altavoz del frente. Revista para el pueblo en armas. También se ocuparon de la infancia publicando cuadernos de cuentos y canciones infantiles y, además, abriendo guarderías. En las trincheras, con sus megáfonos que eran capaces de retransmitir a 6 km de distancia, dirigían alocuciones a los oficiales y soldados rebeldes e incluso organizó expediciones de dibujantes en las trincheras para tomar apuntes de la lucha en el intento de montar un Museo de la Revolución.
La Junta de Incautación del Tesoro Artístico delegó en María Teresa tres actuaciones para salvar el patrimonio artístico en Toledo, el Escorial y el Museo del Prado. El 16 de noviembre de 1936 en una Madrid cercada, 14 bombas incendiarias cayeron en el Museo del Prado. El bombardeo también afectó a la Biblioteca Nacional, al Museo Antropológico, al convento de las Descalzas Reales y a la Academia de Bellas Artes de San Fernando. La evacuación era necesaria y se trasladaron los cuadros desde Madrid a Valencia. Se tuvo que realizar una difícil selección y crear rápidamente cajas adecuadas para su transporte. Lacradas, precintadas y custodiadas por milicianos viajaron a veces incluso cerca de fuego enemigo.
Años después, en Juego limpio, dejó un testimonio preciso de ese episodio,que se puede escuchar en esta lectura en voz alta de la colección de Recitario.
En Valencia se instalaron en la Iglesia del Patriarca y en las Torres de Serrano. Sin embargo, aún tuvieron que viajar más lejos cuando la guerra iba llegando a su fin: primero hasta el castillo de Perelada y Figueras y, cuando ya Cataluña no pudo resistir, Julio Álvarez del Vayo firmó un acuerdo con el gobierno francés y este se comprometió a enviar 75 camiones para la evacuación de los cuadros a Ginebra, donde se expusieron en 1939.
En 1944, exiliada en Buenos Aires, publicará La Historia tiene la palabra donde reconstruye el enorme esfuerzo que el equipo dirigido por ella realizó con la ayuda de los milicianos para proteger nuestro patrimonio, con la intención, además, de acabar con las injurias a los rojos por la necesaria y valiente decisión tomada.
La guerra española, que desordenaba nuestras vidas, exaltándola, llevó a cada uno de nosotros a las situaciones más inesperadas. En tres ocasiones estuve en contacto con la Junta de Protección del Tesoro Artístico. ¡Cuánto más que yo podrán contar los que tuvieron a su cargo la tarea perseverante de todos los días!, pero nadie tal vez haya visto tan de cerca la belleza de un grupo de hombres atareados en salvar lo que no entendían, lo que antes les había sido negado en el reparto de los bienes comunes. Allí comprendí mejor que nunca que la cultura es la conducta viva y en movimiento de los hombres de un país, siendo la nuestra tan vieja y tan actual, que les hacía tener conciencia del rango primerísimo que ocupaban en la escala de la civilización. Por eso se alejaron sin asombro aquella transida, heladora noche de noviembre, llevándose hacia los cielos tranquilos el Museo del Prado. Ellos sabían mejor que nosotros que al fin la Historia tendría la palabra. 16
Los intelectuales se dieron pronto cuenta de que el teatro podía ser un arma de propaganda fundamental y así se empezaron a formar diversos grupos teatrales. María Teresa León apostó por poner en marcha la «fuerza civilizadora» que tenía, como hemos señalado más arriba, el teatro.
El 22 de agosto de 1937 el Ministerio de Instrucción Pública formó el Consejo Central del Teatro, 17 presidido por Josep Renau, director general de Bellas Artes, en la vicepresidencia estaba María Teresa León junto a Antonio Machado, como secretario Max Aub, y fueron sus vocales Eduardo Marquina, Margarita Xirgu, Enrique Díaz-Canedo, Cipriano Rivas Cherif, Rafael Alberti, Alejandro Casona, Manuel González, Enrique Casals Chapí, Francisco Martínez Allende y Miguel Prieto. El gobierno de la República pretendía que la Junta velase por salvaguardar su finalidad cultural y educativa, sobre todo en los difíciles momentos en que la guerra parecía que, irremediablemente, lo quería postergar al abandono. La industria del teatro no debía separarse, afirmaba la Junta, de la dramática historia que se estaba viviendo y, por ello, no debía pensar sólo en lo circunstancial, es decir, en su propio beneficio económico para, de esta manera, proteger al público de injerencias extremistas de todo tipo, pues
El público que asiste a las representaciones necesita hoy la seguridad de no ser víctima del engaño teatral. Son los herederos de la cultura española, esa cultura que defiende, aunque ellos no lo sepan, con sus bayonetas y su trabajo, del fascismo, que esteriliza lo que toca. 18
El teatro de la Zarzuela, dirigido por Felipe Lluch y María Teresa León, por orden del Consejo, pasó a denominarse Teatro de Arte y Propaganda. El montaje que más éxito alcanzó fue Numancia de Rafael Alberti, estrenada el 26 de diciembre de 1937. En el María Guerrero la infatigable María Teresa León, creó la Escuela de Capacitación Teatral donde organizó breves cursos de dirección de escena.
