Letra 15. Revista digital
Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid - ISSN 2341-1643

Sección NUEVAS VOCES

«Enseñar» literatura

Santiago d’Ors Silva

 

El autor es alumno del Máster de Formación de Profesorado en la Universidad Complutense de Madrid.

santiagodorssilva@hotmail.com

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Resumen / Abstract

Resumen.

Esta breve reseña de tres artículos nos servirá de reflexión sobre la enseñanza de literatura en España. Los tres artículos seleccionados son «Dos perspectivas en la didáctica de la literatura: De la literatura como medio a la literatura como fin» (2000) de Alzate Piedrahita, «Cómo convertir El Quijote en un ladrillo» (2010) de Rosa Montero y «De la didáctica de la literatura a la transmisión de la literatura: Reflexiones para una nueva educación literaria» (2005) de Moreno Arteaga.

Palabras clave: Felicidad, fin, pasión, entusiasmo, lectura, placer, transvivirse, sed, fuego y amor.

«Teaching» literature

Abstract.

This brief review of three articles will develop a reflection about teaching literature in Spain. The three selected articles are: «Dos perspectivas en la didáctica de la literatura: De la literatura como medio a la literatura como fin» (2000) by Alzate Piedrahita, «Cómo convertir El Quijote en un ladrillo» (2010) by Rosa Montero, and «De la didáctica de la literatura a la transmisión de la literatura: Reflexiones para una nueva educación literaria» (2005) by Moreno Arteaga.

Keywords: Happiness, end, passion, enthusiasm, reading, pleasure, «living at books», thirst, fire and love.

1. Punto de partida

Esta breve reseña de tres artículos nos servirá de reflexión sobre la enseñanza de Literatura. Los tres artículos seleccionados son Dos perspectivas en la didáctica de la literatura: De la literatura como medio a la literatura como fin (2000) de Alzate Piedrahita, Cómo convertir El Quijote en un ladrillo (2010) de Rosa Montero y De la didáctica de la literatura a la transmisión de la literatura: Reflexiones para una nueva educación literaria (2005) de Moreno Arteaga.

2. Cambiar el enfoque clásico

Como sugiere el subtítulo del artículo de Alzate Piedrahita debe haber un cambio de paradigma en la enseñanza de la literatura. Hasta ahora, influidos acaso por la corriente historicista, hemos enseñado literatura simplemente como el testimonio escrito de épocas pasadas. Nos interesa Garcilaso de la Vega en tanto que perfecto cortesano renacentista y las obras «realistas»de Galdós en tanto que fiel reflejo de la España decimonónica. Si bien este enfoque puede resultar útil para comprender determinados hechos de nuestra cronología nacional, relega la literatura a un plano meramente testimonial, insultantemente instrumental.

La literatura tampoco es exclusivamente una herramienta para mejorar nuestra expresión escrita o para conocer más profundamente una lengua (aunque dichas competencias florezcan en el alumno como consecuencia natural del amor a los libros). La literatura no es, al fin y al cabo, un medio para conseguir nada. La literatura es, como apunta Alzate Piedrahita, un fin en sí misma. Es el goce estético de la palabra (poesía), el placer de inventar historias (narrativa) o la dicha de hablar y actuar a través de muchos hombres y mujeres (teatro). La literatura es, en palabras de Borges, «una forma de felicidad»1. Que le pregunten a Lorca, cuando escribió sobre la guitarra flamenca, por qué cuando la guitarra suena es «flecha sin blanco»y «tarde sin mañana»2. Con la música pasa lo mismo que con la literatura, y también con todas las artes. La literatura es porque sí.

Cartel para el fomento de la lectura. En las III Jornadas de la Didáctica de la lengua y literatura
(año 2007).

Ahora nos preguntamos por qué enseñar algo que no sirve para nada. Ya lo hemos dicho: la literatura no es un medio, es un fin; pero cumple una función: hacernos felices. Para compartir esa felicidad nos convertimos en profesores de literatura. Algunos alumnos elegirán otras felicidades que no sean la de la literatura, pero otros sentirán que, con un libro entre las manos, se abre ante ellos un horizonte inabarcable de regocijo secreto. Esto no se lo podemos negar a nadie; antes bien al contrario, debemos de darles a probar del fruto sagrado, con la esperanza de que también ellos queden hechizados para siempre.

¿Cómo debe ser un buen profesor de literatura? Alzate Piedrahita nos responde «una figura carismática que debe suscitar pasión y entusiasmo»(2000: 1). Y esas dos cosas no se enseñan, se transmiten.

Moreno Arteaga sostiene en su artículo que la literatura es algo que no se puede enseñar, pero que debe transmitirse. La idea aparece ya en el libro de Daniel Pennac Como una novela (1993), donde se sintetiza en la siguiente frase: «¿Y si en lugar de exigir la lectura, el profesor decidiera de repente compartir su propia dicha de leer?»3. Y para transmitir algo hay que sentirlo previamente. El entusiasmo es, etimológicamente, estar poseído por un genio o un dios, según creían los antiguos griegos. Un profesor entusiasta es un poseso de los libros, un hombre envenenado de literatura hasta la médula, alguien tan loco como para pensar que las palabras pueden cambiar la realidad. Un buen profesor de literatura no debe enseñar el Quijote; debe ser don Quijote.

Ilustración del ensayo Enseñar literatura ahora, del profesor José Luis González.