Paralelamente, fundó y dirigió junto a Rafael Dieste Nueva Escena, sección teatral de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura y fue la valiente directora de las Guerrillas del Teatro, grupo muy activo en 1938 que llegó a realizar 119 representaciones. A él se sumó el músico Jesús García Lehoz. Convivieron con el Grupo Teatro Popular de Luis Mussot, el Teatro de Guerra del Altavoz del Frente dirigido por César Falcón y dependiente del Quinto Regimiento, el Teatro de Guerra de Manuel González o La Tarumba formada por antiguos miembros de La Barraca:
Si a algo estoy encadenada es al grupo que se llamó Guerrillas del Teatro del Ejército del Centro. (...) ¿Por qué no ir hasta la línea de fuego con nuestro teatro? Así lo hicimos. (...) Bueno, yo en realidad, no era comedianta. En mi casa habían dicho: ¿La niña, cómica? ¡Jamás! En nuestra familia todas las mujeres han sido decentes. La niña cerró los ojos ante aquella palabra amenazadora de decencia para toda la vida. Pero una vez alcanzó a subir a un escenario y dijo versos. Toda poesía es una nevada, una lluvia fertilizante. Se sintió satisfecha hasta el borde y siguió diciendo versos, declamando lo que deseaba vivir y que ya estaba escrito. En la poesía iba encontrando todo lo que tan insistentemente le había negado la vida. Cerraba los ojos, inundada de sensaciones nuevas hasta colmarse. Era su estado de gracia. Había encontrado aquella muchacha un seguro asilo. Dejaba la pequeñez de su vida tirada a sus pies como un montón de olvidos y decía, casi sollozando, los versos que ella no sabía escribir. Tal vez por aquella trasformación un poeta estuviese mirando formarse, en el patio de la Alianza de Madrid, las Guerrillas del Teatro del Ejército del Centro. [112]
María Teresa, en el frente y en la retaguardia, fue directora de escena y también actriz: Belisa en Amor de don Perlimplín de Lorca y España en la Cantata de los héroes y la fraternidad de los pueblos de Alberti. En su novela Juego limpio, publicada en Buenos Aires en 1959, ambientada en el palacete de los Heredia-Espinosa, sede de la Alianza de Escritores Antifascista, presentará una visión coral, mezclando historia y ficción, de sus vivencias de aquellos intensos meses donde el juego limpio es el de la representación teatral y la negociación política, frente al juego sucio de las armas, la intolerancia y el autoritarismo. Novela de recuerdos vividos en la que María Teresa, como en toda su obra, desea aclarar qué y cómo ocurrió y luchar contra el olvido del imprescindible testimonio para conocer las vivencias de los actores y actrices que se sumaron a la arriesgada y apasionante tarea de las Guerrillas del Teatro. Rafael y María Teresa, y tantos otros intelectuales y combatientes, aparecen como protagonistas del relato, como en el doloroso momento en el que la fotógrafa Gerda Taro murió en la batalla de Brunete con su cámara Leica en la mano:
María Teresa y Alberti fueron a buscarla. Dijeron que aún fumó un cigarrillo. No quería quejarse entre soldados. Se convirtió, para entrar en la muerte, en una niña muy pequeña. Como la batalla llenaba el campo de explosiones y no había forma de traerla a Madrid se aprovechó la vuelta de un camión, cargado de tanques de gasolina. Arropada en varios capotes y alguna manta la tendieron entre el olor nauseabundo para que hiciera su último viaje hasta nosotros, sus amigos. Pero ya no le dolía nada. ¡Qué distinta forma de entrar tuvo anoche! Perico Ligero, lloraba. La maison des fous se había puesto seria. León Felipe, se inclinó, a besarle las mejillas y tal vez le murmuró sin que le oyésemos: ¿Eres feliz, eres feliz? ¡como entonces! Al ver que la novia Dorotea movía los labios, queriendo rezar, la secretaria dijo tajante: «Si crees, reza y santíguate, pero no te escondas». Y luego hizo que Leoz al piano hiciese cantar a las Guerrillas «Vosotros caísteis…», vieja canción que había servido de sonoro acompañamiento en la muerte a tantos revolucionarios caídos, a tantos de nuestros amigos muertos. 19

Cubierta de la primera edición de Juego limpio (Buenos Aires, Goyanarte, 1959).
En marzo de 1937 volvió con Alberti a la URSS para solicitar el apoyo de los escritores para el Congreso Internacional de Escritores Antifascista, en el que Teresa participaría. En este viaje conocieron a Stalin.
Permanecieron en la resistencia de Madrid hasta el final. En febrero de 1939 tuvieron que trasladarse a Alicante, una vez que el coronel Miaja entrega Madrid al bando nacional. El 6 de marzo de 1939 despegaron hacia Orán tres avionetas Douglas en las que iban Negrín y sus ministros y en una cuarta avioneta los Alberti, el general Cordón y el ministro del aire Núñez Mazas:
Al aterrizar en Orán, nuestro avión tenía la gasolina suficiente para no estrellarse en el suelo. Habíamos dejado atrás los azules de España, la blanca mancha de los pueblos levantinos y, sin embargo, cuántas cosas nos llevábamos en aquel dragón rojo y pequeñito que había levantado vuelo en el aeródromo improvisado, ante cuatro amigos y un camarada estupendo a quien había mandado la orden de quedarse en España para salvar a quien pudiera. ¡Salvarse! Volábamos, salvándonos, seis personas: los pilotos, un general, un ministro, un poeta y yo. ¿Diste cuerda al reloj? Quién piensa en eso. Algo se nos había detenido para siempre a todos... a todos. Bienaventurados lo que os llevasteis a cuestas la dulce carga del recuerdo de España, los que salvasteis la palabra más alta de nuestro idioma, esa que tantas penas costó siempre a los que halamos español, por la que el español ha muerto tantas veces, esa ¡Libertad! que no alcanzaremos nunca. [363-364]
Desde Orán viajaron al puerto de Marsella para dirigirse a París, y allí, apoyados por Pablo Neruda y Picasso, emitieron desde Radio París-Mondial hasta que las autoridades francesas les prohíben la emisión y empiezan a temer por su vida. Neruda les consiguió dos pasajes en el buque Mendoza desde Marsella al Río de la Plata. El 3 de marzo llegaron a Buenos Aires con la pretensión de encaminarse a Chile, pero el editor Gonzalo Losada les convenció para que se quedaran en Argentina. Se alojaron primero, protegidos por el abogado Rodolfo Aráoz Alfaro, en la Villa El Tortoral. Aquí nació su hija Aitana en 1941, nombre de la sierra alicantina, la última imagen de España que vieron sus padres en el vuelo. Sin documentación, los judíos argentinos les ayudaron a conseguir una cédula de legalidad pues solo en 1959 consiguen que la embajada española les conceda el certificado de nacionalidad.

María Teresa León trabajando en la radio en Argentina. En editorialrenacimiento.com.
En Argentina, donde vivieron 24 años, María Teresa continuó, incansable, trabajando. En la radio colaboró en programas diarios y escribió guiones radiofónicos que tuvieron enorme éxito. Un buen ejemplo es El gran amor de Gustavo Adolfo Bécquer de 1945, publicado un año más tarde. Escribió infinidad de artículos en revistas, dictará conferencias, sobre todo sobre teatro español. María Teresa no declinará su lucha por la libertad denunciando desde toda tribuna el fascismo de España, el de Europa, la situación de los exiliados y los asesinatos, la represión en las cárceles franquistas pero
Tampoco nos escuchaban a nosotros, los españoles desterrados de España en las conferencias internacionales donde, una vez acabada la guerra, se repartían la riqueza, las zonas de influencia, el prestigio... También nos habían tapiado las ventanas. [426]
También trabajará para el cine. Adaptó en 1943 Los ojos más lindos del mundo y escribió junto a Rafael en 1944 el guion de La dama duende, ambas dirigida por Luis Saslavsky. En esta última participaron otros compañeros exiliados: el actor Andrés Mejuto, el escenógrafo Gori Muñoz o el músico Julián Bautista. También trabajó en la televisión a partir de 1951 en el Canal 13 en el programa de variedades Buenas noches, mucho gusto.