Rosa Montero expresa en su artículo para El País varias opiniones que compartimos. Tomemos como ejemplo, hablando de la obra fundacional de nuestra literatura, lo que dice sobre la didáctica cervantina en Secundaria: «siempre me ha parecido una barbaridad obligar a los adolescentes a leer el Quijote». Desde luego que lo es. Sobre todo porque hay determinadas obras maestras, y creemos que el Quijote es una de ellas, que precisan que el lector se acerque a ellas con una cierta madurez vital e intelectual para que desprendan todo su sabor y le aprovechen a sus ávidas entrañas. Un lector no elige los libros; los libros le eligen a él.

Viñeta del humorista y pedagogo Francesco Tonucci (Frato).

 

3. ¿Lecturas obligatorias?

Hemos dicho más arriba que la literatura tiene la función de hacernos felices. Un libro que se obliga a leer es un castigo y es bien seguro que su lector no aprenderá nada de él. Ahora bien, si es el lector el que, movido por la recomendación de alguien cercano, por curiosidad o porque ya está inevitablemente infectado por la manía de leer, se acerca por su propia voluntad a ese mismo libro, es entonces cuando la magia de la literatura se manifiesta por sí sola. La mirada lo cambia todo. No leemos los libros como están escritos, sino como los escribimos nosotros. Toda lectura es una insospechada creación. Por eso es importante hacer consciente al alumno del protagonismo que tiene en la literatura, ese juego al que se juega por placer y no por mandato. Un buen profesor de literatura debe acabar con las lecturas obligatorias.

¿Puede ser profesor de literatura cualquier persona? Por supuesto que no. Si se nos estropea el grifo y llamamos a un veterinario, nos parece una locura. ¡Tendrá que hacerlo un fontanero!, exclamará con mucha sensatez quien viva bajo nuestro mismo techo. Sin embargo, si de lo que se trata es de enseñar literatura, nos da la sensación que puede hacerlo cualquiera que sepa lo que es la sinalefa y quién escribió El médico de su honra. Para obtener información ya contamos con las benditas nuevas tecnologías. Lo que necesitamos no es un profesor que cuente con un libro de texto, sino que él mismo sea el libro de texto. Para transmitir el conocimiento, hay que encarnarlo. No hay otro camino. Moreno Arteaga lo expresa así: «si el maestro no es un lector nunca conseguirá que sus niños lean». Y añadiría que no solamente debe ser lector, sino un buen lector. Y los buenos lectores hacen su morada en el texto y se quedan a vivir en él. Ya lo decía poéticamente Pedro Salinas, hay que «transvivirse»en la literatura, vivir a través de los textos, para que cambien nuestra vida.

Para terminar me referiré a la conclusión del artículo de Alzate Piedrahita: debemos dejar que sea la literatura la que nos dé su propia lección, más que aleccionar nosotros sobre ella. Es importante y necesario acercar los clásicos españoles a nuestros alumnos de Secundaria y Bachillerato, pero no podemos exigirles que lean de principio a fin esos textos tan alejados de su tiempo y de sus intereses, y que encima los disfruten. En este punto cada profesor debe desarrollar su propia metodología para presentar la literatura como algo atractivo y estimulante para sus alumnos, debe impartir los contenidos con la necesaria transposición didáctica para que sean accesibles a los cerebros adolescentes y, sobre todo, ha de crear una sed en ellos, ha de encender en sus pechos un fuego inextinguible que llamamos amor4. Y tal vez este sí dure para siempre. Jamás olvidemos esto: formar buenos lectores es formar hombres y mujeres felices.

 

4. Referencias

El presente trabajo fue presentado en la asignatura Didáctica de la literatura, del Máster de Formación de Profesorado de la Universidad Complutense de Madrid, impartida por la Profesora Silvia Agosto, en octubre de 2016.

4.1. Citas

 1  Conferencia «La poesía» de Jorge Luis Borges, recogida en el libro Siete Noches (1980). Fondo de Cultura Económica, Madrid.
 2  Poema «La guitarra» de Federico García Lorca en Poema del Cante Jondo (1931). Cátedra, Madrid.
 3  Cita extraída del artículo de Moreno Arteaga.
 4  Entiéndase aquí a los libros pero, como apunta Rosa Montero, en ellos «cabe el Universo».

 

4.2. Bibliografía

  • ALZATE PIEDRAHITA, M.ª V. (2000). «Dos perspectivas en la didáctica de la literatura: De la literatura como medio a la literatura como fin». Revista de Ciencias Humanas. Colombia.
  • BORGES, J. L. (1980). Siete Noches. Fondo de Cultura Económica. Madrid.
  • GARCÍA LORCA, F. (1998). Poema del Cante Jondo. Romancero gitano. Cátedra. Madrid.
  • MONTERO, R. (2010). «Cómo convertir el Quijote en un ladrillo». El País. Madrid. En línea.
  • MORENO ARTEAGA, J. (2005). «De la didáctica de la literatura a la transmisión de la literatura: Reflexiones para una nueva educación literaria». Espéculo. Revista de estudios literarios. Universidad Complutense de Madrid.
  • SALINAS, P. (1989). La voz a ti debida. Razón de amor. Castalia. Madrid.

4.3. Créditos del artículo, versión y licencia

D'ORS SILVA, Santiago (2016). «Enseñar literatura». Letra 15. Revista digital de la Asociación de Profesores de Español «Francisco de Quevedo» de Madrid. Año III. Nº 6. ISSN 2341-1643 [URI: http://letra15.es/L15-06/L15-06-23-Nuevas.voces-Santiago.dOrs.Silva-Ensenar.literatura.html]

Recibido: 2 de noviembre de 2016.

Aceptado: 9 de noviembre de 2016.

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