En el exilio argentino escribirá la mayor parte de su obra, que se publicará en la editorial Losada. En 1941 editará la novela Contra viento y marea que, por su estructura y temática, parece que une dos novelas en una: una ambientada en la Cuba de los años treinta de Fulgencio Batista y otra en la Guerra Civil. El nexo entre ambas es la partida de algunos cubanos como voluntarios en 1936 para defender la Segunda República. La segunda parte se desarrolla, principalmente, en los frentes de batalla cercanos a Madrid y Toledo, protagonizados por soldados y milicianos anónimos y, sobre todo, por la miliciana Ana María, una joven madrileña que ingresa en las Milicias Populares y será una de las pocas mujeres del Quinto Regimiento. En este espacio masculino Ana María, a la que se la llama constantemente «la machona», provoca admiración, pero también inquietud
A ninguno se le ocurrió protestar. Ana María mandaba […] Fueron entrando mujeres de esas que llevan en el anca un hijo y otro en el vientre […] Venían a ver a la machona con sus pantalones azules y su correaje de cuero con pistola grande y los brazos jóvenes dispuestos a la muerte. 20
Su siguiente novela, Juego limpio, aparecerá, como ya hemos visto, en 1959. En 1942 aparece una nueva colección de relatos, Morirás lejos, evocación, de nuevo, de la infancia, la guerra o el exilio, y, como en la mayoría de sus relatos, a través de las mujeres y la infancia, como el caso de Hilda, la protagonista de «Zapatos al viento», acogida por una mujer a la que llaman abuela los niños que viven en su pobre casa (la protagonista, en cambio, le llama Estaca por los palos que les da con una estaca). Hilda irá de mano en mano, como un objeto que se cambia, se compra, se vende, se usa, se arroja y se olvida
La vieja Estaca se acordaba fácilmente a lo que dispusiesen. Hace tiempo que el padre de Hilda no la pasaba lo estipendiado en el apalabramiento que hicieran cuando le tomó la hija. Sí, pueden dársela a Marcos Garzón y que este busque otro acomodo. También Marcos Garzón puede entregarla al juez de menores, mandarla a sabe Dios qué manos. Todas las familias pobres necesitan, además, una criatura que les friegue los suelos. 21
Al año siguiente publica La Historia tiene la palabra y en 1950 la colección de relatos Las peregrinaciones de Teresa. De nuevo en estos nueve cuentos se inspira en sus recuerdos, en experiencias vividas, oídas y conocidas para presentarnos otras tantas mujeres protagonistas, todas llamadas Teresa, que son a veces testigo de los acontecimientos que las marcarán definitivamente, a veces copartícipes de ellos y otras narradoras de estas historias trágicas con voz de mujer. Desde la virginal Teresa a la que su madre controladora y castradora llama «Cabeza de ajo» que desata el placer reprimido, Madame Pimentón a la que los niños llaman loca sin compasión, la Teresa huérfana protagonista de «El diluvio de Teresa» que decide hacer lo que de ella se espera y solicita al confesor que le busque marido y, aunque es consciente de la trampa, acaba aceptando su destino
Usted pensó: la idiota de Teresa es un corderillo fácil. Yo saco a los míos del atolladero, me compro teja nueva, coloco a todos los de la familia, como cuentan en la Historia de los Papas, y los hijos de esa podenca de mi hermana Lucía conocerán, por fin, el latín que yo nunca pude aprender. ¡Buenos cálculos! Excelente razonamiento para un par de rocines en yunta como los que están escuchando. Pero ¿han contado ustedes conmigo? ¡Bah, a la pobre Teresa le basta con un garañón, es una burra mansa! Pues no, señor párroco, se ha lucido, porque soy una potranca vieja sin desbravar. Gamas me dan de… ¡Venirme a mí con engaños de chiquilla! Bueno, suelten al macho. Levántese. Está tullido. No importa, peores las va a ver. Vosotras, echad esas bisuterías que quedan por los balcones. En mi familia no hubo mercaderes jamás. Sí, que se junten los chiquillos. ¡Abrid bien las ventanas! Señor párroco, que lo oigan los muertos de mi casa que usted asistió: Yo, la infeliz Teresa, le pido, para reparar mi honor, la mano callosa de este hombre. 22
O la que «No se llamaba más que Teresa. El apellido no habían tenido tiempo de pensarlo», donde asistimos a la violencia contra las mujeres en la guerra. Después de enterrar junto al resto de las mujeres del pueblo, a Paula, fusilada por negarse a lamer el fusil y besar el culo de los soldados, Teresa es apresada y torturada para que delate el paradero de Lucas, pero, aunque lo supiera, nunca lo haría. Lucas bajará de la sierra con la intención de delatar a sus compañeros y así liberarla, pero Teresa, agonizante, le suplica 23
No, no, calla. ¡Qué más da! ¡Deja que los del monte vivan! ¡Somos nosotros tan poquita cosa! …. La barba áspera de Lucas se frotaba contra el fino cuello de Teresa, sobrecogido de dulzura, le murmuró: ¿Tú sabes por qué vamos a morir? ¡Qué pena que ya no tengo tiempo de explicártelo! Lucas oyó a su espalda la palabra ¡Fuego! Al oírlo, toda la noche nupcial regresó hasta los brazos que estrechaban a Teresa y muerto de amor fue dejando deslizar su carga y su cuerpo mismo hasta el suelo. Aún se acercaron para destrozarle la sien.
En 1951, recibe la feliz sorpresa de la visita de su hijo mayor, Gonzalo, médico ya de 32 años, quien acabó instalándose en Argentina. Durante su estancia en este su segundo país de exilio, no cesaron sus viajes: Chile, Polonia, Rusia, Checoslovaquia, Rumanía, Alemania Oriental e incluso en 1957 acuden a China. Fruto de este viaje es el libro conjunto de la pareja Sonríe China, publicado en 1958, que incluye poemas e ilustraciones de Rafael.
Dos años después recorrerán Venezuela, Colombia, Perú y en Cuba se reencuentran con Nicolás Guillén y Ernest Hemingway. En 1961 viajarán a la Costa Azul y a París para celebrar el ochenta aniversario de Pablo Picasso.
Al año siguiente aparece Fábulas del tiempo amargo, cinco relatos, más herméticos que los anteriores, sobre el desarraigo de la patria. En la que abre la colección, con el título lorquiano «Soledad ¿por quién preguntas?» la protagonista tendrá que compartir, sin posibilidad de escapar de su destino, el trágico destino del pueblo. Así también la muchacha que se convierte en garza en «Comed, comed, que ya estoy invitada» no tiene más opción que ofrecer su cuello al cuchillo de los cazadores. El exilio está presente en «El viaje» y «Las estatuas», donde la protagonista vive, desesperada, esperando nuevas del mensajero:
Te traigo una virtud; serás constante. Yo me alcé de mi lecho. Lo que tengo es que regresar. Me esperan. Yo no quiero quedarme fuera de mis límites. Me ahogo. Por ahora no conozco otra canción: Juan simiente, Juan estrella, Juan chiquito, Juan grande, Juan panadero,24 Juan sin queja, Juan sin murmullo, Juan acero, Juan todo el mundo, Juan corteza... 25
El dolor y la soledad del largo exilio se torna insoportable en «Por aquí, por allá», en el que la autora sueña que vuelve sobre un caballo a su patria, acompañada de «Juan el bravo, Juan el fuerte, Juan el que ve las intenciones bajo la tierra», pero, con profundo dolor, le confiesa «No sé si te das cuenta de que ganamos y perdimos, de que perdimos y de que ganamos». 26
En 1958 recibe el encargo del curioso libro, que llegó a ser muy popular en Argentina, Manual para la perfecta ama de casa, recopilación de la serie de artículos que fue publicando en la revista Mucho gusto en la que pudo trabajar, gracias al apoyo de Jacobo Muchnik, donde mezcla consejos de todo tipo (gastronómicos, de belleza, cómo quitar manchas, primeros auxilios) con fragmentos literarios, críticas literarias y teatrales.
También, por encargo o no y, la mayoría de las veces debido al éxito de sus colaboraciones en la radio, publicó biografías de los personajes históricos que más admiró: el ya citado El gran amor de Gustavo Adolfo Bécquer de 1946, Don Rodrigo de Vivar, el Cid Campeador en 1954, reeditada en varias ocasiones y traducida incluso al ruso. Seis años más tarde, en 1960, publicó la biografía Doña Jimena Díaz de Vivar, gran señora de todos los deberes, las mismas obligaciones de tantas mujeres anónimas:
¡Cuántas mujeres españolas se quedaron así una mañana cualquiera de su vida cuando los hombres se dispersaron! También Doña Jimena se quedó sin Rodrigo, un Rodrigo rebelde, un Rodrigo que nos representará a todos siempre cuando haya que hacer respetar ─como hizo el rey─ los derechos del pueblo de España. ¡Jimena en soledad! Jimena rehén encarcelado. Jimena dejando pasar noches y auroras sin gemir porque había que ser tan fuerte como el que en buen ora nació, el desterrado. Hasta que un día llegaba una carta. Venía de México, de la Argentina, de Chile... Ven. Ven, mujer, con los niños. Doña Jimena llegó hasta el mar de Valencia y lo miró con asombro y Rodrigo le ofreció un reino a cambio de su valor para criar los hijos y cuidar de la hacienda. Los desterrados españoles, también a su manera, habían conquistado un reino y lo ofrecían a las mujeres que dejaron con los hijos en el anca o en el vientre, hijos que ellas hicieron crecer altos solo con un poquito de pan y sus trabajos. Por ellas, cuando fui escribiendo la vida de Doña Jimena Díaz de Vivar, sentí junto a mí a las mujeres de mi casta para que las escuchasen. Siempre ha ocurrido igual, ¿comprendéis? Siempre ha habido que luchar contra los que nada entienden de los derechos de los hombres honrados, y los hombres honrados tenían que alejarse para conquistar de nuevo la vida, toda hecha de trabajos, en lugares lejanos e inhóspitos. En esta dispersión española le ha tocado a la mujer un papel histórico y lo ha recitado bien y ha cumplido como cumplió doña Jimena, modesta y triste. Algún día se contarán o cantarán las pequeñas historias, las anécdotas menudas, esas que quedan en las cartas escritas, a veces, por otra mano, porque no todas las mujeres españolas saben escribir... Y se contará la pequeña epopeya diaria, el heroísmo minúsculo, de los labios apretados de frío, del hambre, de los trabajos increíbles. [432]
De nuevo la situación política de Argentina, empuja a la pareja a trasladarse a Italia en 1963. Se instalarán en el barrio romano de Trastévere, por donde pasarán tantos viejos amigos y conocerán otros nuevos. La nostalgia, la melancolía de la exiliada María Teresa es ahora más dolorosa: al dolor de la separación de España se une la de los 23 años vividos en Argentina, el amor recibido y otorgado a Buenos Aires.
En 1965, habiendo ya emprendido la nueva vida en Roma, publica en Méjico la biografía novelada Menesteos, marinero de abril, narración mítica sobre el origen de Cádiz. Menesteos salió de Troya tras Eneas pero, temeroso por su vida, decide abandonar la lucha. Sin embargo, el amor le convierte en un hombre valeroso y recorre el Mediterráneo a la búsqueda de una muchacha que encontró en una remota playa. Este viaje vital, lleno de encuentros, engaños y soledades, le llevará a Cádiz, donde construirá un santuario a ese amor que ha sido el único motivo de su existencia en el puerto que, una vez, llevó su nombre:
Pero ya aquel puerto no se llamaba de ese modo y nadie hizo caso al fundador, conductor de carros veloces, paladín en Troya, marinero en abril, enamorado… Y nadie lo vio reírse, escondido entre los granitos de la arena salada de las playas del sur de España, límite de la gracia divina, litorales para el amor, espuma de Venus. 27
En 1969 en Argentina se publica la biografía de Cervantes, el soldado que nos enseñó a hablar, fruto, como la de Bécquer, de sus programas de radio. Al teatro de nuevo volverá María Teresa con Sueño y verdad de Francisco de Goya, el pintor que, como María Teresa sufrió el exilio, muriendo en Burdeos, aunque volviera a España en un par de ocasiones.

Cubierta de la primera edición de Memorias de la melancolía (Buenos Aires, Losada, 1970).
Memoras de la melancolía, la obra cumbre de la autora es también un valioso documento para conocer y entender el periplo de toda una generación y, sobre todo, de las mujeres que lucharon por sus derechos, se comprometieron con la República, lucharon en la Guerra Civil, sufrieron un largo exilio y siempre defendieron la libertad de los pueblos. La escribió en Roma entre 1966-68, con 63 a 65 años. María Teresa siente que se va acercando la última y más compleja etapa de su vida. Los olvidos son sentidos entonces como algo natural de la edad e, incluso, como un síntoma de depresión. Fue publicada en 1970 por Losada en Buenos Aires. Dos años más tarde los síntomas del Alzheimer son definitivos.
Es difícil ser vieja. Se necesita un aprendizaje, que es el drama de nuestra vida. Por la calle se da uno cuenta de que las viejas son todas el mismo modelo. Lo difícil es diferenciarse. A mí me da miedo que llegue un día en que nadie me vea. [120]
Está narrada desde el presente en Roma, la última ciudad del exilio, donde recibe las visitas de amigos españoles que traen noticias de que algo empieza a cambiar. María Teresa siente la necesidad de escribir para no olvidar, para entender, para responder ante la Historia, en mayúscula, para la historia íntima, para poder vencer así vencer la batalla contra el olvido:
Tengo miedo de que me pregunten: Abuela ¿qué es la vida? y tenerles que contestar: No lo sé. Luego, con las mismas rabias mías, con las que sentí yo cuando arranqué la toca a la monja de mi colegio, me volverán la espalda casi con lástima, tomándome apenas por un trasto inútil que permanece. [539]
La obra no está escrita cronológicamente, aunque haya un cierto orden en el devenir de los acontecimientos: incorpora reflexiones y vuelve una y otra vez sobre hechos vividos, acercándose, con una naturalidad muchas veces cercana a la narración oral, a una memoria retrospectiva, como quien va recordando a lo largo de muchas tardes la propia vida ante el auditorio de esos nietos que preguntan e intervienen en el relato:
Bueno, María Teresa, basta, ya lo has contado veinte veces. Pero yo sigo porque es el regreso de la felicidad que dura un instante. Y vuelvo a reconstruirme como hacen los niños con sus juegos de piedrecitas de madera, recobrando la dulzura de jugar. [114]
La autora entrelaza las experiencias vividas, su memoria, con otras voces buscando así «disolverse en una multiplicidad de voces que irán forjando, en el acto autobiográfico, las voces constitutivas de una memoria colectiva» 28
Yo sé que se han escrito muchos libros sobre los años irreconciliables de España. La guerra dejó su historia cruda y descarnada. Las batallas se cuentan ya fríamente e igual sucede con las diferencias políticas. Se han evitado las palabras tristes en los libros para dejar las heroicas. No sé si esta sequedad la encontraréis justa. Yo me siento aún colmada de angustia. Habréis de perdonarme, en los capítulos que hablo de la guerra y del destierro de los españoles, la reiteración de las palabras tristes. Sí, tal vez sean el síntoma de mi incapacidad como historiador. Pero no puedo disfrazarme. Ahí dejo únicamente mi participación en los hechos, lo que vi, lo que sentí, lo que oí, todo pasado por una confusión de recuerdos. No he evitado cuando lo creí necesario llamar pobre a mi España ni desgraciado a mi pueblo ni desamparados a los que padecieron tantas enfermedades de abandono. Es mi pequeño ángulo visual de las cosas. Somos los que quedamos, gentes devoradas por la pasión de la verdad. Sé que ya en el mundo apenas se nos oye. Siempre habrá quedado el eco, pues el único camino que no hemos hecho los desterrados de España es el de la resignación. [69]
La obra no siempre está escrita en primera persona. De hecho, cuando habla de su niñez, la mayoría de las veces usa la tercera persona, mirando con ternura en la distancia esa niña y joven a la búsqueda de un espacio propio. Solo cuando tome las riendas de su vida, tras enfrentarse a la familia, y decida unir su vida a la de Rafael Alberti, aparece el yo desafiador y decidido, la identidad de María Teresa frente a la que le quisieron imponer con las reglas del patriarcado, la obediencia y el silencio.
Aunque, como ya se ha señalado, desde el presente se vuelve al pasado de una manera circular, se pueden señalar varios hilos constructivos del relato. El primero abarcaría hasta los años treinta y lo formaría el tránsito de la niñez y juventud a la edad adulta, el de esa niña rebelde que se enfrentó a su destino y la relación con Alberti, el joven apasionado con el que escapa a Ibiza, el compañero de lucha, a quien admira y ama. El siguiente los años de la Segunda República y la Guerra Civil, los años más felices en los que aún era posible alcanzar el sueño de la justicia y de la igualdad. El último sería el exilio y la recuperación de la memoria histórica de los exiliados, en esa unión ya referida de lo personal y lo colectivo. Todos ellos están transitados por la melancolía y la soledad del exilio, «Estoy cansada de no saber dónde morirme», sentimiento común a una comunidad, la de los exiliados, que día a día iba también muriendo.
Melancolía por el mundo perdido, del que fue testigo privilegiado de su destrucción y que ahora rememora desde la fe absoluta en la fraternidad (no siempre acorde con la realidad política, por ejemplo, de la URSS) con la que intenta sobreponerse de la desolación de la pérdida para entender y posicionarse en un presente que le es dolorosamente ajeno:
Es como si yo no perteneciese a ese país del que leo los periódicos y, sin embargo, no han variado el formato ni el papel ni, seguramente, los lectores. Siento todo fuera de mí, arrancado, como si hubiera sido un sueño puesto sobre la mesa, impreso en hojas. Las mismas letras, el mismo idioma que se mezcla como si yo fuera aquella misma que aprendió a juntar sílabas en ese lugar donde aún se estampa el mismo periódico, Estoy como separada, mirándome. No encuentro la fórmula para dialogar ni para unirme. Una muchacha se me aleja. ¿Sabe adónde va? Siento angustia. He sentido muchas veces angustia al mirar, sentados junto a mí, a seres que dicen son mi gente y no los reconozco, Bien quisiera reencontrarlos, recibirlos como si fueran los miembros que me faltan para agarrarme a la vida, pero no puedo, se resbalan hacia lo que ellos conocen y yo no, tan distinto es todo de lo que a mí me dejaron las horas de la vida. Me encuentro como paralizada. Mi parálisis se comenta, se critica y hasta se canta. [82]
Una parálisis de la que intenta sobreponerse para protegerse del olvido, del propio y del de los otros, de la melancolía:
Me asusta mirarme a los espejos porque ya no veo nada en mis pupilas y, si oigo, no sé lo que me cuentan y no sé por qué tanta insistencia en reavivarme la memoria. Pero sufro por olvidar y cuando se me despeja el cielo o me abren la ventana, siento que me empujan hacia adelante, hacia la pena, hacia la muerte. Entonces prefiero ir hacia lo que fue y hablo, hablo con el poco sentido del recuerdo, con las fallas, las caídas, los tropiezos inevitables del espejo de la memoria. [83]
La melancolía al recordar la soledad de la niña, educada por la Tata María, la madre resignada, el desarraigo, el matrimonio convenido, el silencio impuesto por una sociedad patriarcal que margina a la mujer a pesar de todo el esfuerzo, del tesón y de la valentía, incluso cuando es capaz de tomar las riendas de la propia vida:
Ahora yo soy la cola del cometa. Él va delante. Rafael nunca ha perdido la luz. A veces, él cree que se eclipsa y se enfada con sus pensamientos. Nuestras amigas Margot y María Carmen Portela, tan videntes y hermosas, dicen que entonces saca un peine del bolsillo y se peina. Puede que sea de poetas el sentir más hondo cómo se detiene el aliento, cómo se corta y se retira, pero, casi sin transición, se cruza con la impalpable poesía, salvándose. [222]
Memorias de la melancolía termina con la palabra «CONTINUARÁ», pues María Teresa tenía intención, como le confesó a su hija Aitana, de escribir una segunda parte que se habría llamado Desmemoria de la alegría, con el subtítulo La calle larga de la vida.
En 1977 la pareja, acompañados por Aitana, regresa a España tras 38 años de exilio. María Teresa, tras una vida dedicada a mantener viva la memoria, regresa para no recordar. En 1984 ingresa en una clínica geriátrica y, cuatro años más tarde, muere un 13 de diciembre. Fue enterrada al día siguiente, el 14 de diciembre, cuando la huelga general paraba España.
Rafael Alberti grabó en su lápida el primer y último verso de «Retornos del amor en las arenas», poema de Retornos de lo vivo lejano:
Esta mañana, amor, tenemos veinte años.
Entre los cuadernos personales de los últimos años, con letra temblorosa, fue escribiendo pensamientos y recuerdos. Entre ellos, la confesión del testamento que nos deja la valiente y hermosa María Teresa León: 29
¿Ha llegado la hora de hacer mi testamento? Dejo a las mujeres de España mi entusiasmo por la vida. Nada más. Es todo lo que tengo.

María Teresa León. En liberediciones.es.
ZAMORA MUÑOZ, María José (2025). «María Teresa León, la luz del cometa». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo». Año XII. N.º 15. ISSN 2341-1643
URI: https://www.letra15.es/L15-15/L15-15-13-MariaJoseZamora-MariaTeresaLeon.Laluzdelcometa.html
Recibido: 12 de agosto de 2025.
Aceptado: 9 de septiembre de 2025.